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Cuando las masas estropearon Internet para siempre (y fue décadas antes de Twitter)

Un mes de septiembre, pero en 1993, un invento disfrutado únicamente por minorías experimentó la llegada masiva de miles de nuevos usuarios. Se llamaba Internet y desde entonces, dicen, vivimos atrapados en ese momento.

En ‘La Red’ (1995), Sandra Bullock se descargaba internet entero dentro de un disquete. Tiempos.
En ‘La Red’ (1995), Sandra Bullock se descargaba internet entero dentro de un disquete. Tiempos.

Septiembre se suele coger con ganas pero nunca con el ímpetu de 1993. Existe una teoría que determina que, culturalmente hablando, aquel mes nunca ha terminado: esta revista ha llegado a los quioscos el 10.231 de septiembre de 1993. Es fácil de comprobar porque, como hoy existen webs para todo, hay una (september1993.com) dedicada a contabilizar la fecha según la Teoría del Septiembre Eterno.

Durante los últimos años ochenta no había webs para todo sino solo para las cosas que molaban. La Red era un espacio secreto, exclusivo y lleno de posibilidades. Y sus habitantes, frikis y pijos que solo tenían en común su rechazo hacia la gente nueva. Cada septiembre, con la llegada de miles de estudiantes universitarios que se conectaban por primera vez desde el campus, los usuarios veteranos les educaban en la netiqueta: no publicar demasiados mensajes, no cambiar de tema sin venir a cuento, no escribir en mayúsculas. Y sobre todo pasar las primeras semanas leyendo sin participar, para así ir familiarizándose con las dinámicas. En un par de meses todos los nuevos usuarios o bien se integraban o bien se sentían tan excluidos que se aburrían y dejaban de conectarse.

Aquel septiembre, la empresa AOL lanzó una campaña de captación a nivel nacional para que cualquiera pudiera conectarse desde casa. Esta llegada masiva de nuevos usuarios, claro, fue imposible de gestionar para los veteranos de internet. La apacible cultura de debate de los foros quedó arrasada por millones de nuevos perfiles, que ni conocían ni tenían interés alguno en conocer sus códigos. Internet dejó de ser una promesa llena de posibilidades. Ya no era una subcultura, ni una herramienta, ni una escapada de la realidad. Ahora era una versión de la realidad. Masiva. Impertinente. Democrática. Un informático, Dave Fischer, decretó en la red social más popular de la época, alt.folklore.computer: “Es oficial. Septiembre de 1993 pasará a la historia como el septiembre que nunca terminó”. Ahí se vio la naturaleza de la bestia: Internet es una sociedad construida sobre el elitismo, la superioridad moral y las ganas de decir “estás usándolo mal”. Y cada nueva batalla cultural demuestra que, en el fondo, hay gente que nunca dejó de considerar que internet es más suya que de los demás.

En otro septiembre, el de 2005, hubo una réplica de menor escala cuando Facebook dejó de ser exclusivo para universitarios y aceptó a estudiantes de instituto. Muchos acusaron a la red social de arruinar lo que la hacía especial.Fischer recomienda no dramatizar: “Es mejor incluir a todos, aunque muchos sean idiotas”.

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