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El último y más duradero amor de Jackie Kennedy

El comerciante de diamantes Maurice Tempelsman fue el fiel compañero de la ex primera dama durante 15 años hasta su muerte

Jacqueline Kennedy Onassis y Maurice Tempelsman, en Nueva York en abril de 1994.
Jacqueline Kennedy Onassis y Maurice Tempelsman, en Nueva York en abril de 1994.Steve Allen (Getty)
Mábel Galaz

En solo unos días se cumplen 27 años de la muerte de Jackie Kennedy que ahora tendría 92 años. Pese al tiempo pasado, su figura sigue despertando fascinación. Su historia ha sido recreada en libros y películas en repetidas ocasiones, pero hay una etapa de su vida que siempre ha permanecido en un segundo plano: la que ocupó su último y más duradero amor, Maurice Tempelsman. Este comerciante de diamantes belga fue su fiel y discreto compañero, un hombre que a diferencia de sus maridos –el presidente de Estados Unidos John F. Kennedy y el armador griego Aristóteles Onassis– siempre buscó el anonimato. A su lado vivió su última y más larga historia de amor aunque nunca se casaron, ya que Tempelsman no estaba divorciado de su esposa, con quien tuvo tres hijos

Nacido en Bélgica en 1929 en una familia de judíos ortodoxos en Amberes, Maurice Tempelsman comenzó a trabajar para su padre, un comerciante de diamantes, a la edad de 16 años. No sospechaba entonces que acabaría cruzándose en su vida Jackie Kennedy y que tendría con ella una relación amorosa. Con sus padres emigró a los Estados Unidos y a los 21 años ya se había convertido en millonario después de negociar un acuerdo con el Gobierno de los Estados Unidos para almacenar diamantes para usos industriales, como las brocas de los taladros petroleros. También participó activamente en la promoción de las relaciones entre este país y África y ayudó a financiar el primer viaje de Nelson Mandela a EE UU.

Fue gracias a sus conexiones que Tempelsman conoció a Jackie en la década de 1950, cuando organizó una reunión entre el entonces senador Kennedy y los comerciantes de diamantes sudafricanos, aunque pasaron muchos años más antes de que su relación se convirtiera en algo más que amistad.

Tempelsman apoyó el trabajo de Jacqueline Kennedy como editora y compartieron el amor por el coleccionismo de arte: el arte africano para él, el griego para ella. Fueron de vacaciones juntos a Martha’s Vineyard, la isla en la que ella tenía una casa que construyó en los años setenta y que es uno de los refugios estivales de la aristocracia del noreste de Estados Unidos. Incluso recibieron al entonces presidente Bill y Hillary Clinton a bordo del yate de Tempelsman, Relemar, el año antes de la muerte de Jackie. La pareja también disfrutó de placeres más simples como caminar juntos por Central Park.

Con Maurice Tempelsman, Jackie fue feliz pero en 1993 supo que tenía cáncer. Con el fin de cuidar a su compañera, Tempelsman instaló su oficina en su apartamento para no separarse de la mujer que amaba. El 19 de mayo de 1994 la ex primera dama falleció rodeada de sus más cercanos familiares ―sus dos hijos y Tempelsman― a los 64 años. En su funeral, su compañero leyó el poema Ithaca, de Cavafis, que modificó para la ocasión. “Y ahora el viaje se acabó, demasiado corto, ay, demasiado corto (...) Estaba lleno de aventura y sabiduría, de risa y amor, de valentía y de agradecimiento. Así que adiós, adiós”.

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En las 36 páginas de su testamento, Jackie Kennedy dejó a Tempelsman poderes para su ejecución. Algunos estiman que su fortuna era en el momento de su muerte de entre 100 y 200 millones de dólares. Sus hijos recibieron, además, un dúplex en la Quinta Avenida, dos casas en Massachusetts y 250.000 dólares cada uno, además de un fondo establecido por su padre y alimentado económicamente por Jacqueline. El testamento distribuía otras cantidades y propiedades entre familiares, amigos íntimos y la fundación benéfica, C. & J. (Caroline y John). A Maurice Tempelsman, que contribuyó a multiplicar la fortuna heredada de Aristóteles Onassis, le legó algo muy querido para ella: “Mi escultura griega en alabastro de la cabeza de una mujer”.

Tempelsman tiene ahora 91 años, es presidente de la junta directiva de Lazare Kaplan International, la compañía de diamantes más grande de los Estados Unidos, socio general de Leon Tempelsman & Son, una sociedad de inversión especializada en bienes raíces y capital de riesgo. Vive en Nueva York alejado de la atención mediática y no se le ha vuelto a conocer ninguna pareja.

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Sobre la firma

Mábel Galaz
Fue la primera mujer en pertenecer a la sección de Deportes de EL PAÍS. Luego hizo información de Madrid y Cultura. Impulsó la creación de las páginas de Gente y Estilo. Ha colaborado con varias cadenas de televisión y con la Cadena Ser. Ahora escribe en El País Semanal.

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