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Tom Cruise, Harrison Ford... Hollywood se encomienda a sus estrellas. Pero, ¿cuántas le quedan?

El éxito de ‘Top Gun’ y ‘Jurassic World’ evidencia la apuesta de los grandes estudios de Hollywood por sus actores más icónicos. Indiana Jones o el Batman de Michael Keaton serán los siguientes en desfilar

Harrison Ford, Tom Cruise y Sandra Bullock
Harrison Ford, Tom Cruise y Sandra Bullock, tres reclamos (en el caso de Ford será el año que viene en una nueva 'Indiana Jones') que han funcionado para la taquilla de 2022.Collage: Blanca López

La primera vez que vimos a Tom Cruise pilotar un caza F-18 en la gran pantalla fue hace 36 años. Casi tres décadas han pasado desde que los doctores Alan Grant (Sam Neill), Ellie Sattler (Laura Dern) e Ian Malcolm (Jeff Goldblum) nos descubrieran los encantos –y peligros– de Parque Jurásico, y más de cuatro lleva Jamie Lee Curtis huyendo de la amenaza de Michael Myers en la saga Halloween. También Ewan McGregor desenfunda el sable láser tras 20 años (entre La amenaza fantasma y la actual serie Obi-Wan), Patrick Stewart capitanea la Enterprise (en la reciente Picard, tras la ochentera Star Trek: La nueva generación) y Tobey Maguire recupera el sentido arácnido (en Spider-Man: No Way Home, 19 años después de su Spider-Man). No debería extrañar pues que el próximo verano Harrison Ford y Michael Keaton traten de conquistar de nuevo al público quitándole el polvo a los trajes de Indiana Jones y Batman, respectivamente. A la cita tampoco faltará Cruise con la séptima entrega de Misión Imposible y los galones, más que merecidos, de abanderado del retorno de las estrellas clásicas de Hollywood. Justo cuando la industria más lo necesitaba.

Con más de 700 millones de euros recaudados en todo el mundo –y sumando–, Top Gun: Maverick no solo se ha convertido en la película más exitosa en las cuatro décadas de carrera de Tom Cruise, sino en una rara avis que ha puesto boca abajo los cimientos de la meca del cine. En una industria dominada por las franquicias de superhéroes y las sagas de fantasía, acuciada por el empuje del streaming y el impacto de una pandemia cuyo efecto sigue lastrando la venta de butacas, el éxito global de esta secuela reivindica una forma de hacer cine, y promocionarlo, que parecía destinada a la extinción.

Calificado de unicornio, es el único de los grandes nombres que sigue negándose a protagonizar una película destinada a estrenarse primero en plataformas digitales. Tampoco ha sucumbido al auge de las series ni a los cheques millonarios de Marvel, dedicando su esfuerzo a rodar escenas de acción cada vez más arriesgadas y recorrerse el mundo (de México a Japón pasando por Cannes o un portaaviones en California) para promocionar, con el entusiasmo de un recién llegado, su último lanzamiento. “Come, duerme y sueña este trabajo”, dijo sobre él un antiguo jefe de producción de la Paramount.

Iglesia Cienciología
Tom Cruise en el estreno en Japón de la película Top Gun: MaverickKen Ishii (Getty Images for Paramount Pictu)

“El caso de Tom Cruise es especial porque es alguien muy mediático, que cae bien y cuya trayectoria es muy valorada por el público. Se implica mucho tanto en el rodaje como en la promoción y todo eso hace mella en el espectador”, corrobora Fernando Lobo, impulsor de los Cines Embajadores. Al frente de una de las salas más jóvenes de Madrid, el exhibidor asegura que del éxito de películas como Top Gun: Maverick depende la recuperación de toda la industria cinematográfica. “Para que los cines humildes funcionen primero tienen que hacerlo las grandes películas de Hollywood, que mueven a millones de personas en masa. Una vez vuelvan a cogerle el gusto a la sala, apostarán por otras alternativas cinematográficas. El público veterano en España sigue siendo el más reticente a volver”. Precisamente uno de los mayores hitos del filme sobre aviadores de la Armada estadounidense es la captación de espectadores mayores de 35 años en su estreno (hasta el 55% del total), un estrato demográfico todavía evasivo a volver a ocupar su asiento tras la pandemia.

Desde su estreno a finales del mes de mayo, la única película capaz de acabar con la hegemonía de Cruise en lo más alto de la taquilla ha sido Jurassic World: Dominion. La enésima entrega de la saga también se abona al factor nostálgico: recupera como secundarios de relumbrón al trío protagonista original casi 30 años después del estreno. La fórmula parece haberle funcionado. Fue el mejor primer fin de semana de una película no perteneciente al género superheroico desde que la pandemia cerrara los cines de todo el mundo. “Las estrellas insuflan vida nueva a franquicias conocidas, ofreciéndole al público una presencia familiar y reconfortante”, explica a ICON Gregg Goldstein, periodista de revistas como Variety, que considera que regresos como el de Sam Neill a Jurassic World “permite que diferentes generaciones de una misma familia puedan ver la secuela juntos”.

El intento de replicar un déjà vu entre los espectadores es un objetivo incesante entre los estudios. Disney se llenó los bolsillos con la vuelta de Luke, Leia y Han Solo en Star Wars: El despertar de la fuerza (2015). Y en los últimos meses hemos sido testigos de la resurrección del reparto original de franquicias míticas como Cazafantasmas, Matrix, Scream o Jackass. Sandra Bullock, un subgénero en sí mismo, ha regresado triunfal este año a la comedia de aventuras en La ciudad perdida. Esta semana hemos visto una escisión dramática de Toy Story con la precuela Lightyear, el mismo camino que seguirá en unas semanas Universal con Minions: El origen de Gru.

Sandra Bullock y Channing Tatum protagonizan 'La ciudad perdida'.
Sandra Bullock y Channing Tatum protagonizan 'La ciudad perdida'.

¿Falta de ideas? ¿Despliegue de poderío ante la embestida del streaming? Para el crítico cinematográfico Tim Grierson, lo que motiva esta tendencia es la apuesta incansable de Hollywood por perpetuar sus franquicias de éxito. “La gente quiere ver a los actores repetir sus papeles, aunque sean más viejos”, argumenta. En su opinión, pesan más los personajes que los actores en sí mismos, con Tom Cruise y Sandra Bullock como honrosas excepciones a la regla: “Proceden de una época en la que la industria todavía cuidaba a sus estrellas por encima de las marcas. La gente va al cine por su amor por ellos, pero lo habitual es que la franquicia en sí misma tenga más importancia que quien la protagoniza. Son una anomalía”, añade a este medio.

El impacto de Top Gun: Maverick se tradujo en la publicación de decenas de artículos, y hasta encuestas, que compartían una misma pregunta: “¿Es Tom Cruise la última gran estrella de cine?”. El currículo del actor durante las últimas décadas, pese a su controvertida filiación con la Iglesia de la Cienciología, habla por sí solo, pero también denota una posible falta de relevo generacional. Nombres como Tom Holland, Zendaya, Dwayne Johnson, Margot Robbie o Robert Pattinson han protagonizado en los últimos años éxitos incontestables, pero la mayoría lo han hecho apoyándose en franquicias millonarias y no en historias originales aupadas por el magnetismo de sus protagonistas. El actor que lleve la capa de superhéroe ante una pantalla verde parece importar poco e imaginar a la cosecha actual dentro de 36 años cosechando taquillazos históricos como Cruise se antoja utópico.

Goldstein sostiene que, con el contexto cultural actual, no hay otra salida para los nuevos talentos: “Los actores más jóvenes tienen que adherirse a estos proyectos para ser famosos”. Grierson está de acuerdo –”solo así serán gigantes”– y pone como prueba el ejemplo reciente de Rachel Zegler o Ariana DeBose, dos actrices revelación del remake de West Side Story que han fichado por Los Juegos del Hambre y Kraven el Cazador (Marvel), respectivamente. Fernando Lobo, por su parte, pone el foco en el cambio de paradigma mediático experimentado por las estrellas del mañana: “Ahora, con intérpretes como Tom Holland o Zendaya, puedes comprobar lo que hacen en cada momento gracias a sus redes sociales. Antes, o los veías en el cine o no los veías. Ese halo de misterio ha desaparecido”.

Cruise, abonado a la opacidad más absoluta en lo concerniente a su vida fuera de los platós, también es la excepción en ese terreno y delimita su cuenta de Instagram al marketing más riguroso. De él solo sabemos que puede encaramarse al ala de un avión, pilotar un caza de combate o colgarse de un prominente rascacielos; lo que sea con tal de entretenernos cuando las luces se apagan.

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