Crespillos, el picoteo más crujiente y adictivo de la Región de Murcia
Sean de Cartagena o de Lorca, estos ‘crackers’ enganchan a todo aquel que ose comerse solo uno. Tiernos y crujientes a la vez, con un leve sabor a manteca y la potencia del pimentón... Imposible resistirse
El mundo de los snacks está tan saturado que me parecía imposible volver a encontrar uno que me hiciera enamorarme a primera vista de nuevo, como me pasó con los Gublins, las Jumpers o las Papa Delta. Iluso de mí, que por lo visto nunca había coincidido con una murciana generosa: el día en que mi amiga María me trajo una bolsa transparente rellena de unas “crackers de Cartagena” yo aún no lo sabía, pero sería el día del comienzo de mi nuevo amor (maduro).
Los crespillos son una de esas cosas que cuando te llevas por primera vez a la boca te dejan un poco como estabas. “Pues tampoco es para tanto”, me atreví a decirle, quizás desagradecido, pero siempre sincero con la comida. Pero lo que todavía ignoraba cuando dije esas palabras, es que a los 10 segundos estaría dándole otro bocado. Y a los otros 10, otro. Así hasta que me comí prácticamente la bolsa entera, y María me miró con una media sonrisa. Sin tirar de aditivos ni potenciadores, los crespillos tienen en mi lista la medalla al picoteo más adictivo que existe: tiernos, pero crujientes a la vez, con un sutil sabor a manteca y la potencia del pimentón, y por supuesto la sal por encima que le da un extra de crujir y heterogeneidad en la boca.
No todos los crespillos bajo la mano de Dios fueron creados de la misma forma, y cada panadería y casa los hace a su manera. Todos coinciden en algunos ingredientes, como el pimentón y el vino blanco; pero algunos les ponen solo aceite, otros solo manteca, unos tiran por harina de fuerza y otros por normal… Como en todas las recetas de siempre, las hay para todos los gustos, pero el resumen es que se hagan en Lorca o en Cartagena -que, por lo visto, tienen un poco de debate acerca de cuál de ambos fue la matrona de las crackers murcianas-, son una de esas cosas tan fáciles de preparar, que parece imposible que esté tan buena.
Tiempo: 50 minutos
Dificultad: No comerte todos de una sentada
Ingredientes
Para 4 personas
- 375 g de harina de trigo
- 60 ml de aceite de oliva
- 60 g de manteca de cerdo
- 100 ml de vino blanco
- 2 g de sal
- 3 g de pimentón dulce
- 1 huevo
- Sal en escamas o normal para finalizar
Instrucciones
En un bol, añadir la harina de trigo, la sal y el pimentón dulce. Mezclar con unas varillas.
Hacer un hueco en el medio y añadir el vino blanco, el aceite de oliva y la manteca de cerdo derretida en el microondas. Mezclar hasta que se forme una masa y toda la harina se haya incorporado.
Transferir la masa a una superficie y amasarla durante tres o cuatro minutos, hasta que quede relativamente lisa. Envolver la masa en papel film y dejarla reposar en la nevera al menos 30 minutos.
Precalentar el horno a 180 grados, calor solo por abajo.
Dividir la masa en bolas de 45 gramos cada una (13 en total), y bolearlas bien para que queden lisas. Estirar cada bola con un rodillo hasta que mida unos 12-13 centímetros de ancho y sea muy fina, teniendo en cuenta que después se hinchará en el horno.
Colocar los crespillos en una bandeja de horno cubierta con papel vegetal. Con un tenedor, hacer agujeros por toda la superficie, sin llegar a atravesarlo.
Barnizar con una capa fina de huevo y rematar con sal en escamas. Hornear los crespillos durante 15 minutos, o hasta que su superficie esté dorada y se hayan hinchado ligeramente. Si a falta de dos minutos aún no se han dorado, encender el calor por arriba del horno.
Al sacar la bandeja, los crespillos deberían ser lo suficientemente resistentes como para poder transferirlos a una rejilla sin que se rompan. Si no lo son, hornear un par de minutos más. Dejar que se enfríen completamente y disfrutar.
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