Cuatro preguntas sobre la moda del mañana que descifra Gucci

La artista Silvia Calderoni se levanta una mañana y, a lo largo del día, recorre un café, una tienda de ropa, un teatro o una oficina de correos. En su itinerario se cruza con rostros extraordinarios y con celebridades de distintos ámbitos –Florence Welch, Billie Eilish, Harry Styles, Paul B. Preciado– que pueblan un universo onírico. En esta suerte de versión surrealista y milénial de La señora Dalloway, el hilo conductor es la nueva colección de Gucci, y la narrativa responde al encuentro entre el cineasta Gus Van Sant (Mi Idaho privado, Elephant) y el director creativo Alessandro Michele.

El resultado es Ouverture of something that never ended, una serie de cortometrajes –que también se puede ver como un largometraje en siete episodios– que podría haber acabado para siempre con el dilema entre el desfile y el fashion film. Ante todo, este proyecto contiene una cantidad ingente de moda y de ideas acerca de la moda. A continuación tratamos de descifrar algunas de ellas.

¿Qué pasa con las temporadas?

Según Michele, desaparecen como tales. O, al menos, de manera tan estricta como antes. Ouverture es una colección, sí, y una colección con muchas prendas y looks distintos, pero no se adscribe a una fecha determinada ni a un periodo en concreto, al menos en principio. No es extraño que así sea después de un año en el que el mundo ha discurrido a varias velocidades distintas, con varios de los sectores que dan sentido a la moda –la vida social, el turismo, la agenda cultural– paralizados durante meses.

Hasta ahora, las temporadas de moda han sido como el gong que marcaba el avance incesante de las tendencias, el cambio cíclico y estandarizado. La pandemia ha trastocado los planes y ha vuelto el tiempo relativo. “El mañana podría ser distinto”, afirma Florence Welch en uno de los episodios. Y Gucci suelta lastre con una colección cuya temporalidad será la que marque el ritmo natural de las cosas.

¿Digital o analógico?

Es muy llamativo que no haya ni una sola pantalla táctil en todo el metraje de la serie dirigida por Gus Van Sant y Alessandro Michele, sobre todo teniendo en cuenta que Gucci es una de las firmas que mejor ha entendido el caudal creativo de las redes sociales y su capacidad expresiva. Los personajes hablan a través de interfonos, ven la televisión (analógica) y pasean por la ciudad. Por un lado, recuerda a aquellas novelas utópicas en las que el protagonista despierta en un mundo con lo mejor del pasado y lo mejor del futuro. Por otro, el tránsito del personaje de Silvia Calderoni por distintos espacios –una cafetería, una tienda de ropa de segunda mano, un teatro, la casa de un amigo– tiene mucho que ver con el modo en que los milénials y la generación Z consumen cultura e imágenes: con atención plena, pero por tiempo limitado. La moda que propone Michele también es dual: irresistible para la pantalla, pero también artesanal y muy tangible.

¿Cuándo pasa de moda una prenda?

En una de las escenas más reveladoras del capítulo 5 de Ouverture, un modelo se viste con una blusa con lazo estampada con el monograma de Gucci. De repente, el espejo que refleja su imagen le devuelve otra distinta: en lugar de vestir la nueva colección de la marca, luce el look más destacado de la primera colección masculina que presentó Alessandro Michele en 2015, con una blusa roja con un lazo al cuello que se convirtió en una de las prendas más virales y fotografiadas de aquella temporada. En el episodio 6, ese mismo hilo argumental continúa en una tienda de ropa vintage donde las prendas, en realidad, proceden de distintas colecciones de los últimos 5 años de la casa.

En ese marco, lo nuevo y lo teóricamente caduco dialogan y se entienden extraordinariamente bien. El mensaje parece claro: nada está obsoleto. La moda del futuro no será una sucesión de tendencias opuestas que se fagocitan unas a otras, sino un armario orgánico en construcción permanente. Adiós, ansiedad. Hola, combinatoria libre.

¿Cómo vestirá el hombre mañana?

Para ser rigurosos con esta pregunta, lo primero sería inquirirse qué es un hombre y qué es una mujer, y en qué medida esas categorías siguen siendo válidas. De hecho, eso es lo que hace el escritor y filósofo Paul B. Preciado en su brillante intervención en el primer episodio del proyecto. Desde el televisor, Preciado menciona “la revolución del amor”, “el despertar de los monstruos” y su relación casi lisérgica con la testosterona. No es extraño que, en su desfile celebrado el pasado mes de enero en Milán, Michele reivindicase el poder creador de los primeros años de la infancia, cuando la identidad de género aún no se ha desarrollado del todo. Ni que, unos meses antes, Preciado recogiera su Premio ICON de Literatura con un alegato en contra de la asignación de género al nacer.

Para el director artístico de Gucci, este debate siempre ha estado en el corazón de prendas que transitan sin esfuerzo de un género a otro hasta diluir sus límites: camisas que son como vestidos infantiles, prendas de encaje, estampados florales, faldas, lazos. Ahora, además, conviven con camisetas amplias, pantalones deportivos, chándales y zapatillas que revelan la influencia del hip hop, pero no del que hoy visten los reyes de las listas de éxitos, sino los de los ochenta, el mismo al que dio forma Dapper Dan desde su sastrería en Harlem o el que retrató Jamel Shabazz en sus fotografías: retazos de la edad dorada de las subculturas para dar forma al nuevo idealismo de Gucci.

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