¿Quién es quién en el mundo del K-pop? Los ídolos detrás del fenómeno musical que arrasa
La influencia de los grupos surcoreanos más exitosos del planeta trasciende el mundo de la canción y se consolida como un valor seguro para las marcas o la televisión. Desde su adolescencia, los artistas lidian con el agotamiento físico y mental, a lo que se suma la presión por triunfar y la exposición exacerbada a la que son sometidos
Pulverizan récord tras récord en la industria de la música, paralizan el tráfico allá donde van, arrastran una comunidad global de seguidores que se cuenta por millones, convierten en lugar de peregrinación cada sitio que pisan y las marcas se rifan su presencia en campañas de publicidad. El furor por el K-pop y sus ídolos ―como se denomina a los artistas objeto de este fenómeno fan originado en Corea del Sur― se ha instalado en Occidente. Pero, ¿quiénes son los nombres más poderosos del k-pop en la actualidad?
En Corea del Sur, el K-Pop empezó a adquirir relevancia en los años noventa del pasado siglo. Cada uno de los grupos surgidos a lo largo de estas décadas se categorizan en distintas generaciones, divididas según sus años de debut. Así, la última generación de K-pop, la número cuatro, se establece desde 2017-2018 hasta el presente. Mientras, una quinta generación está en proceso de creación. Y es que la maquinaria no descansa nunca, se ofrecen nuevas canciones de manera constante y se forman una y otra vez grupos musicales con los que mantener el interés intacto. Las formaciones del K-pop actual están integradas por jóvenes carismáticos y talentosos, abanderados, eso sí, de un ideal de belleza muy limitado, donde la diversidad es inexistente y todo son cuerpos normativos y rostros de piel nívea de aspecto porcelánico. Coreografías estudiadas al milímetro, vestuarios a la última moda y una puesta en escena digna de un intermedio de la Super Bowl funcionan como el envoltorio perfecto.
En la actualidad, grupos como la girl band Blackpink se sitúan en la cúspide de este género musical. La formación cuenta con cuatro integrantes cuyas edades oscilan entre los 26 y 28 años, conocidas por sus nombres artísticos como Jennie, Jisoo, Lisa y Rosé. Todas ellas son auténticas celebridades más allá de Corea del Sur. Eso sí, no todas son surcoreanas. Lisa es tailandesa y Rosé nació en Nueva Zelanda y se crió en Australia. A finales del año pasado, el grupo fue nombrado por la revista Time como Entertainer of the Year, un reconocimiento que llegó después de la buena acogida que tuvo su segundo álbum de estudio, Born Pink. En abril sumaron un nuevo hito a su carrera musical al convertirse en cabezas de cartel en Coachella, con el nombre de Blackpink por encima del de otras superestrellas como Rosalía. Pero llegar hasta donde están no ha sido precisamente sencillo.
Para convertirse en ídolo K-pop se exigen años de preparación. Las compañías que representan a los diferentes grupos (SM Entertainment o YG, el sello detrás de Blackpink) apuestan por estas potenciales estrellas cuando todavía son unos adolescentes desconocidos. Los aspirantes deben pasar unas pruebas eliminatorias antes de ingresar en centros especializados donde recibirán formación durante años, una especie de internado en el que se someten a evaluaciones periódicas para valorar sus progresos. Así, pasan buena parte de su adolescencia alejados de su círculo familiar. Los contratos con las compañías se convierten a veces en grilletes y la presión por ser los mejores puede llegar a pasar factura.
Durante su participación en el programa Carpool Karaoke de James Corden, las integrantes de Blackpink desvelaron parte del proceso al que todas ellas tuvieron que someterse durante años antes de ser elegidas para debutar con la girl band. “Es como un sistema de entrenamiento”, explicó Jennie sobre las pruebas que debe superar todo aspirante a ídolo. Durante cinco o seis años, se formaron como aprendices en disciplinas como el canto, la actuación y diferentes tipos de baile. Los idiomas también son importantes, especialmente el inglés, lengua muy presente en los temas del K-pop actual. Las jornadas de entrenamiento se pueden alargar durante más de 12 horas. “La competición es tan fuerte que, de alguna manera, creo que no pensamos en las cosas de nuestra vida que nos podíamos estar perdiendo”, añadió la cantante en la charla con el presentador.
En otra entrevista publicada en la revista Rolling Stone, Lisa ya había aludido a lo duro que fue pasar por aquel proceso: “¿Cuándo se iba a terminar? ¿Tenemos que pasar tests todos los meses? Llamaba a mi madre en Tailandia diciéndole que quería dejarlo y ella me decía que aguantara otro año”. Coronadas como las reinas del K-pop en la actualidad, su popularidad no tiene visos de decaer. De hecho, Jennie acaba de dar el salto a la televisión con un papel secundario en una de las series de HBO Max más esperadas del año, The idol, cocreada por Sam Levinson, showrunner de Euphoria, y Abel Tesfaye, más conocido por su identidad musical como The Weeknd, y protagonizada por este y por Lily-Rose Depp. Ya en 2022, su compañera Jisoo demostró su potencial como intérprete cuando se convirtió en protagonista de la serie surcoreana Snowdrop, una producción disponible en algunos países a través de Disney+.
El centro de todas las miradas
Los ídolos más famosos del momento alimentan de forma activa su propio fenómeno fan tratando de estar siempre presentes en sus redes sociales, donde conectan con una audiencia masiva de alcance global. Hasta la más nimia de sus rutinas puede tener una repercusión sin igual. Y si no, que se lo pregunten a los dueños de la churrería San Román de Banys Nous, en Barcelona. Jisoo compartió un videoblog de su paso por Barcelona el pasado enero, dando pistas a sus fans de algunos de los lugares que había descubierto en la capital catalana. Como muchos otros turistas que visitan España, la cantante quedó cautivada por los churros y no dudó en compartir el establecimiento donde los probó, uno de los más populares de la ciudad. Ahora, el lugar fundado en 1968 se ha convertido también en parada obligatoria para los fans de Jisoo que visitan Barcelona.
La capacidad de estos artistas de convertir en oro todo lo que tocan no ha pasado desapercibida para las marcas. Las alianzas entre grandes firmas de moda occidental y las estrellas de la música surcoreana están redefiniendo las estrategias de las firmas que buscan aproximarse a la generación Z. “¿Quién es Sana, la estrella del K-pop que desató la locura en el desfile de Prada?”, se preguntaba Vogue el pasado septiembre cuando esta cantante japonesa desencadenó la histeria colectiva de los miles de fans que la esperaban a las puertas del desfile de la firma italiana en Milán. Puede que Sana sea una desconocida para el público general, pero es una de las veteranas del K-pop y arrasa con su grupo, Twice. Tanto es así, que la banda femenina ha logrado un nuevo récord con su último disco, Ready to Be, al vender más copias en su primera semana que los siguientes 11 álbumes más vendidos de la lista Billboard juntos, según Forbes.
En el terreno masculino los siete integrantes de BTS, el primer grupo K-pop nominado en los premios Grammy, no tiene rival a la hora de lograr contratos publicitarios. Solo en 2023, se ha anunciado el fichaje de varios de sus miembros como imagen global de grandes marcas: Jimin en Dior, Suga en Valentino, J-Hope en Louis Vuitton, Jung Kook en Calvin Klein o RM en Bottega Veneta. El público potencial son millones de fans alrededor del mundo, una legión generadora de contenido que multiplica la visibilidad de todo lo relacionado con BTS, ya sea una canción, un videoclip o una campaña de moda.
Los fans, el gran activo del K-Pop
Aludir a términos como “legión” o “ejército de fans” puede resultar manido a la hora de hablar de los seguidores de una estrella pop. Pero en este caso, el léxico militar resulta bastante preciso. Los fans de BTS, por ejemplo, se hacen llamar ARMY y se cuentan por millones. Tienen una gran presencia en redes sociales y saben a la perfección cómo organizarse para apoyar en todo momento a sus ídolos.
BTS se encuentra ahora en un momento de separación temporal ―suele ser habitual que estos grupos se tomen descansos puntuales, entre otras cosas, por la obligación que tienen los hombres de cumplir el servicio militar en Corea del Sur, con una duración mínima de un año y medio―, pero su comunidad de fans no baja la guardia. El cantante RM, que acaba de iniciar su carrera en solitario, ha tratado de restarle importancia a la responsabilidad que supone tener a millones de personas siguiendo tus pasos. “No puedes pasear en medio de la nada sin que te reconozcan y pesan los estándares a los que estás sujeto. Pero hay que madurar y apechugar, no dar lástima en plan ‘¡oh, solo quiero ser normal!”, dijo en una entrevista reciente en EL PAÍS, donde aseguró que incluso le reconocieron caminando por las calles de Bilbao a su paso por España.
Distribuidos por todo el planeta, los ARMY de BTS sacan toda la artillería pesada cuando se trata de defender al grupo o a cualquiera de los siete ídolos que lo integran. El programa El Hormiguero lo pudo comprobar en primera persona hace unos meses. En enero de 2023, se viralizó en redes sociales el corte de un vídeo donde se veía a Pablo Motos comentar una imagen del cantante J-Hope, a quien el presentador se refirió, en referencia a un excolaborador del programa, como “el Flipy japonés”, a pesar de que el artista es surcoreano. Algunos fans de BTS entendieron que había dicho “el friki japonés”, otros tacharon el comentario de racista y pusieron su poderosa maquinaria a trabajar. En cuestión de horas la puntuación del programa que aparece en Google pasó de tener un porcentaje mayoritario de reseñas positivas, en torno al 80% según el portal especializado en tecnología Xataka, a tener solo un 17% de buenos comentarios, desplomándose su valoración en internet. A día de hoy, El Hormiguero acumula decenas de opiniones negativas (valoradas con una única estrella), donde se alude con frecuencia al incidente.
Algo similar ocurrió con la serie Cómo conocí a vuestro padre. En uno de los capítulos, se menciona en tono jocoso al grupo y los fans volvieron a llevar a cabo esta práctica, conocida como review bombing (bombardeo de reseñas), para rebajar al mínimo la valoración de la ficción en diferentes webs especializadas. La capacidad de movilización de los k-popers es abrumadora, como también demostraron al boicotear un acto de campaña de Donald Trump.
Junto con grupos consolidados, como Twice, Blackpink o BTS, las nuevas formaciones que empiezan a despuntar en las listas de música y a ocupar las vallas publicitarias de las grandes ciudades confirman que la gran exportación musical del país asiático continúa en la cresta de la ola. Algunos ejemplos son la boy band Enhypen, formada a partir de un programa de telerrealidad surcoreano, o las artistas de NewJeans, algunas todavía menores de edad.
Las sombras de la industria
Aun así, no se puede mencionar el fenómeno del K-pop sin aludir a los suicidios de muchas de las estrellas de la canción en Corea del Sur. El pasado 19 de abril Moon Bin, nombre real del artista Moonbin, del grupo Astro, era el último en sumarse a esta trágica lista. El joven de 25 años puso fin a su vida y recuperó el debate de la falta de protección a la salud mental en una industria sumamente competitiva. Desde sus inicios, los artistas aprenden a ser autoexigentes, lidiando con el agotamiento físico y mental, a lo que se suma la presión por triunfar y la exposición exacerbada a la que son sometidos.
Cada cierto tiempo, el mundo del K-pop llora la pérdida de algunas de sus estrellas más brillantes, como ya sucedió en noviembre de 2019, cuando las autoridades del país asiático encontraron el cuerpo sin vida de Goo Hara en su domicilio de Seúl. La artista había tratado de quitarse la vida hacía un mes. Solo unas semanas antes, Sulli, integrante del grupo femenino F(x), también había terminado con su vida. Y en 2017 el suicidio del ídolo kpop Jonghyun consternó a todo el país.
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