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Daniel Radcliffe: “Mi alcoholismo se debe a Harry Potter”

El actor confiesa que disfrutar de una temprana fama le hizo confundirse y temer por su futuro

Daniel Radcliffe, el pasado 16 de febrero.
Daniel Radcliffe, el pasado 16 de febrero.Grant Pollard (AP)
El País

Daniel Radcliffe ha hecho una importante revelación: “Mi alcoholismo se debe a Harry Potter”. El actor lo ha contado a la televisión italiana donde ha hablado de cómo lidió con la fama siendo un adolescente. “Me preguntaba si seguiría siendo el mago de Hogwarts para siempre”, confesó. No es la primera vez que el intérprete habla de sus adicciones, pero sí una de las ocasiones en las que lo ha hecho con más detalle.

La fama ha tenido un precio para actores que han conocido el éxito muy pronto. Son los casos, por ejemplo, de Macaulay Culkin o Drew Barrymore. Y es que la historia del cine está llena de niños prodigios que tuvieron algunas dificultades para crecer.

"En parte, la causa de todo lo que me sucedió a mí fue el pánico”, dijo el actor a la BBC. “La aventura estaba terminando y no estaba seguro de qué haría después”. Una incertidumbre comprensible, tal vez, dado que la saga potteriana ocupó al actor y a las coprotagonistas, desde Emma Watson hasta Rupert Grint, durante gran parte de la adolescencia, desde los 11 hasta los 21 años.

“No me sentía cómodo conmigo mismo, ni con la versión sobria de mí. Entonces bebía", ha desvelado. “Si salía y me emborrachaba, la gente me miraba con interés y curiosidad, porque no era solo una persona ligeramente brillante, todavía era el niño Harry Potter”.

Radcliffe compara su experiencia con la fama y la bebida con la sufrida por Justin Bieber. “Es como cuando la gente habla de Justin Bieber yo les digo: ‘Su vida debe ser muy loca ahora’. No se imaginan cuánto te puede abrumar la fama y estar tan expuesto”. Y añade: “Parece que por tener un gran trabajo y ser rico no tienes derecho a estar triste o incómodo”.

La mirada divertida de la audiencia empeoró la situación. “No me gustaba que me vieran así, así que bebí más, me emborraché de nuevo. Durante unos años seguí así”. Un círculo vicioso del que salió con la ayuda de sus padres. Ellos no beben pero el alcoholismo, admitió Radcliffe, ha marcado a varias generaciones de su familia. También dejó de fumar. “Al final, eres tú quien puede decir es suficiente”. "Necesité tiempo y más de un intento”, así como mucha suerte. “Conocí gente maravillosa que me ayudó, otros actores que me dieron consejos muy importantes”. Ahora no toca el alcohol: "No extraño beber. Cuando pienso en el caos que era mi vida entonces, estoy feliz de ser mejor ".

Nacido en Londres en 1989, hijo de un agente literario y de una directora de casting, Radcliffe comenzó a actuar en el colegio, pero su primer trabajo profesional le llegó a los nueve años. No era buen estudiante y tampoco tenía muchos amigos. Su madre, sabedora de los riesgos de la profesión, trató de impedir que entrara en ese universo, a pesar de que desde los cinco años había expresado su sueño de ser actor. Fue un amigo de la familia quien insistió para que hiciera una audición para el que sería su primer papel, una adaptación televisiva de David Copperfield, de Charles Dickens. Tras una discreta aparición en El sastre de Panamá, con Pierce Brosnan y Geoffrey Rush, quiso presentarse a la audición de Harry Potter, pero su madre no se lo permitió. Sin embargo, la casualidad quiso que David Heyman, productor de la saga fílmica, lo descubriera en un teatro al que había acudido como espectador junto a su padre, que puso todo tipo de prerrogativas.

Con solo 10 años, Radcliffe se convirtió en uno de los actores más conocidos y mejor pagados del mundo. La última película data de hace casi diez años y, sin embargo, Radcliffe siempre será Harry Potter. “Me gusta mucho el papel y los años que pasé junto con mis amigos y colegas. Si no fuera por Harry Potter, ¿habría podido ser actor?", reflexionaba el joven.

Radcliffe protagoniza ahora en el cine Fuga de Pretoria, de Francis Annan, sobre tres activistas contra el apartheid en Sudáfrica. Además, también ha actuado en el teatro Old Vic de Londres junto a Alan Cummings y Jane Horrocks en Endgame, de Samuel Beckett, hasta que la crisis del coronavirus ha llevado a la cancelación de todas las representaciones.

El actor ha explicado que tanto el teatro como la ciudad de Londres le ayudaron mucho. “Durante un tiempo estuve en Los Ángeles y pensé que me estaba volviendo loco", subrayó. "No puedo imaginar lo que significa crecer allí, especialmente porque cuando eres pequeño o muy joven no sabes exactamente quién eres y no crees en la imagen que otros tienen de ti”. Y concluye: “Al final de todo este proceso comprendí que mi pasión es ser actor, que lo habría hecho incluso sin fama y sin dinero. Así que sigo”.

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