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El Gobierno y la Fiscalía brasileña llevan su pulso a Washington

Con agendas paralelas, el ministro de Justicia y el fiscal general defienden sus posiciones antagónicas sobre el futuro de Temer

El fiscal general Rodrigo Janot, el miércoles en Washington
El fiscal general Rodrigo Janot, el miércoles en WashingtonDaniel Trielli (AP)

Se movieron por las mismas calles pero tuvieron agendas paralelas. No coincidieron en ningún acto aunque se contactaron por teléfono como signo de cordialidad. El ministro de Justicia brasileño, Torquato Jardim, y el fiscal general, Rodrigo Janot, han estado esta semana en Washington. Se han reunido por separado con las autoridades judiciales estadounidenses. Pero sobre todo han exhibido el pulso entre el poder ejecutivo y judicial sobre el futuro del presidente Michel Temer, que tiene en jaque a Brasil.

Janot es una pesadilla para Temer. El fiscal presentó a finales de junio una denuncia formal contra el presidente por un delito de corrupción. A partir de la confesión pactada del dueño del conglomerado cárnico JBS, Joesley Batista, y posteriores comprobaciones policiales, acusó a Temer de acordar el pasado marzo el cobro de sobornos a cambio de favores del Gobierno. Es la primera acusación de ese tipo a un mandatario brasileño y lo ha puesto contra las cuerdas. La denuncia tiene que ser avalada por al menos dos tercios del Congreso y su aceptación dejaría al país sin presidente.

Temer puede correr la misma suerte que su predecesora, Dilma Rousseff, de la que fue vicepresidente y luego maniobró para que fuera destituida por el Congreso el año pasado en un proceso de impeachment. Ante la ofensiva de la Fiscalía, Temer ha contraatacado. Acusa a Janot de tener motivaciones políticas y habla de un “atentado” contra el país.

En Washington, el fiscal general ha parecido impasible. En un coloquio, el miércoles, en el Atlantic Council, un laboratorio de ideas, se le preguntó si le preocupaban las consecuencias políticas de sus investigaciones. “Si las considero, no puedo hacer mi trabajo”, respondió con calma. “Lo que hago es aplicar la ley, si los hechos se corresponden con un delito o no. En una República, cualquier persona es igual bajo la ley”.

El ministro de Justicia Torquato Jardim, el miércoles en el Wilson Center
El ministro de Justicia Torquato Jardim, el miércoles en el Wilson CenterDaniel Trielli (AP)

Su intervención en el centro de estudios empezó con una reflexión que ilustra la transformación de América Latina en las últimas cuatro décadas: “Ahora, es conocida por su número de jueces y fiscales, no por los generales. Es un gran cambio. Espero que dure”.

No hay país en que esa realidad sea más nítida que en Brasil, acechado en los últimos años por un interminable goteo de casos de corrupción que han sacudido a la clase gobernante. “La crisis política no es causada por las investigaciones. Oímos cada día que el sistema judicial brasileño está criminalizando a los políticos. No es verdad. Lo que hacemos es aplicar la ley respetando la amplia oportunidad a la defensa y buscando a delincuentes independientemente del hecho de que tengan mandatos políticos”, dijo. “Arrojar luz sobre la corrupción es la mejor manera de limpiarlo todo. Desempeñamos un papel importante con la sociedad civil, que se ha estado movilizando”.

Janot no solo ha defendido en Washington su trabajo y ha subrayado los cambios “irreversibles” de la sociedad brasileña ante la corrupción sino que también ha lanzado advertencias implícitas a Temer sobre la posibilidad de que pueda presentar nuevas acusaciones contra él. “El ministerio público no tiene prisa, depende de la investigación. Existen investigaciones en curso”, dijo el lunes en otro debate, en el Wilson Center.

El fiscal, en el cargo desde 2013, recordó que su mandato termina a mediados de septiembre y que actuará de nuevo contra el presidente dependiendo de cómo evolucione la trama hasta entonces. “Si tengo ese cuadro definido, no puedo dejar de practicar acto. Si no [lo tengo definido], no tengo necesidades de averiguar”, señaló.

En la misma sala de ese think tank, Jardim hizo dos días después un ejercicio de equilibrios. El titular de Justicia, que fue nombrado a finales de mayo, se presentó como un “asesor cercano” del presidente que “está con la República”. Subrayó que la investigación de Lava Jato es una “ganancia imparable” de la sociedad y que “ocurrirá lo que tenga que ocurrir bajo la Constitución y las leyes”.

Pero cuando a Jardim se le preguntó si fue inapropiada la conversación entre Temer y el empresario cárnico, que propició la acusación de la Fiscalía, respondió con evasivas: “El asunto está en los tribunales. No soy un consejero del presidente en los tribunales”. Lo mismo ocurrió al ser inquirido sobre la posibilidad de nuevas acusaciones al presidente: “Haremos lo que tengamos que hacer, veamos qué ocurre primero”.

A las dos horas de que hablara Jardim en el Wilson Center, lo hacía Janot en el Atlantic Council. Les separaban pocas cuadras en el centro de Washington. “Los dos viajes se planearon de forma separada”, alegó el ministro de Justicia, que explicó que conoce al fiscal general desde hace años. “Le llamé y le dije que estaría aquí. Es una coincidencia total, no fue planificado”.

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