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Delaossa, el rapero que surgió de los arrabales malagueños: “Hace cinco años no podríamos ni imaginar lo que está pasando ahora con nuestra musica”

El rapero ha conseguido conectar con las nuevas generaciones manteniendo la pureza e integridad de sus raíces sin por ello dejar de ser experimental y provocador

Delaossa
El rapero Delaossa en el estudio de su padre, el pintor Josenrique.
Abraham Rivera

Si dijéramos que a Delaossa le va bien no estaríamos siendo del todo sinceros. Al Dela le va extremadamente bien. El rapero, cuyo nombre original es Daniel Martinez de la Ossa, pasea por su barrio, El Palo, a las afueras de Málaga (una especie de arrabales que han conseguido mantener la pureza e integridad de la zona, frente a la gentrificación y turistificación a la que la ciudad se enfrenta desde hace más de una década). Viste con una camisa verde con los monogramas de Adidas y Gucci, firmada por el director creativo, Alessandro Michele, y no se quita en ningún instante unas enormes gafas de sol negras.

Delaossa sujeta en una de sus manos La Paleña, la cerveza artesana que ha creado junto a Cruzcampo y que rinde homenaje a la esencia de esta popular barriada obrera. Las miradas de sus habitantes, mientras recorremos sus intrincadas callejuelas, plagadas de casitas bajas, le siguen con distancia. Aunque otros muchos le saludan y levantan la mano a su paso. “Aquí crecí y aquí es donde comencé a rapear por primera vez. Hacíamos improvisaciones sobre bases de J Dilla y DJ Premier, te estoy hablando de hace 15 años, éramos muy jóvenes”, comenta el artista, centrado en el género urbano pero con un claro pasado ligado al hip hop nacional.

Los espigones, en un soleado día de octubre, sirven de escenario para que Delaossa se explaye sobre sus orígenes y referencias. “En el mirador empezó todo. Allí conocí a Raggio, Carrión, J.Moods, Kas Rules. Conocí a todos”, enumera. Ellos son los miembros de la crew de Space Hammu, un colectivo que junto a Easy S y Saske ha cambiado los estándares de la música del sur de España. “Antes todo venía de Sevilla. Yo descubrí esa escena en los dosmiles, cuando viví allí”, apunta Ramiro McTersse, más conocido como Ramiroquai, el hombre que no le quita ojo y que desde hace tres años le acompaña en este ascenso al éxito de la música española.

El rapero Delaossa con su padre, el pintor malagueño Josenrique.
El rapero Delaossa con su padre, el pintor malagueño Josenrique.

La faceta de Ramiroquai es relevante por su posición de agente que ha visto la escena independiente, no solo urbana o del rap, sino también del punk en los noventa con su grupos Hechos contra el decoro, desde un lugar totalmente crítico. Sus programas en Radio 3, Atrapados y Bandera Negra, fueron un soplo de aire fresco que se asentaba en referentes del pasado para construir y crear algo novedoso. “Ramiro es un compañero más del grupo”, asiente un Delaossa especialmente meditativo.

Desde el verano de 2019, fecha determinante en el que surge el hit La Placita, con producción de J Moods, Delaossa ha sabido entremezclar cultura de barrio con una identidad muy marcada con muchos de los hechos que le han acompañado. La letra recalca cómo en ese momento comenzaba a ganar dinero: “Pero sigo en el barrio, en la placita / Bajo temprano con mi prenda favorita / Hablando, viendo cómo el humo se disipa / Ready por si mi hermano me necesita, yeh”.

“Fue increíble ver cómo la gente hizo suya la canción. Desprenderse del tema y dejar que los chavales la cantaran por la calle. Pero creo que ocurrió de forma progresiva, no percibí que el éxito me hubiera estallado”, describe de aquel momento. Luego llegó su directo en Madrid: “Allí lloré, había mucha gente de El Palo que había venido a verme y terminamos con La Placita. Todo el público coreando. Es algo que nunca olvidaré”.

Su disco, Un perro andaluz, y la posterior mixtape La Tour Lifee, asentaron unos modos y unos gestos que han continuado. Su mirada, sincera y despreocupada, en el que la vida en la calle se distancia del matonismo y el querer aparentar, tampoco deja de lado lo que es el amor o la amistad. Gestos que se dan la mano con la cultura popular, como ocurre en Es peligroso asomarse al interior donde recita: “Me junté con Moods, como Dalí y Buñuel / Él pone música, yo plasmé los sueños en el papel / Son dos ideas que se juntaron y nació la obra / Como una luz que da sentido a ese millón de sombras”.

El artista Delaossa.
El artista Delaossa.Álvaro Cabrera

Delaossa perdió a su madre siendo un adolescente. “Un cáncer. Imagínate, pierdes a uno de tus referentes y estás recibiendo una pensión”. Unos años en los que vive fuerte, donde la droga es un elemento más que genera lazos de amistad, pero que también le lleva a estados de oscuridad. “Todo eso me ha servido también para ser lo que soy ahora”, reflexiona.

Playa Virginia es su último EP de estudio, lleva menos de un mes en la calle, y refuerza mucho del lenguaje que Delaossa ha practicado en este 2022, donde también se le ha podido escuchar junto a Vizio y Kiddo en Patio, un track que ya va por los cuatro millones de visualizaciones en Youtube.

Con portada del innovador fotógrafo Geray Mena, Playa Virginia es su cara más arriesgada, se desprende levemente de su pasado rapero para abrazar la cultura más popular, sin por ello dejar de ser experimental, provocador y altamente imaginativo. “He querido cambiar el rumbo que tenía, mi meta es llegar a un público más amplio”, comenta. El nombre de C. Tangana aparece en la conversación. “Ninguno podíamos imaginar hace cinco años lo que está pasando ahora mismo con nuestra musica”, destaca. De ahí unas letras que conectan con las nuevas generaciones, pero también con cualquiera con un mínimo de interés por el presente. Hay reflexiones tan acertadas como sus continuas miradas al pasado: “Por eso bajo al barrio siempre en primavera / Y a quien critique mi carrera, mira / Me da igual que inventen lo que quieran, porque. O: “Vengo de cuando en esto no había industria / De cuando la música se hacía sin bulla”.

Merendero El Cabra, callejón de La Virgen, restaurante Miguelito El Cariñoso o El Rompeolas son algunos de los lugares que marcan su paisaje emocional mientras paseamos con él por la playa. Delaossa observa, cuenta anécdotas y no para de mirar a aquellos espacios que han hecho lo que es hoy. “Bajo al barrio cada dos o tres meses, para acordarme de dónde vengo, es una cosa que siempre tengo por bandera. No me olvido de dónde vengo, pero tengo otros intereses”, comenta y recuerda que hace un año se instaló en Madrid, muy cerca del cuartel de operaciones de Dale play, la factoría creativa de Ramiroquai. “Mi carrera acaba de empezar”, sentencia. “El Palo. Málaga. Worldwide. Del Palo hacia el mundo”.

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Sobre la firma

Abraham Rivera
Escribe desde 2015 para EL PAÍS sobre gastronomía, buen beber, música y cultura. Antes ha sido comisario de diversos festivales, entre ellos Electrónica en Abril para La Casa Encendida, y ha colaborado con Museo Reina Sofía, CA2M y Matadero. También ha presentado el programa Retromanía, en Radio 3, durante una década.

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