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PROTAGONISTAS | METTE FREDERIKSEN | Líder del partido socialdemócrata danés

La socialdemócrata que ganó prometiendo políticas sociales y mano dura contra la inmigración

Mette Frederiksen, vencedora en las elecciones de Dinamarca, promete defender el estado de bienestar y ha apoyado las políticas xenófobas de los ultras del Partido Popular Danés

Mette Frederiksen, del Partido Socialdemócrata, vota en las elecciones europeas el 26 de mayo de 2019 en Copenhague.
Mette Frederiksen, del Partido Socialdemócrata, vota en las elecciones europeas el 26 de mayo de 2019 en Copenhague. RITZAU SCANPIX DENMARK (REUTERS)

Opina que Dinamarca está rota y ella la quiere arreglar. Sola. Mette Frederiksen (Aalborg, 41 años) acaba de dar la última vuelta de tuerca a la política de los países nórdicos. A excepción de Islandia y Noruega —que no forman parte de la UE y que tienen Gobiernos verdes y conservadores respectivamente— en la región vuelve la socialdemocracia después de años de Ejecutivo de coalición de liberales y conservadores donde la extrema derecha xenófoba y eurófoba también ha gozado de muchísima influencia.

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La música en los nórdicos empieza a cambiar y Frederiksen, una vieja conocida en el Folketing (Parlamento danés), será la mujer que con casi toda probabilidad dirija la orquesta en Copenhague —ella quiere hacerlo en minoría— hasta 2022 si consigue pasar la investidura después de que en las elecciones del miércoles consiguiera un 26% de los votos. “El mejor momento para plantar un árbol era hace 20 años. El segundo mejor momento es ahora”, es el proverbio chino que repite y la mantiene activa.

Frederiksen es socialdemócrata, explica, porque le “apasiona” la justicia. Su programa político aboga por la defensa del estado de bienestar. En su perfil personal colgado en su página web explica cómo, cuando era una niña, sentía una gran angustia al escuchar las conversaciones sobre la situación laboral de los amigos de sus padres, muchos pertenecientes a la clase obrera. Decidió estudiar Ciencias Sociales en Aalborg, donde nació, y asesoró a la confederación danesa de sindicatos. Con 24 años ya era diputada en el Folketing, donde ejerció de portavoz de la comisión de igualdad de género. Y lideró el Ministerio de Trabajo y Justicia.

Ahora está a punto de convertirse en la primera ministra más joven de la historia de Dinamarca si en la sesión de investidura, que aún no tiene fecha, no obtiene más noes que síes.También será la segunda mujer que dirija el Gobierno después de Helle Thorning-Schmidt (2011-2015), también socialdemócrata. Su mano dura hacia la inmigración es, sin embargo, el principal escollo para que sus socios naturales del llamado bloque rojo (ecologistas y demás partidos de izquierdas) le brinden su apoyo, o se abstengan.

En 2010 se vio envuelta en un escándalo por llevar a sus hijas a una escuela privada, cuando públicamente las criticaba
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Pese a su experiencia, la líder danesa no se libra de las polémicas. En 2010, esta euroentusiasta había criticado abiertamente a los padres que llevaban a sus hijos a escuelas privadas, porque ante las cámaras era una gran defensora de la educación pública. "No sirve de nada que los padres envíen a sus súper hijos a una escuela privada tan pronto como haya problemas en la escuela pública. Todos tienen la responsabilidad de hacer que el sistema de escuelas públicas funcione. Significa que uno tiene que quedarse y luchar por mejorar la competencia y el entorno de la escuela [pública]", escribió Frederiksen, según el Copenhaguen Post. Pero unos años después se supo que ella llevaba a sus hijas a un colegio privado. Cuando el escándalo se extendió como la pólvora en la prensa local, Frederiksen tuvo que salir del paso aclarando que su opinión sobre la educación en instituciones privadas había cambiado y que por eso matriculaba a sus hijas en una. 

Pasados los años, la tormenta Frederiksen no amaina y su nombre sigue siendo sinónimo de controversia. En lo económico es considerada por la opinión pública abiertamente de izquierdas; en lo migratorio, de derechas. "El sistema de asilo actual se ha derrumbado. Para controlar la afluencia y asegurar que se ahogue menos en el Mediterráneo, Dinamarca, de preferencia junto con otros países de la UE, debe establecer un centro de recepción fuera de Europa", dice. En 2015, casi 60.000 migrantes entraron en el país, pero solo 21.000 consiguieron el asilo. En 2017, la mitad de la mitad. En el país escandinavo se habla abiertamente de que Frederiksen "coquetea" con la extrema derecha del Partido Popular Danés (DF, por sus siglas en danés) para llegar a acuerdos migratorios. “Los votantes que nos dejaron estos años atrás, que pensaban que nuestra política migratoria era la equivocada, han vuelto", dijo tras conocer los resultados.

Y es que su partido ha apoyado durante la última legislatura medidas polémicas que han resonado también fuera de las fronteras danesas. Como por ejemplo el que las autoridades requisen joyas y objetos de valor de los migrantes para costear sus gastos; la prohibición del burka y el niqab en ciertos espacios públicos —"El burka y niqab son una expresión del control social y la opresión de las mujeres que no pertenecen aquí en Dinamarca", dijo; la obligatoriedad de estrechar las manos, también entre hombres y mujeres, como requisito para obtener la ciudadanía; o el plan de desterrar a una isla deshabitada en el mar Báltico a los migrantes con un historial criminal.

De hecho, en su Facebook, donde cada día a cada hora ha ido narrando las historias de su campaña (a la que se incorporó unos días más tarde de la fecha oficial por estar ingresada en el hospital —desde donde participaba vía redes sociales— a causa de una intoxicación alimentaria), tiene colgadas fotos con todo tipo de gente (jóvenes, niños, jubilados, trabajadores), pero escasean las imágenes con personas con rasgos étnicos. La excepción se llama Ullima Mohamud, una trabajadora de una tienda del aeropuerto de Aalborg de piel oscura y turbante en la cabeza: "Ullima lleva trabajando mucho tiempo desde que llegó a Dinamarca en 1996. Pese a que existan graves problemas de integración, tenemos que recordar siempre las historias buenas y los buenos deseos de integración", dijo la socialdemócrata en un comentario junto al selfie con Ullima.

A partir de ahora, los expertos sostienen que la línea migratoria no variará demasiado y que el Gobierno de Frederiksen, si prospera, se centrará más en la devolución de migrantes a sus países de origen que en la inclusión en la sociedad danesa.

Frederiksen quiere poner coto también al consumo de tabaco, especialmente entre la población más joven. Y para ello sugiere subir el precio de las cajetillas. De hecho, la salud es la segunda prioridad para la ciudadanía por detrás del clima, según datos del Gobierno, ahora en funciones. La socialdemócrata fomenta también la sanidad pública: "Queremos invertir en el servicio de salud pública para que los daneses siempre puedan recibir un tratamiento bueno y gratuito", declara. Sin embargo, da también la bienvenida a inversores privados, especialmente en el sector de la investigación.

Durante los últimos cuatro años, la socialista ha recorrido todos los rincones del país escandinavo: pueblos, escuelas, centros comerciales. “Desde las altas de Thisted [noreste de la península de Jutlandia] hasta los lagos de Maribo [al sur]”, explica en la página web de su campaña.

Amante de la lectura de temas africanos —tiene un máster en esta materia—, confiesa que uno de sus libros preferidos es La sombra del viento, del español Carlos Ruiz Zafón. Y que disfruta viendo La vida es bella, del italiano Roberto Benigni. En la televisión, se enganchó a la serie estadounidense Mujeres desesperadas.

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