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El presidente del Consejo Europeo disputa a Borrell el liderazgo en la política internacional de la UE

Charles Michel quiere liderar la agenda internacional europea

Al frente, Charles Michel (izquierda) y Abdelfatá al Sisi, este domingo en El Cairo.
Al frente, Charles Michel (izquierda) y Abdelfatá al Sisi, este domingo en El Cairo.Dario Pignatelli / EU Council / dpa

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha aprovechado los dos primeros meses de su mandato para dejar clara su intención de liderar la agenda internacional de la UE. El nuevo ímpetu, manifestado la semana pasada con una gira por los puntos calientes del vecindario europeo, deja en una delicada situación a Josep Borrell, alto representante de Política Exterior, un cargo teóricamente pensado para unificar la actividad de la diplomacia europea. Los departamentos de Michel y Borrell aseguran trabajar de forma coordinada. Pero la disputa por el protagonismo en la escena internacional es evidente.

De momento, esta pugna parece decantarse del lado del presidente del Consejo Europeo. “En Bruselas solo hay dos teléfonos a los que pueden llamar los líderes de fuera de la UE: el de Michel y el de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen”, señalan fuentes del Consejo Europeo, en alusión a la histórica queja de Kissinger de que en su etapa como secretario de Estado de EE UU nunca supo a quién dirigirse en Europa para abordar una crisis global.

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El cargo actual de Borrell se creó en 2009 precisamente para dar respuesta, entre otras cosas, a la demanda de Kissinger. Durante los últimos 10 años, Bruselas ha dispuesto en teoría de un teléfono al que Washington u otras capitales podían llamar cuando necesitaban saber la posición de la UE.

Pero el relevo en la cúpula comunitaria a finales del año pasado ha trastocado ese diseño. Tanto Von der Leyen como Michel pugnan por relegar al alto representante a un papel subordinado con una merma importante de protagonismo y liderazgo.

Y la inminente salida del Reino Unido de la UE (prevista para el próximo día 31) ha llevado a Berlín y París a propiciar una entente con Londres para mantener un liderazgo sobre la política europea de seguridad y relaciones internacionales al margen de lo previsto en el marco comunitario.

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La combinación de ambos factores puede debilitar la figura del alto representante, un cargo cuyos ocupantes anteriores (Catherine Ashton, de 2009 a 2014, y Federica Mogherini, hasta 2019) ya habían comprobado la dificultad de dirigir una diplomacia comunitaria que, en buena medida, se ejerce desde las capitales.

Fuentes próximas a Michel niegan cualquier conflicto de competencias con Borrell. “Los dos hablan a diario y coordinan sus posiciones”, aseguran esas fuentes. Pero también añaden que “desde hace unos años, la política exterior de la UE ha pasado a ser asumida por los primeros ministros y es lógico que en ese contexto el presidente del Consejo asuma su responsabilidad”.

El equipo de Michel desea explotar un esquema en el que Borrell ejerza como equivalente a un ministro nacional de Exteriores y que solo se relacione con sus homólogos de ese rango. Las citas de máximo nivel estarán siempre reservadas, según ese modelo, para Michel o, en su defecto, para Von der Leyen.

La presidenta de la Comisión parece encontrarse cómoda con esa fórmula. Y en apenas ocho semanas de mandato ya ha demostrado que se reservará las grandes citas internacionales, pero que dejará la política internacional en gran parte en manos de los Estados, cuya cabeza visible en Bruselas es Michel.

“La Unión Europea se compone de Estados y es en el Consejo donde los Estados tienen que decidir sobre cuestiones como las misiones [en el exterior]”, se desentendió Von der Leyen el pasado viernes en Zagreb al ser preguntada por el futuro de Sophia, la gran operación militar puesta en marcha por la UE en el Mediterráneo para combatir la migración irregular.

La Operación Sophia está prorrogada hasta marzo de este año, pero quedó inutilizada y sin efectivos tras la llegada de Matteo Salvini al Ministerio del Interior de Italia. Mogherini se esforzó por mantenerla, aunque fuera de manera testimonial para poder reactivarla más adelante.

Von der Leyen ha centrado las prioridades de su mandato (hasta 2024) en áreas como la agenda medioambiental (con el llamado Pacto Verde) y o el mercado digital. En el organigrama de Juncker, la Alta Representante y Vicepresidente de la Comisión ocupaba un lugar preminente, por debajo solo de la vicepresidencia primera. La nueva presidenta de la Comisión ha designado tres vicepresidentes ejecutivos que están por encima de la vicepresidencia de Exteriores.

Frente a ese aparente desinterés de Von der Leyen por la agenda exterior, Michel ha mostrado una hiperactividad internacional en las últimas semanas, sobre todo a raíz del asesinato del general iraní Qasem Soleimani por EE UU y del recrudecimiento de la guerra civil en Libia.

“Las prioridades de la UE para los próximos meses son el Pacto Verde, la agenda digital y la negociación de los nuevos presupuestos, pero no podemos bajar la guardia en el exterior y encontrarnos con una crisis exterior que provoque una crisis política interna como ocurrió con Siria”, justifican fuentes próximas a Michel la activa agenda internacional del presidente del Consejo.

Michel fue el primer líder comunitario en reaccionar tras la muerte de Soleimani para pedir un freno a la escalada de tensión. Y la semana pasada viajó a Estambul y El Cairo para intentar desactivar la crisis libia en sendas reuniones con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y con el egipcio, Abdelfatá al Sisi.

“El presidente del Consejo tiene intención de cumplir totalmente el mandato que le otorga el Tratado de la UE”, señalan en su equipo. El artículo 15 de ese Tratado le confiere “la representación exterior de la Unión en los asuntos de política exterior y de seguridad común, sin perjuicio de las atribuciones del Alto Representante”. Los anteriores presidentes, Herman van Rompuy y Donald Tusk, dedicaron menos tiempo a ese capítulo (quizá por las gravísimas crisis internas que afrontaron), lo que dejó más espacio a Ashton o Mogherini.

En el caso de Borrell, parece que el alto representante tendrá que convivir con un presidente del Consejo mucho más visible. Fuentes próximas al español restan importancia a la omnipresencia de Michel. E incluso consideran que “puede ser un valor añadido para la política exterior de la UE, siempre y cuando exista una coordinación. Y la coordinación existe”.

Fuentes comunitarias recuerdan que la labor internacional de Michel “se nutre de la información” generada por el Servicio Europeo de Acción Exterior, el departamento de más de 4.000 funcionarios dirigido por Borrell. “La fuente original es la misma por lo que la unidad de acción está garantizada”, aseguran esas fuentes.

La voz de Macron sale reforzada

El protagonismo internacional del actual presidente del Consejo Europeo garantiza a París un privilegiado acceso al control de la agenda diplomática de Bruselas. Charles Michel, antiguo primer ministro de Bélgica, y Emmanuel Macron mantienen una estrecha relación que cultivan más si cabe desde que el belga ha empezado a presidir el Consejo y las cumbres europeas.

La fulgurante gira de Michel por Estambul y El Cairo para intentar apagar el fuego libio solo se produjo después de que el viernes hablase por teléfono con la canciller alemana, Angela Merkel, y que ese mismo día celebrase un almuerzo de trabajo con Macron en el Elíseo.

Este lunes, Michel y Macron también tenían programada una cena de trabajo, al hilo de la reunión con los países del Sahel organizada en Pau por el presidente francés. Y fuentes de la presidencia del Consejo señalan que la primera cumbre extraordinaria de carácter internacional que prepara Michel (para el mes de marzo) estaría también vinculada al Sahel, una zona de interés prioritario para Francia.

La cercanía de Michel y Macron responde tanto a una afinidad generacional (rondan los 40 años) como a una identificación política, siendo ambos representantes destacados de la familia liberal europea. El ascenso de Michel a la presidencia europea se debió en gran parte gracias al buen resultado del grupo de Macron en las elecciones al Parlamento Europeo en mayo de 2019.

El eje Bruselas-París, sin embargo, puede levantar suspicacias en otras capitales, sobre todo cuando aborda asuntos en los que otras capitales tienen otros intereses. Es el caso de Libia, donde Italia está enfrentada con Francia.

El activismo de Michel también plantea dudas desde el punto de vista de la efectividad. La multiplicación de voces europeas puede aumentar la cacofonía en un momento en que Trump, Putin o Erdogan hablan con rotundidad. Fuentes comunitarias señalan, sin embargo, que la intervención de Michel ha sido positiva. Y atribuyen en parte a Europa el haber evitado una escalada de tensión en Irán y el que Turquía y Rusia hayan impulsado un alto el fuego en Libia.

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