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Evru, el artista al que el franquismo internó en un psiquiátrico: “Cuando salí perdí la esperanza en los estados nación, por eso creé el mío: Evrugo Mental State”

Evru, antes conocido como Zush, presentará su próxima exposición, ‘Zush. Obras 1970-1988′, este sábado en la galería Maisterravalbuena de Madrid. Allí podrán verse quince de sus obras y cuatro libros realizados en esos años

'DjinJesud', obra de 1985. Cortesía del artista y Maisterravalbuena.
'DjinJesud', obra de 1985. Cortesía del artista y Maisterravalbuena.ROBERTO RUIZ
Ianko López

“Puede que aquí en Cataluña haya un debate sobre el independentismo, pero yo llevo siendo independiente desde 1968″, dice Evru, o –si nos ajustamos a lo que indica su DNI español- Alberto Porta Muñoz (Barcelona, 77 años). No bromea: hace más de medio siglo decidió crear su propio estado, al que llamó Evrugo Mental State, del que es ciudadano único. Cuando este periodista quiere confirmar que en la actualidad vive en Barcelona, Evru puntualiza: “Realmente vivo en Evrugo Mental State, aunque físicamente esté en Barcelona”. Evru, uno de los artistas contemporáneos españoles más originales y fértiles, prepara su próxima exposición, Zush. Obras 1970-1988, que se inaugurará el 25 de noviembre en la galería Maisterravalbuena de Madrid, con unas quince obras y cuatro libros realizados en esos años.

Zush fue otro de sus nombres antes de autodenominarse Evru. “Zush” es una palabra que escuchó a un paciente en la institución psiquiátrica en la que de joven fue internado durante tres meses: ”Me internó el sistema franquista porque era hippy y fumaba marihuana”. Al salir decidió rebautizarse con ella. “A raíz de ese internamiento la gente piensa que estoy loco, pero no estoy más loco que cualquier otro. Cuando salí del psiquiátrico me fui a vivir a Ibiza y le dije a todo el mundo que me llamaba Zush. Después, como perdí la esperanza en los estados nación, creé el mío, Evrugo Mental State, y por eso mi nombre actual es Evru, que son sus cuatro primeras letras. Una vez me preguntaron si me volveré a cambiar de nombre y dije que no, pero quiero que en mi tumba pongan “Go” (“irse” o “vete” en inglés), que son las otras dos letras que quedan.

Retrato de Zush-Evru.
Retrato de Zush-Evru.

¿Y por qué necesitaba un estado propio? Es una manera de pensar, un state of mind [estado mental]. Tú también tienes tu propio estado. Si yo me acercara mucho a ti entraría en tu territorio personal, y desde él podrías aceptarme o rechazarme, como hace un animal. Pues esto es igual. Todos tenemos esta necesidad de territorio individual.

Incluso tiene su propia bandera, que representa un ojo dentro de un cerebro. ¿Por qué? Todos los estados tienen un ideal y el mío es tener las cosas claras, eso representa. Mi estado tiene bandera, pasaporte y moneda, porque para demostrar que tienes un estado debes utilizar símbolos de estado. Por lo demás, yo no necesito bandera ni pasaporte.

También ideó su propio alfabeto, que denominó Asura, y a veces lo utiliza en su obra artística. Al no ser comprensible para el espectador, su lectura no condiciona la obra, algo que para Evru es de vital importancia: “Así tengo la libertad de escribir lo que me dé la gana. A veces también hago una especie de escritura automática, y ni yo soy capaz de traducir lo que he escrito”.

'Egobrenod', obra de 1983. Cortesía del artista y Maisterravalbuena.
'Egobrenod', obra de 1983. Cortesía del artista y Maisterravalbuena.ROBERTO RUIZ

Se le ha asociado con el arte pop, una etiqueta que utilizó en sus inicios para conseguir que el galerista René Metras, de Barcelona, se interesara por su trabajo y decidiera exponerlo: “Yo solo tenía 16 años, y leía la revista Life, que compraba mi padre, donde veía las obras de gente como Claes Oldenburg y los artistas pop ingleses, que me impresionaban mucho. Como aquí era aún una corriente muy desconocida, ‘pop’ fue como una palabra mágica para que Metras me expusiera, aunque yo no lo era en realidad”. También se ha señalado su afinidad con el surrealismo y el dadá, unas asociaciones que no parecen disgustarle, aunque por principios rehuya toda clasificación: “Las buenas obras de arte no se puede clasificar con un estilo, porque engloban muchos en una sola, como ocurre con mi favorita de la historia del arte, El jardín de las delicias, de El Bosco. Ese mi ideal. No quiere decir que siempre lo consiga, pero en algunas obras sí”.

Su obra es variada y proteica, pero hay elementos, como un peculiar tratamiento de lo biomorfo, y de la relación entre mente y cuerpo, que casi siempre aparece en ella. “Se me ha criticado que como artista no tengo un estilo definido, pero es que yo soy muchos artistas en uno”, alega. “Todos somos así. Todos somos buenos y malos, estúpidos y listos, torpes y hábiles, tenemos varias personalidades, y yo dejo que eso aparezca en el arte. Incluso dentro de un mismo año hago cosas contradictorias entre sí”. En el catálogo de La campanada, la exposición individual que el Museo Reina Sofía le dedicó en 2000, el escritor y profesor universitario Antonio Monegal se aventuraba a definir su visión como “materialista, anclada en la mística del cuerpo y en el culto al sexo”. “Sí, uno de los artistas que soy es ese que decía Monegal”, admite. “En esta exposición que presento ahora hay una obra que es incluso pornográfica, una que hice en Ibiza” [se trata de Zucking, de 1975, que representa una penetración].

En Ibiza vivió entre 1968 y 1986, los últimos ocho años alternando sus estancias allí con Nueva York, donde pasaba los inviernos. Y después dejó la isla balear para quedarse en Nueva York, en alternancia con Barcelona. La primera vez que viajó a los Estados Unidos fue en 1975, el mismo día en que murió Franco. “Elegí ese día porque había eclipse lunar, hasta pedí un asiento de ventanilla en el avión para poder verlo”, recuerda. “Estoy convencido de que a Franco lo desenchufaron la noche del eclipse para hacerlo todo más histórico”.

Había obtenido una beca de la Fundación Juan March para trabajar sobre las holografías, pero una vez allí cambió de opinión: “Me di cuenta de que la holografía era una estupidez, porque consistía en hacer algo que ya tienes, pero repetido en 3D. Así que intenté generar una pistola para pintar directamente en 3D, pero resultaba carísimo y no se podía hacer. Entonces supe que los ordenadores eran lo que realmente iba cambiar el mundo de la imagen. Me obsesioné con ellos, y he hecho muchas cosas digitales. Incluso algunas obras que están hechas a mano las diseñé originalmente en ordenador”.

'Kaenia Overa', obra de 1973. Cortesía del artista y Maisterravalbuena.
'Kaenia Overa', obra de 1973. Cortesía del artista y Maisterravalbuena.Pablo Gómez-Ogando

¿Y qué le parece la inteligencia artificial? Es parte de la realidad del ser humano. Hace años en ARCO me preguntaron cómo será el arte del futuro, y dije que sería una inteligencia artificial que generaría imágenes como un artista más. Y así ha sido.

En los años setenta y ochenta su trabajo se internacionalizó de la mano del histórico galerista Fernando Vijande, su amigo y mentor, gracias a quien participó en la Documenta de Kassel de 1977. La exposición de Maisterravalbuena incluirá la primera obra que expuso con Vijande (un pene en erección, para la muestra de 1971 Eros, de la galería Vandrés), y también un homenaje póstumo a través de un tríptico en el que se representa el cadáver del galerista. Vijande también consiguió que se le incluyera en la exposición New Images from Spain del museo Guggenheim de Nueva York en 1980. Al tiempo, la galería neoyorquina Phyllis Kind comenzaba a representarlo en los Estados Unidos.

Incluso ha colaborado con el músico Peter Gabriel, con el que hizo un CD, un videoclip y el diseño de la portada de un disco, Eve, de 1996. ¿Cómo llegó Peter Gabriel hasta usted? En la gira que ahora está haciendo Peter Gabriel también aparecen imágenes mías en unas pantallas. Yo participé en la exposición colectiva Magiciens de la Terre (1989) en el Centre Pompidou de París, y allí él descubrió mi obra, que le encantó, así que vino a verme a Barcelona y nos hicimos amigos. Lo veo como un hermano. Incluso nos parecemos físicamente.

¿En qué trabaja actualmente? Yo no trabajo, prefiero decir que “trasubo”, de subir. Trabajar es irte para abajo, que es lo que hace un minero, pobre.

¿Y en qué está? Estoy dibujando unos personajes alargados con una cabeza muy grande. Llevo cinco años con ellos, y el galerista se desespera porque no hago cosas más grandes, en color. Pero hay días que no hago nada, no escucho ni música. Soy como un monje, y tengo la suerte de estar en un estudio muy silencioso. Tengo pareja, pero solo nos vemos los fines de semana. Y no todos: muchos tampoco nos vemos.

Se habla de usted como de un artista excéntrico. ¿Acepta de buen grado el término? Me gusta lo de excéntrico, que implica no estar en el centro, o poder salir de él. Estoy encantado de ser excéntrico. Siempre que cuando quiera pueda volver al centro, claro.

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Sobre la firma

Ianko López
Es gestor, redactor y crítico especializado en cultura y artes visuales, y también ha trabajado en el ámbito de la consultoría. Colabora habitualmente en diversos medios de comunicación escribiendo sobre arte, diseño, arquitectura y cultura.
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