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Bienvenida, Ursula

Von der Leyen se inició con vistas a ser la sustituta de Angela Merkel pero ahora le parece más interesante llevar la voz cantante en Europa

Ursula von der Leyen y Pedro Sánchez
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez,con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tras visitar el Centro de Control Eléctrico.Luis Sevillano
Boris Izaguirre

He decidido celebrar la apertura de los viajes europeos y volver a Venecia. Disfrutar del vino blanco del Véneto, de que los grandes tesoros artísticos se admiran con menos gente y el turismo es nacional, lo que provoca momentos muy divertidos delante de las tiendas de las grandes marcas de moda italianas. “Pero, esa extravagancia, no es para italianos”, susurra una señora, delgadísima y perfectamente vestida para el calor húmedo . “No, cara”, le responde su amiga, de azul celeste. “Es para los extranjeros que creen que somos así de avant garde”. Reían delante del modelo de Prada en el escaparate, más adecuado para una pasajera a bordo de la nave espacial privada de Jeff Bezos. Creí ver un reparto de gestos y frases similares entre el presidente Mario Draghi y Ursula von der Leyen, que esta semana visitó Italia después de España, protagonizando recepciones que nos recordaron las escenas inmortales de Bienvenido Mr. Marshall, de Berlanga.

Es que vuelve todo renovado, incluyendo el plan Marshall que ahora es el plan Ursula. Además, coincidió con el anuncio de los indultos, lo que supuso un gol en la portería de los conservadores. En esta retorcida historia de sedición y confusión, algo hizo coincidir la visita de Von der Leyen con un nuevo giro en la complicada relación del Gobierno español con el independentismo catalán. Fue el triunfo del estar en el lugar correcto en el momento indicado. Y aunque Ursula es muy seria, parece que lo está disfrutando. Otro motivo de alegría. He leído que Von der Leyen inicio su carrera política en 2001, igual que David Bisbal su carrera en OT. Ursula se inició con vistas a ser la sustituta de Angela Merkel pero ahora le parece más interesante llevar la voz cantante en Europa.

Lo que más gusta de Ursula es que es una respuesta tajante al machismo. También a mujeres absurdamente machistas como la directora de la sala de comedia La Chocita del Loro, Laura Sánchez Vega, que esta semana ha levantado una polvareda tras declarar que “el humor que hacen las mujeres es como de víctimas o muy feminista y el público no lo suele comprar”. La señora Sánchez Vega ha desafinado. Necesita un relaciones públicas y, a ser posible, mujer. Conozco varias humoristas mujeres, desde Anabel Alonso, Eva Hache o Rosario Pardo y la verdad no recuerdo que recurran al victimismo para hacer reír y gozan de estupendas carreras. Pienso que una de las cosas más sanas de este tiempo son los debates que origina el ser mujer. Por eso las declaraciones de Sánchez Vega no tienen pase. Las reacciones de algunos, bromeando con que habría que cambiar el nombre del teatro por El Chiringuito de la lora, me han dejado estupefacto. Me sale la Ursula que llevo dentro: menos malos chistes, más combatir el pensamiento machista en todos los rincones donde se agazapa y manifiesta. Y basta es basta.

Los discursos que dividen los sexos son agotadores. Hay cosas que deben ser asumidas como universales. Italia es bella y para preservarla necesita mantenimiento, Ursula. Así como hay violencia, también existe la paz. Como hay vulgaridad hay buen gusto. Hay sitio para todos. Como demostración de que el humor aparece inesperado no hay mejor ejemplo que ver con risas la redada acometida en un local de intercambios de parejas esta semana en Madrid. Alguien se sintió ninguneado durante los escarceos y, dolido, observó que varios asistentes adquirían estimulantes mediante el higiénico sistema de pago Bizum, que envía dinero rápido por el móvil. La abultada cantidad de bizums a un mismo número generó el chivatazo y la policía comprobó que había un camello suelto entre los infatigables amantes, que excedían el aforo permitido. Ay, ¡qué manera gozosa de celebrar que se acaban las mascarillas! Recordando que las dos ciudades favoritas de Casanova eran, precisamente, Madrid y Venecia.

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