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Costa Rica, un país pequeño que da lecciones gigantes

La planta hidroeléctrica Reventazón recibe el premio Blue Planet 2019 por sus esfuerzos de sostenibilidad ambiental y social

La planta hidroeléctrica Reventazón, en Costa Rica.
La planta hidroeléctrica Reventazón, en Costa Rica.Grupo ICE

Estamos acostumbrados a apretar un botón para encender o apagar la luz, pero para que la energía eléctrica llegue a los hogares, empresas o industrias hay una enorme infraestructura detrás para iluminar nuestras vidas. Pero el esfuerzo es mayor cuando esa obra ha sido construida cuidando y protegiendo al planeta.

Es el caso de la planta hidroeléctrica Reventazón, ubicada en Costa Rica y considerada la obra hidroeléctrica más grande de Centroamérica. Este proyecto ha sido reconocido hoy por la Asociación Internacional de Hidroelectricidad (IHA) con el premio Blue Planet 2019 por lograr la aplicación de buenas y las mejores prácticas de sostenibilidad en su construcción entre 2010 y 2016.

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¿Sus logros? Respetar los ecosistemas terrestres y acuáticos, proteger especies en peligro de extinción, reducir el reasentamiento, manejar adecuadamente el ruido y los residuos y garantizar la calidad del aire, además de realizar buenos procesos de comunicación y de información.

Esta hidroeléctrica, ubicada en la provincia de Limón, en el este del país y sobre el río que le da su nombre, distribuye energía continua y renovable a prácticamente el 100 % de los habitantes del país.

El Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) lideró la construcción de este proyecto que, desde su etapa de planificación, tuvo en cuenta el buscar mejoras para la gestión ambiental y social. De ahí la decisión de construirla en un sitio clave para generar menores impactos tanto para el ecosistema como para las personas.

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Ruth Tiffer Sotomayor, especialista ambiental senior del Banco Mundial, explica que la hidroelectricidad es “el corazón de la energía de Costa Rica”. “Reventazón es un ejemplo de desarrollo verde, sensible con la biodiversidad y a la gente y que contribuye con la agenda de bajo carbono y adaptación al cambio climático del país”, afirma la experta.

“Reventazón es un ejemplo para Latinoamérica y otras regiones como África y Asia que tienen un gran potencial hidroeléctrico, pero también grandes desafíos ambientales y sociales, ya que se necesita mostrar a la sociedad los beneficios locales y hacer proyectos hidroeléctricos que apliquen las mejores prácticas de sostenibilidad ambiental y social, como las que promueve el Protocolo”, agrega Tiffer.

Manejo social y ambiental

En otros países construir un proyecto hidroeléctrico como Reventazón hubiera implicado el reasentamiento de miles de familias. Pero, en este caso, fueron menos de 10 familias las que tuvieron que relocalizarse. En este sentido, el diálogo con las comunidades fue clave para hacer viable la construcción de la hidroeléctrica; se realizaron consultas y se establecieron canales de comunicación y colaboración con los pobladores y también se trabajó con los municipios locales para compartir beneficios por la obra.

Asimismo, los impactos en los ecosistemas han sido mitigados y compensados realizando pagos por servicios ambientales a los propietarios de la cuenca, fortaleciendo corredores biológicos, monitoreando especies clave de la rica biodiversidad del país y creando uno de los primeros sistemas de compensación acuática por una hidroeléctrica en Latinoamérica.

Fueron muchos años de planificación y negociaciones para que el gobierno y el ICE junto con el sector público, privado, banca nacional, regional y organismos multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo y el Grupo Banco Mundial hicieran realidad esta planta que, con 305 megavatios de capacidad instalada, permita generar electricidad limpia a más de medio millón de hogares en el país.

Esta obra de infraestructura tuvo un costo de 1 217 millones de dólares, cuenta con un embalse para almacenamiento de agua con un área de 8 kilómetros cuadrados y una represa de 130 metros de altura.

Ganador del Blue Planet

Durante 2017, un equipo liderado por Tiffer dio asistencia técnica a Costa Rica para la aplicación del Protocolo de Evaluación de la Sostenibilidad en Reventazón, proyecto seleccionado entre varios de Latinoamérica. Un equipo de asesores acreditados por la Asociación Internacional de Hidroelectricidad (IHA, por sus siglas en inglés) en coordinación con el equipo del ICE - liderado por Miguel Víquez y Sergio Bermudez, del Departamento Corporativo Ambiental-, realizó varias visitas de campo; entrevistó a líderes comunitarios y pobladores y a más de 100 profesionales del ICE que participaron en la planificación y construcción de la obra; revisó más de 400 registros y permitió evaluar los 19 temas que requiere el Protocolo en los sectores financiero, técnico, ambiental y social.

La selección del premio Blue Planet está a cargo de un panel de expertos internacionales coordinado por la IHA, quienes evalúan proyectos de todo el mundo con base a los resultados y calificaciones obtenidas de las obras en la aplicación del Protocolo.

Con el premio Blue Planet 2019, Costa Rica, además de ser reconocida por su riqueza natural, se posiciona como un ejemplo mundial para los desarrolladores de energías limpias y renovables.

La IHA entrega este premio desde 2001. A la fecha, lo han ganado ocho proyectos desarrollados en países como Australia, Sudáfrica, Nepal e Islandia. Costa Rica es la primera nación de habla hispana en recibir el galardón y la segunda de Latinoamérica, después de Brasil.

La Asociación define a Reventazón como un ejemplo de que los proyectos hidroeléctricos pueden hacer una contribución significativa no solo a la generación de energía de un país, sino también en la aplicación de las mejores prácticas internacionales para la gestión técnica, ambiental y social de obras de energía renovable.

Jessica Belmont es productora digital del Banco Mundial

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