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Alitas de pollo al horno adobadas y lacadas con miel

Un marinado previo y una doble cocción en el horno consiguen que las alitas de pollo queden tiernas por dentro y crujientes por fuera. La fina capa de miel y el aderezo de sésamo y especias rematan la jugada.

Sabrosas, tiernas y crujientes
Sabrosas, tiernas y crujientesMÒNICA ESCUDERO

Las alitas de pollo son uno de los picoteos más versátiles y baratos que podemos encontrar (algo que no puedo evitar pensar en ello cada vez que en un bar o restaurante las venden a ocho euros la ración). Solo hay que darles un poco de cariño en forma de marinada y aplicarles una cocción adecuada para que no queden securrias, crudas o hervidas y conseguiremos un bocado delicioso, con el equilibrio perfecto entre chicha y algo de grasa y que se puede comer como si fueran pipas.

Si compráis las alitas enteras, las cortáis vosotros y os sobra la parte de la punta, ni se os ocurra tirarla: no solo sirve para dar sabor y sustancia a cualquier caldo, sino que además se pueden comer. Lo aprendí de Umami Madrid y lo recomiendo fervorosamente: después de cocinarlas unos 30 minutos en olla exprés o tres horas en olla normal, solo hay que dorarlas en una sartén a fuego suave para que queden muy crujientes por fuera, especiarlas al gusto y devorarlas como si no hubiera un mañana. Iñigo recomienda hervir las alitas antes de darles un golpe de calor para que la piel quede crujiente, pero después de probar ambas técnicas me quedo con la doble cocción en el horno; creo que quedan más sabrosas e igual de tiernas que hervidas.

Confieso que mi parte favorita de las alitas no es el manchón -la versión mini del muslo, que siempre va más buscada- si no la blanqueta, que tiene dos huesos: con esta preparación quedan tan tiernas que puedes sacarlos con facilidad, y convertir con poco esfuerzo la chicha restante en un säam envolviendola en una hoja de cogollo, con algún encurtido y cilantro, ponerlas encima de un arroz “del senyoret” versión avícola o incluirlas en un bocata . Las posibilidades son infinitas, y todas deliciosas.

Para lacar las alitas y añadirles un punto crujiente y especiado usé la miel picante y el Crunchy sesame mix de Espicy, un par de ingredientes a los que estoy abonada desde hace unos meses y que pueden alegrar todo tipo de comidas. La miel normal -que además de dar un punto dulce ayudará a que los otros ingredientes se peguen- y una mezcla de sésamo con cebolla deshidratada, un poco de ajo en polvo, chile en copos y cualquier hierba aromática seca que se quiera añadir pueden hacer perfectamente la misma función: darle al plato un extra de sabor y una textura crujiente, una combinación capaz de alegrar cualquier comida.

Dificultad: La de no comerte la ración de los demás.

Ingredientes

Para 4 personas (como picoteo o parte de un segundo plato)

  • 16 alitas de pollo, cortadas por la mitad y sin la punta
  • El zumo de un limón (o un poco más)
  • Harissa al gusto (o una mezcla de pimentón dulce y picante)
  • Sal
  • Pimienta
  • 2 cucharadas de miel
  • Sésamo, cebolla deshidratada, chile en copos, ajo en polvo y/o alguna hierba aromática seca al gusto

Instrucciones

1.
Mezclar el zumo de limón con la harissa, sal y pimienta (todo bastante generoso, es una marinada). Hacerles un masaje a las alitas de pollo con el adobo, llevar a la nevera durante 24 o 48 horas, removiendo de vez en cuando.
2.
Encender el horno a 100 grados con calor arriba y abajo y disponer las alitas en una bandeja, con la parte que tiene más piel hacia abajo. Cocinar durante una hora, sacar la bandeja y poner el horno a máxima potencia (si se tiene, con la función grill).
3.
Dar la vuelta a las alitas para que la parte con más piel quede arriba. Cuando el horno esté muy caliente, devolverlas durante dos o tres minutos, hasta que la piel esté crocante (pero sin quemarse).
4.
Pintar las alitas rápidamente con la miel, repartir por encima la mezcla crujiente de sésamo y servir inmediatamente.

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