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La paradoja y el estilo
Columna
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Maricón y zorra

Uno de los logros de la canción de Nebulossa es intentar convertir el calificativo en lo contrario: un impulso para la normalización de la igualdad. ¿Ha sido igual con “maricón”? ¿Consiguió el insulto dejar de serlo?

Nebulossa
El grupo Nebulossa durante su actuación en la gala final del Benidorm Fest, el 3 de febrero de 2024 en Benidorm (Alicante).Joaquín P. Reina (Europa Press)
Boris Izaguirre

El jueves, debatiendo en el programa de Ana Rosa Quintana en Telecinco sobre la canción Zorra, del grupo Nebulossa, ganadora en el Benidorm Fest para representar a España en Eurovisión, me encontré diciendo que no me gusta la palabra maricón. Ana Rosa había declarado antes que a un hombre el término zorro lo identifica como astuto, mientras que en femenino descalifica a la mujer. Astuta, comunicadora y empresaria, Ana Rosa lo es y con éxito demostrado. Pero, en la canción, yo creo descubrir un interés por revertir el maltrato a las mujeres y permitirle a esa zorra ser un grito al que muchos quieren sumarse. Es un tema polisémico y polémico —este viernes dimitió Montserrat Boix como delegada de Igualdad, Inclusión y Diversidad de RTVE—, que plantea giros en el guion del feminismo, difíciles de encajar, admito. Pero no puedo dejar de emocionarme porque una canción y Eurovisión formen parte de la conversación.

En el mismo programa se mostraron tres versiones en tres idiomas diferentes de Zorra y fue tan divertido como demostrativo de que, musicalmente, la canción es un hit. Una vez que empiezas a tararearla ya no la sueltas, incluso si tienes que restringir el tiempo de ducha por la sequía. Ese es el primer logro de la canción de Nebulossa. El siguiente es intentar convertir el calificativo en lo contrario: un impulso para la normalización de la igualdad. ¿Ha sido igual con “maricón”? ¿Consiguió el insulto dejar de serlo?

Es distinto. Para empezar, no tenemos una canción famosa que exclame Maricón en su título, exceptuando aquel mítico y provocador Maricón de España de Millán Salcedo en Martes y Trece (emitido por la televisión pública hace unas décadas). Es cierto que el homosexual varón, sobre todo, ha conocido una serie de figuras televisivas que han normalizado su rol en nuestra sociedad, entre las que me incluyo con los Javis (que esta noche presentan los Goya junto a Ana Belén), Jesús Vázquez (con quien coincido esta noche en Bailando con las estrellas) o Terenci Moix y Antonio Gala. Pero creo que a ninguno nos define el término. Tampoco nuestra sexualidad, aunque nos ha otorgado una capacidad de mirar y de sentir, que ha contribuido a nuestra esencia y seguramente ha influido en nuestra popularidad. Todo eso, que es contradictorio y estimulante, se detiene en seco al recordar que, en julio del 2021, Samuel Luiz murió por las patadas propinadas por otros en A Coruña bajo el grito repetido de “maricón”.

Evidentemente, no ocurre lo mismo con Zorra. No es una canción violenta como tampoco lo es el intento de revertir los roles. Se puede ser zorra siguiendo el ejemplo de los Foxy, el término en inglés para aplicar lo mejor de ese animal al género humano. Esa astucia, ese sexy, ese cierto peligro que se aplaude en el zorro y que Zorra quiere cambiar, compartir. Si llega a triunfar en Malmö, puede ser un ladrido en toda Europa, pero la canción ya forma parte de los hits de esa discoteca inagotable que es el festival de Eurovisión.

El lunes, días antes de todo esto, acudí al almuerzo ofrecido por Seix Barral tras el fallo de su célebre Premio Biblioteca Breve. Este año el ganador ha sido Jesús Carrasco. Desde hace años, ese almuerzo es una ocasión perfecta para compartir con la intelectualidad catalana y española. Como en un festival, la batalla por las mesas forma parte del protocolo, pero si te organizas bien puedes terminar sentado con David Trueba, Eduardo Mendoza, Carles Sans o Fernando León de Aranoa. No hablamos de Zorra, pero sí de productores de televisión, de premios literarios y de muchos chismes más, pero solo puedo escribir que nos refugiamos en el humor y en el Año Nuevo Chino, el del Dragón de Madera, que se celebra hoy y que ya es tan oriental como catalán. Tan hetero como gay. Y tan nuevo que dan ganas de disfrutarlo ya.

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