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PUNTO DE OBSERVACIÓN
Columna
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‘Madame’ la Secretaria General: en 80 años solo ha habido hombres al frente de Naciones Unidas

Un grupo de 70 altas funcionarias promueve la reforma de una ONU deteriorada por derrotas políticas e infrarepresentación femenina

Secretaria General ONU
Nicolás Aznárez
Soledad Gallego-Díaz

La Organización de Naciones Unidas (ONU) atraviesa una situación especialmente comprometida. Cierto es que siempre ha sido el escenario de las tensiones entre Estados Unidos, Rusia y China, con sus respectivos aliados, pero cierto también que, precisamente en ese escenario, la ONU ha facilitado el diálogo y las conversaciones entre los protagonistas al tiempo que ponía orden en algunos lugares remotos donde su presencia permitía la reestructuración básica del Estado. Y eso es lo que está fallando. No hay comunicación entre esas potencias, o muy poca, la ONU ha perdido prestigio en esos países desestructurados (basta con ver lo que ocurre en Haití) y nadie sabe bien cómo salir de esa situación, aun siendo conscientes de que el deterioro de la ONU, como símbolo y como organización, representa un peligro en unos momentos especialmente inciertos en diferentes puntos del globo y, por primera vez, en la propia Europa.

El deterioro del cuerpo central de la ONU —y conviene resaltar el fracaso de las llamadas misiones de paz, como la que está a punto de cerrarse en la República Democrática del Congo— viene acompañado por un deterioro paralelo de algunas de las organizaciones que nacieron a su amparo, por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la Organización Mundial de Comercio (OMC). La OMS desempeñó un papel bastante limitado durante la crisis de la covid. La Unión Europea, aunque reaccionó algo tardíamente, fue desde luego mucho más eficaz. La OMC, por su parte, sufre una crisis existencial con la caída de la globalización y la renacionalización de las políticas comerciales. El deterioro, o incluso retroceso, es también apreciable en todo lo relacionado con la Plataforma de Beijing, la iniciativa más importante aprobada por la ONU para promover la igualdad de género en todo el mundo.

Para colmo, la figura del secretario general, desempeñada por António Guterres, ha perdido brillo en los últimos años. Es verdad que el secretario general de la ONU no tiene poderes ejecutivos, pero también que, precisamente por eso, es muy importante que se mantenga muy activo, con una política de gestos que plantee a las potencias la necesidad de dar respuestas. Y eso es lo que no ha existido durante el mandato de Guterres. De hecho, durante la crisis de Ucrania, el secretario general de la ONU estuvo prácticamente desaparecido (ni tan siquiera se hizo presente en Kiev o Moscú). Solo ha recuperado una cierta presencia internacional en la crisis de Gaza, exigiendo el alto el fuego humanitario.

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Frente a este deterioro, ha surgido un grupo de 70 mujeres que han ocupado cargos relevantes en el sistema de Naciones Unidas y que critican que los organismos internacionales en general tengan una infrarrepresentación femenina. Según uno de los estudios realizados por este grupo (llamado GWl Voices) desde 1945 hasta hoy, solo el 13% de los cargos electos en organizaciones internacionales ha sido ocupado por mujeres. En Naciones Unidas, por ejemplo, desde 1945 se han elegido 74 hombres y 4 mujeres para ocupar el puesto de presidente de la Asamblea General. Por eso, promueven que exista una rotación por género, igual que existe actualmente por regiones geográficas, y proponen que el próximo secretario general sea una mujer (por primera vez en 80 años). Madame, la secretaria general es el lema.

Entre sus principales promotoras se encuentran Helen Clark, que fue primera ministra de Nueva Zelanda y administradora del programa de Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD); Susana Malcorra, exministra de Asuntos Exteriores de Argentina y jefa del gabinete del anterior secretario general de la ONU, Ban Ki Moon; Irina Bokova, política búlgara que fue directora general de la Unesco, o Cristina Gallach, política española que fue secretaria general adjunta de Naciones Unidas para la Comunicación. Todas ellas, y sus 66 compañeras, son buenas conocedoras del funcionamiento de Naciones Unidas, y todas ellas promueven la necesidad de revitalizar la organización con reformas que empujen el papel de la ONU como promotora de la paz, los derechos humanos, y como agente en los desafíos del cambio climático, nuevas tecnologías, desarrollo sostenible y seguridad. Son fuertes y decididas y quieren luchar contra el deterioro de la ONU. Con Madame, la secretaria general al frente.

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