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Moscú culpa a Israel de “negligencia criminal” en la muerte de 15 militares rusos en Siria

Rusia rechaza la versión del Ejército israelí sobre el derribo de su avión cerca de Latakia

Igor Konashenkov, portavoz del Ministerio de Defensa ruso.
Igor Konashenkov, portavoz del Ministerio de Defensa ruso.Alexander Zemlianichenko (AP)

El Gobierno del presidente Vladímir Putin ha responsabilizado formalmente este domingo a Israel del derribo, el lunes pasado, de un avión de transporte militar en el que perecieron 15 soldados rusos. El aparato, un IL-20 turbohélice de reconocimiento, regresaba a su base de Hmeymin, en las proximidades de Latakia, cuando fue alcanzado por error por un misil sirio. Los sistemas de defensa antiaérea de Siria estaban repeliendo en ese momento un ataque aéreo de Israel. El Ejército admitió la participación de su aviación de combate. En un primer momento, y tras las explicaciones de Israel, Putin dijo que la caída de su aeronave se había debido a "una cadena de trágicas circunstancias accidentales". Pero Moscú hace ahora público un informe en el que asegura que el aparato no pudo salir de la zona donde se estaba produciendo el ataque porque Israel comunicó mal los datos de la operación militar.

“Los oficiales israelíes nos informaron mal sobre el lugar del ataque con lo que no pudimos sacar el Il-20 hacia una zona segura”, ha dicho el portavoz del Ministerio de Defensa ruso, Igor Konashenkov, durante una comparecencia para hacer pública la investigación rusa sobre el incidente. “El proceder de los pilotos de los cazas israelíes que derivó en la muerte de 15 militares rusos evidencia su falta de profesionalidad o, cuando menos, una negligencia criminal”, ha criticado Konashenkov. 

Por su parte, el comandante en jefe de la aviación israelí, el general Amikam Norkin, viajó el jueves a Moscú para presentar a los militares rusos la versión de Tsahal (el ejército israelí) sobre lo sucedido. En un gesto poco habitual, Israel, inmediatamente después del incidente, lamentó la muerte de los soldados rusos y reconoció en un comunicado haber sido el autor de un ataque sobre instalaciones militares sirias desde las que, según el texto, Irán iba a transferir a la milicia libanesa chií Hezbolá “sistemas para producir armas de precisión letales”. 

Según publicaron varios medios locales, de acuerdo con la investigación llevada a cabo por Israel, el aparato se habría precipitado al ser alcanzado por las defensas antiaéreas sirias, que continuaron disparando misiles S-200 durante unos 40 minutos después del ataque; 20 de ellos cuando los cazas ya se encontraban en el espacio aéreo israelí de regreso a su base. 

Aviso simultáneo

Pero estos argumentos no convencieron a Rusia que, además, acusa a los pilotos israelíes de “utilizar como escudo” el avión ruso para zafarse de las defensas sirias y de “dificultar las labores de rescate” de sus militares, al no despejar la zona y retirar los F-16 hasta 50 minutos después de producirse el derribo del Il-20. Igor Konashenkov mostró un vídeo para ilustrar dónde se encontraba cada avión cuando Israel avisó a Moscú del ataque y las maniobras que llevaron a cabo antes de que el Il-20 fuese derribado. Según ha explicado, el aviso israelí fue prácticamente simultáneo al inicio del ataque y después, los cuatro F-16 israelíes se quedaron maniobrando a unos 70 kilómetros de la costa siria. Uno de ellos se posicionó detrás del aparato de transporte militar ruso, que en ese momento iniciaba el descenso, para aterrizar. Al tratarse de un aparato de mayor dimensión que el caza israelí, según el Kremlin, el piloto lo utilizó para despistar a las defensas antiaéreas sirias que lo identificaron como objetivo prioritario a derribar, e hicieron blanco en él.

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Konashenkov hizo hincapié en que Israel autorizó una operación con la que puso en peligro la seguridad aérea, no solo de los aparatos militares rusos que tienen su base cerca de Latakia, sino también de los aviones de pasajeros que utilizan asimismo el aeródromo sirio de Hmeymin, un pequeño aeropuerto de uso civil y militar situado en la zona donde tuvieron lugar los hechos. “Los datos imparciales sobre lo que sucedido el 17 de septiembre indican que las autoridades israelíes no aprecian el nivel de relaciones con Rusia”, criticó Konashenkov en clara alusión a la coordinación que desde el 2015 existe entre Tel Aviv y Moscú para evitar encontronazos entre sus tropas.

Una coordinación "de valor probado", según un comunicado difundido por el ejército israelí poco después de que se hiciera pública la versión rusa de los hechos, que sigue interesando a ambas partes. El Tsahal, que reiteró sus condolencias al pueblo ruso, volvió a negar que sus pilotos se ocultasen tras el aparto derribado. "La IAF (fuerza aerea Israelí -en sus siglas en inglés-) no se escondió detrás de ninguna aeronave y el caza israelí se encontraba en el espacio aéreo israelí en el momento del derribo del aparto ruso", insisten los militares, que también aprovecharon para recordar que seguirán trabajando bajo las directrices de su Gobierno "para evitar el establecimiento de Irán en Siria" y sus intentos de armar a Hezbolá. Israel insiste en que su avión no se escondió detrás del aparato ruso porque ya estaba en espacio aéreo israelí cuando el Il-20 cayó.

De acuerdo con los datos facilitados por el portavoz militar del Kremlin, en los últimos 18 meses Israel llevó a cabo más de 200 ataques contra objetivos en Siria, pero sólo avisó a Moscú en 25 ocasiones. Un flujo de información muy desigual, ya que Rusia asegura haber comunicado a los militares israelíes hasta 310 operaciones. “Es una respuesta extremadamente ingrata a todo lo que ha hecho recientemente la Federación Rusa por Israel y por el pueblo israelí”, advirtió Konashenkov.

Un jarro de agua fría para el Gobierno del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que en todo momento trató de que el incidente no derivase en un enfrentamiento con el Gobierno del presidente ruso, Vladimir Putin. Y también un varapalo para la delegación militar hebrea encabezada por Norkin que, según la prensa israelí, regresó el pasado viernes de Moscú convencida de que sus colegas rusos habían aceptado sus explicaciones

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