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Qué es el ‘ruido marrón’ y por qué sirve para acallar nuestra mente

Miles de personas se concentran escuchando piezas sonoras de bajas frecuencias, que se asemejan al zumbido del interior de un avión. La escritora Zadie Smith las usa cuando necesita acabar sus textos

Foto: Getty Images | Vídeo: Youtube
Karelia Vázquez

Miles de usuarios de internet se concentran para estudiar escuchando ruidos o música lofi (low fidelity, en español baja fidelidad). Aseguran que con ambos sonidos consiguen recuperar las riendas de su atención y rescatarla de los cientos de estímulos que la mantienen secuestrada la mayor parte del día. La estrategia es acallar la mente con otros ruidos.

Lo intentan con los brown noises (ruidos marrones). La escritora Zadie Smith dice que los escucha día y noche. Así lo contó en el podcast de la editorial Penguin: “Mi colega Nikola descubrió los brown noises en la universidad. En aquella época yo solo lograba concentrarme en las cafeterías. Como era pobre y no podía ir a diario, empecé a buscar en YouTube sonido ambiente de bares y cafeterías para trabajar y así encontré los brown noises. Desde entonces los uso cada vez que mi mente divaga por todas partes y yo tengo prisa por terminar un trabajo”.

Los brown noises son muy populares entre la comunidad que han ido formando en TikTok las personas que padecen THDA (trastorno de hiperactividad con déficit de atención. A ellos debemos la nueva popularidad de estos sonidos, que crece cada día porque problemas de atención tenemos todos.

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El brown noise es un sonido natural, más agradable para el oído humano que los ruidos blancos, más conocidos y estudiados. Por ejemplo, el ruido de una cascada de agua al caer, la lluvia intensa, o un río caudaloso. También podrían recordar un rugido lejano. Contiene todas las frecuencias del espectro, pero hace más énfasis en las bajas, por eso es menos agudo e irritante, y se percibe como agradable y relajante.

La denominación de brown noises (sonidos marrones) no tiene nada que ver con el color marrón, sino que alude al sonido de los movimientos brownianos, identificados en 1827 por el botánico Robert Brown. Técnicamente son la versión estática de los ruidos blancos, pero con las notas de baja frecuencia aumentadas y las de alta frecuencia, menos agradables y con más capacidad de distracción, atenuadas. De esta manera se consigue contrarrestar la tendencia del oído a registrar con más fuerza las altas frecuencias.

Varias capturas de pantalla de la aplicación Tik Tok.
Varias capturas de pantalla de la aplicación Tik Tok.Tik Tok

En Spotify pueden encontrarse cientos de playlists de ruidos marrones clasificados según su utilidad. Los hay para estudiar, para concentrarse, para dormir a un bebé, para meditar o para conciliar profundamente el sueño. Si se hace un ejercicio —por ejemplo, darle play a una de estas listas para acabar este artículo— la primera evidencia es que ese sonido bloquea a otros que antes te hacían levantar de la mesa. Algunos expertos no descartan el efecto placebo. La sensación es la de estar aislado en la cabina de un avión. Arropado por un ruido constante pero tranquilo, sin estridencias.

Desde la década de los años sesenta se utilizan los ruidos blancos para ayudar a mejorar la calidad del sueño y algunas tareas cognitivas en niños con THDA, unos beneficios que han sido demostrados en varios ensayos clínicos. Un equipo de la Universidad Regis en la Universidad de Colorado demostró que los brown noises no producían nuevos efectos con respecto a los ya probados con los ruidos blancos, solo que ahora los sonidos marrones se habían vuelto muy populares. En TikTok el hashtag #brownnoise tiene más de 86 millones de vistas, y los vídeos más exitosos muestran a personas con THDA grabando sus propias reacciones cuando se exponen al ruido marrón. Muchos sostienen que su cerebro nunca había estado tan a gusto.

En TikTok se habla de los ruidos marrones como de un sonido celestial, con la propiedad cuasi mágica de dejar la mente en blanco. Pero la ciencia no ha podido demostrarlo. Sin embargo, sí hay científicos que creen que un cerebro abrumado puede sentirse aliviado con un sonido externo que bloquee el ruido de su pensamiento rumiante.

Desde la Universidad Regis señalan que los efectos terapéuticos del ruido de espectro amplio —blanco, marrón, o incluso púrpura— solo han podido probarse a altos decibelios. Por eso creen que quienes perciben que un ruido marrón de fondo a bajo volumen los ayuda a relajarse, a concentrarse o a dormir, pueden estar beneficiándose de un efecto de enmascaramiento del sonido. Es decir, un sonido agradable que bloquea otros más intrusivos e irritantes.

Hace unos meses, YouTube suspendió el canal de música en streaming Lofi Girl que había estado reproduciéndose ininterrumpidamente durante más de 20.843 horas, algo más de dos años. La prohibición no estaba relacionada con la reproducción compulsiva del canal, sino con un problema de derechos de autor que luego resultó ser falso. ¿Por qué Lofi Girl era un canal tan popular? La explicación está otra vez en la concentración o, más bien, en la falta de ella.

Lofi Girl funciona como una playlist non stop de música lofi (acrónimo para low fidelity). Los ritmos son suaves, de hip hop, sin voces y optimizados para generar calma y concentración. El canal está ilustrado con un vídeo de una chica muy concentrada en su escritorio. A medida que avanza el día el paisaje cambia, un gato mueve la cola y Lofi Girl sigue escribiendo a buen ritmo, el que le marca la música. Su promesa es justo esa: trabajar con una música que proporciona una concentración absoluta.

En la Universidad de Londres han estudiado este fenómeno nativo de internet. En su trabajo Beats to Relax: Contradiction and Paradox in Lofi Hip Hop, la etnomusicóloga Emma Winston observa que Lofi Girl es atractivo porque ofrece “intimidad y calma, y está diseñado para parecer analógico y antiguo, como de una época que nunca fue”. No hay presión por socializar, aunque en una pequeña ventana se pueden dejar ideas y comentarios, y también recibir respuestas.

“La gran idea es escuchar y trabajar completamente solo, pero con la sensación de estar acompañado”, dice Winston, que lo considera una de las dos grandes paradojas de la música lofi, un género creado en internet “para los que buscan paz, pero no silencio”. La segunda contradicción es que este canal se ha saltado todos los mecanismos comerciales que sustentan el negocio de internet, pues su reproducción continua impide que YouTube ofrezca publicidad o contenidos que probablemente sacarían al usuario de su nirvana sonoro. Para Winston Lofi Girl es “un punto muerto” en la avalancha de contenidos que trastorna nuestra atención.

La popularidad de los ruidos y la música para concentrarnos nos ponen ante el espejo: padecemos horror vacui y solo somos capaces de desconectar si podemos conectarnos a otra cosa.

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Sobre la firma

Karelia Vázquez
Escribe desde 2002 en El País Semanal, el suplemento Ideas y la secciones de Tecnología y Salud. Ganadora de una beca internacional J.S. Knigt de la Universidad de Stanford para investigar los nexos entre tecnología y filosofía y los cambios sociales que genera internet. Autora del ensayo 'Aquí sí hay brotes verdes: Españoles en Palo Alto'.

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