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ENSAYOS DE PERSUASIÓN
Columna
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Trump de nuevo a la Casa Blanca, el mayor temor para el futuro

La coyuntura internacional está más marcada por la geopolítica o la desinformación que por los tipos de interés

El expresidente Donald Trump en Portsmouth, New Hampshire, el 17 de enero.
El expresidente Donald Trump en Portsmouth, New Hampshire, el 17 de enero.TIMOTHY A. CLARY (AFP / Getty Images)
Joaquín Estefanía

Treinta y cinco años es toda una vida. 1989 fue un año en el que, como ahora, la geopolítica figuró en el primer nivel de los análisis que se hicieron, superando los meramente economicistas. Como en cualquier tiempo, había factores de política internacional sugerentes, pero menores en el devenir de la humanidad: el final de la terrible dictadura de Stroessner en Paraguay; la victoria de la oposición democrática en unas elecciones libres en el Chile de Pinochet; el entierro en Irán de su máximo líder, el ayatolá Jomeini; la preparación en Sudáfrica para sacar de la cárcel, poco después, a Nelson Mandela, etcétera. Pero hubo dos elementos que sobresalieron por encima de los demás y que cambiaron el rumbo de las cosas en el mundo entero: en China, la masacre de la plaza de Tiananmén, bajo el mandato del reformista Deng Xiaoping, y, sobre todo, la destrucción del muro de Berlín, el gran icono de la Guerra Fría que asolaba al planeta desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Una estupenda exposición en Madrid (El muro de Berlín. Un mundo dividido) recoge ahora la historia de uno de los mayores símbolos de fraccionamiento de la historia como un conflicto global entre dos sistemas, el comunismo y el capitalismo, que llevó al planeta al borde de la destrucción nuclear entre los años 1961 y 1989, que fue la etapa en la que duró el muro de Berlín. También describe los procedimientos que tenían que utilizar los ciudadanos de esa ciudad para sobrevivir en un espacio que no les daba tregua.

Desde los años setenta ya se celebraba en Davos (Suiza) el Foro Económico Mundial que trata de analizar desde unos puntos de vista muy concretos las tendencias de lo que está ocurriendo o va a suceder. Hoy, casi 35 años después de la caída piedra a piedra del Muro, la coyuntura está marcada por la geopolítica y por la desinformación como arma de guerra. Entonces, en 1989, se supo todo acerca del modo en que los ciudadanos de Alemania Oriental rompían las fronteras interalemanas casi de un momento para otro. Un oscuro funcionario del Partido Socialista Unificado de Alemania (Günter Schabowski, que por ello ha pasado a la historia), a preguntas de los periodistas en una conferencia de prensa radiada y televisada en directo, tartamudeó y respondió: “Hasta donde sé, se puede efectuar [el paso de una Alemania a la otra] inmediatamente, sin demora. Y se inició la gran desbandada”.

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En sentido contrario, de la masacre de la plaza de Tiananmén, cuando los tanques avanzaron para reprimir un movimiento a favor de la democracia, todavía hoy no se conoce cuánta gente murió a manos del ejército chino y otras fuerzas de seguridad: las autoridades nunca dieron una cifra. Pudieron ser centenares o miles.

Entre los factores de riesgo que se han desarrollado este año en Davos también sobresalen más los geopolíticos que los puramente económicos. Es sorprendente que muchos analistas hayan puesto por encima de los demás la posibilidad de que Donald Trump (que arrasaba en las elecciones primarias republicanas del caucus de Iowa al tiempo que se desarrollaban las primeras reuniones de Davos) pueda volver a la Casa Blanca, con lo que ello significaría de aislacionismo ante conflictos como el de Ucrania o la existencia de una OTAN fuerte, proteccionismo y aumento de los aranceles, negacionismo climático y la multiplicación de información falsa como uno de los mayores peligros ante la confluencia de comicios. Muchos de los análisis publicados han sobrevolado más en la posibilidad trumpiana de EE UU que, incluso, en las tensiones con China por la soberanía y el devenir de Taiwán, o el futuro de Ucrania y Gaza.

El mapa de riesgos crece, pero algunos de ellos se sitúan más cerca del territorio amigo que de Rusia o China, de los que ya se conoce su capacidad de persuasión. La geopolítica como variable central para el comportamiento de los gobiernos, los agentes económicos y sociales, y los ciudadanos.

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