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¿Cannabis o espinacas? Historia de la leyenda que lleva un siglo persiguiendo a Popeye

En los años treinta el marinero se convirtió en uno de los personajes de ficción más querido por las familias estadounidenses a la vez que el gobierno libraba una batalla contra la marihuana aún llena de claroscuros

Popeye
Popeye con su famosa lata de espinacas en un cortometraje de animación del año 1945.Paramount Pictures (Getty Images)

Cuando el 19 de diciembre de 1919 apareció la primera tira cómica de Thimble Theatre en el New York Evening Journal, uno de los rotativos que poseía el magnate William Randolph Hearst, nadie supo presagiar lo que estaba por venir. Ni siquiera su autor, el historietista Elzie Crisler Segar. Protagonizada por la humilde familia Olivo (la desgarbada Olivia, su pretendiente, Ham Gravy, el excéntrico hermano de ésta, Castor, y sus padres, Nana y Cole), al principio aquella sátira con tintes de melodrama cinematográfico no gozó de un enorme éxito. Aunque todo cambió el 17 de enero de 1929, el día que Segar introdujo a un secundario que eclipsaría al elenco inicial: un misterioso marinero, con hipertrofia en los antebrazos, un ojo tuerto y una pipa de caña pegada a la boca. Se llamaba Popeye.

El personaje apareció cuando Castor y Ham Gravy lo contrataron para tripular un barco. Su presencia fue fugaz, ya que el dibujante no tuvo reparos en matarlo. Pero ante la insistencia del público, Segar lo devolvió a la vida a los pocos meses. Por muy gruñón, mujeriego y rudo que fuera, los lectores enseguida se encariñaron de su naturalidad y su pésimo uso del inglés, propio de un inmigrante que aún no domina el idioma a la perfección. En una época en la que los héroes de carne y hueso brillaban por su ausencia, Popeye se ganó de inmediato a las familias de clase obrera.

Póster de 1929 de 'Popeye, el marino'.
Póster de 1929 de 'Popeye, el marino'.LMPC (LMPC via Getty Images)

“Nació en el periodo de entreguerras y al comienzo de la Gran Depresión, una etapa muy dura, y con ciertos paralelismos a la actual, en la que la sociedad necesitaba evadirse de las miserias del día a día. Tanto él como el resto del reparto se las ingeniaban para seguir adelante con fuerza y coraje. Eran supervivientes”, afirma Andrés Pérez, quien entre 2013 y 2019 tradujo al español las tiras originales de Sager y las de sus sucesores, Bud Sagendorf y Bobby London, para Ediciones Kraken. Y añade: “El realismo mágico se inventó en Hispanoamérica, pero en mi opinión hay un claro precedente en el cómic”.

Poco a poco, Popeye acaparó todas las tramas de Thimble Theatre. Segar prescindió de unos pocos personajes (el caso de Ham Gravy, en mayo de 1930, una vez Olivia se enamoró del intrépido marinero) e incorporó otros nuevos. En paralelo a las tiras diarias, en blanco y negro, y dominicales, en color, Popeye alcanzó el estatus de icono pop gracias a los cortometrajes animados que los hermanos Fleischer empezaron a producir en 1933 para las salas de cine. Él, Mickey Mouse y Betty Boop, en ese orden, fueron los dibujos más queridos del público aquella década.

Su popularidad fue tal que, en la segunda mitad de los treinta, el consumo de espinacas aumentó un 33% en Estados Unidos. Entonces ya se tenía constancia de que el científico alemán Emil von Wolff, en 1870, había cometido un error a la hora de analizar su contenido en hierro: se le olvidó poner una coma y dejó por escrito que 100 gramos contenían 35 miligramos del mineral, cuando eran en realidad 3,5. Lo que sí se averiguó en 1929, coincidiendo con su debut en Thimble Theatre, es que eran ricas en vitamina K, al igual que útiles para evitar la osteoporosis o reforzar los músculos y articulaciones.

Un gigantesco muñeco hinchable de Popeye en Central Park de Nueva york durante los años 30 por el desfile del día de Acción de Gracias.
Un gigantesco muñeco hinchable de Popeye en Central Park de Nueva york durante los años 30 por el desfile del día de Acción de Gracias. New York Daily News Archive (NY Daily News via Getty Images)

Segar conocía este dato. Ahora bien, a diferencia de lo que se tiende a creer, Popeye no siempre confió en esta verdura para combatir a sus oponentes. “La primera mención a las espinacas tuvo lugar en una tira publicada el 26 de junio de 1931. Y no las toma para obtener fuerza instantánea: las consume en otros contextos porque ya es vigoroso de serie y, como cuenta en alguna viñeta, le ayudan a mantener una dieta saludable. Como los Fleischer las introdujeron recurrentemente a partir de 1933 en los cortos para acelerar la acción, en plan causa-efecto, Segar recuperó las espinacas de forma muy episódica y sin darles demasiada importancia. Lo mismo ocurrió con Bluto, conocido posteriormente como Brutus: lo dibujó una sola vez en 1932 y fueron los Fleischer quienes lo convirtieron en su archienemigo”, asevera Pérez.

En 1938, en el pico de popularidad de Popeye, Segar falleció en la ciudad californiana de Santa Mónica a causa de la leucemia. Su legado continuó de la mano de otros dibujantes hasta llegar a las tiras dominicales publicadas en la actualidad y dibujadas por Randy Milholland.

La relectura de un clásico

La década de los treinta no sólo estuvo marcada por la recesión, la escasez de comida o el desempleo galopante. En Estados Unidos, superada la ley seca en diciembre de 1933, un nuevo enemigo copó la agenda política del país: el cannabis. “Siglos atrás el cultivo de cáñamo se empleaba para fabricar velas, cuerdas de uso marino y la ropa de muchos marineros. No obstante, a partir de 1930, los intereses de varios lobbies empezaron a demonizar la planta para que dejara de competir con las industrias del nailon, la madera, las petrolíferas o las farmacéuticas. Se puso la excusa de la sustancia psicotrópica para eliminarla”, explica Ana Rodríguez, gerente del Hash Marihuana & Hemp Museum de Barcelona.

Póster de 'Popeye' de la década de los treinta.
Póster de 'Popeye' de la década de los treinta. LMPC (LMPC via Getty Images)

Harry Anslinger, director de la Agencia Federal de Narcóticos, lideró la cruzada. “Su discurso era tremendamente racista y aprovechó la buena relación que tenía con Hearst para difundir en la prensa una campaña contra el cannabis”, narra. “Desde que te daba superpoderes y te hacía inmune a las balas, pasando por noticias amarillistas que definían a los fumadores como delincuentes y depredadores sexuales. Asimismo, en ese contexto aparecieron películas propagandísticas como Reefer Madness, en 1936, o Assassin of Youth, en 1937, que buscaban aleccionar a los padres de los peligros de la marihuana”. A Anslinger le salió redonda la jugada: el Congreso aprobó el 2 de agosto de 1937 la Marihuana Tax Act, una ley que imponía sanciones de hasta 2.000 dólares y penas de hasta cinco años de cárcel a quienes consumieran, importaran o recetaran cualquier preparado con cannabis. En la práctica, supuso su prohibición.

¿Qué tiene que ver esto con Popeye? Desde hace tiempo circula en Internet la leyenda de que Segar utilizó las espinacas como una alegoría del cannabis. Sobre todo, desde que en 2005 se viralizó un artículo, escrito por el activista cannábico canadiense Dana Larsen, titulado ¿Qué hay en la pipa de Popeye? Entre otros aspectos, el autor defiende que el mismo nombre del personaje (Pop eye, o sea, ojo saltón en inglés) daba una clara pista de sus hábitos. La explicación es mucho más sencilla: en los años veinte se empleaba este vocablo para aludir a los marineros estadounidenses que tenían algún problema en el ojo o, simplemente, eran tuertos.

En el Hash Marihuana & Hemp Museum de la capital catalana, sin ir más lejos, se exhibe un juguete del marinero que data de 1935. “En las visitas guiadas decimos que es una hipótesis, no una afirmación. El creador de Popeye nunca lo dejó por escrito, por lo que resulta imposible corroborarlo. Lo que sí es cierto es que, en aquel periodo, la palabra espinacas era una jerga común para denominar la marihuana. Temas como Hooray for Spinach!, de Skinnay Ennis and his Orchestra [grabado en 1939], o The Spinach Song (I Didn’t Like It the First Time), de Julia Lee and Her Boy Friends [1949] adoptaron el término para saltarse la censura”, señala Rodríguez. “Ambas hacen referencia a ello, justamente, por el éxito de Popeye”, matiza Pérez. “No se tiene constancia de ninguna canción anterior a 1933 en la que las espinacas se asocien con el cannabis”.

El dibujante E. C. Segar, creador de Popeye, en los brazos de un Popeye interpretado por Harry Foster Welch en 1935.
El dibujante E. C. Segar, creador de Popeye, en los brazos de un Popeye interpretado por Harry Foster Welch en 1935. Keystone (Getty Images)

“Me conozco al dedillo la obra de Segar y puedo confirmar que todas las conjeturas expuestas en el artículo son falsas”, prosigue el traductor. “Existe una viñeta, publicada el 29 de marzo de 1931, en la que el mismo Popeye menciona explícitamente que fuma tabaco. Larsen también contó que el historietista firmaba las tiras con el dibujo de un cigarro o un puro, pero era su marca personal desde los inicios de Thimble Theatre. Y en cuanto a que chupaba las espinacas a través de su pipa, comenzó a hacerlo en los años cincuenta en los dibujos animados, no en el cómic, y en ciertas circunstancias: por ejemplo, cuando estaba maniatado y sólo tenía la cabeza para actuar. Si se analiza bien, su texto está repleto de incongruencias”.

“A Segar no le habrían hecho gracia estas insinuaciones. Aunque, de seguir vivo, con el tiempo se lo hubiera tomado a broma. Era un tipo con un excelente sentido del humor”, opina Pérez. “Está claro que se ha intentado pervertir el personaje, así que lo que le diría a la gente es que recupere las tiras originales. Popeye es uno de los grandes, como Ciudadano Kane lo fue para el cine”.

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