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Una tuneladora en un parque, al lado de un colegio, la pesadilla de cuatro años que le espera al barrio madrileño de Comillas

La zona afectada, ubicada en el distrito de Carabanchel, es el lugar por donde se extraerá toda la tierra de la excavación que ha de realizarse para la ampliación de la línea 11 de metro

Vecinos de Carabanchel y Arganzuela
Vecinos de Carabanchel y Arganzuela protestan contra la tala de árboles por la ampliación de la línea 11 del metro de Madrid, el 4 de marzo de 2023.Diego Radamés (Europa Press via Getty Images)
Mercedes Pedreño

Claudia Zúñiga baja al parque de Comillas, el de debajo de su casa, en el distrito de Carabanchel de Madrid, a sacar a su perro, Tobi. Es su día libre. Ella trabaja en hostelería y apenas tiene tiempo para nada más. Tobi recorre las vallas de obras instaladas desde enero de 2023 como cerco del parque. Más les vale hacerlo ahora que pueden, porque, aunque Zúñiga no tenía ni idea, el parque de Comillas va a estar ocupado por lo menos hasta 2027, cuando acabe la obra de ampliación de la línea 11 de metro. Comillas ha sido el lugar elegido por la Comunidad de Madrid para meter la tuneladora que excavará todo el trazado. También será el punto de salida de toda la tierra que se extraiga de los casi siete kilómetros de túnel.

Apenas 20 metros más allá de las vallas de obras está el colegio público Perú, donde estudian unos 400 alumnos. Niños de 0 a 12 años, algunos con necesidades especiales como niños con Trastorno del Espectro Autista. Este centro también alberga a los alumnos del colegio Antonio Moreno Rosales, cuyo edificio está en obras. Cuando los niños de tres años tengan siete, habrán pasado más de la mitad de su vida escuchando a diario cómo los operarios mueven, secan y tiran la tierra extraída en camiones. Los vecinos del barrio han calculado de forma aproximada cuántos camiones van a estar entrando y saliendo del recinto al día. Según el diámetro del túnel, la distancia que recorre el trazado y la capacidad que puede cargar un tráiler, va a pasar un camión cada 10 minutos durante 16 horas al día. Estos camiones se dirigirán por la calle de Antonio Leyva, una de las arterias del barrio, hacia Plaza Elíptica, una zona que está marcada como zona de bajas emisiones. En su momento, esta plaza era una de las zonas más contaminadas de la capital.

Es bastante raro colocar una tuneladora en medio de un barrio, en el único espacio verde que sirve a Comillas y al barrio colindante de Opañel. “Según la historia de las ampliaciones de líneas de metro en la Comunidad de Madrid, siempre se escogía un lugar despejado como un descampado y que estuviera cercano a alguna vía de circulación muy amplia para poder sacar los camiones rápidamente”, afirma Nuria Salobral, vecina de Comillas. Esta decisión costará la vida de casi 200 árboles maduros en un barrio con apenas espacios verdes y en el distrito más poblado de Madrid.

La tuneladora necesita una zona de instalaciones auxiliares donde colocar todo el material de construcción del túnel y la maquinaria necesaria, y esa área va a ocupar casi la totalidad del parque, que tiene 45.000 metros cuadrados de superficie. Solo va a quedar un anillo verde rodeando el espacio. Esa será la consecuencia a largo plazo, además de una parada de metro que le viene muy bien al barrio, por donde solo pasa la línea 116 de autobús. De hecho, en el proyecto original no estaba previsto poner una estación en Comillas, pero a petición de los vecinos, la Comunidad de Madrid aceptó sumar una parada más y aprovechó para meter la tuneladora por este parque en vez de por una isla entre la M-30 y la A-3 en Conde de Casal, una zona apartada de los edificios y cerca de vías, que permitiría sacar de forma rápida la tierra. La Consejería de Transportes no ha dado aún ninguna razón para justificar este cambio.

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Los padres de los niños que estudian en el colegio de Perú están más preocupados por tener la obra tan cerca del centro. Beatriz Conejo tiene una niña de tres años y otra de uno escolarizadas allí. “Es un centro que está activo desde las nueve de la mañana hasta las ocho de la tarde con las actividades extraescolares, y el ruido y el polvo van a ser una tortura para la salud”, se queja. Lo mismo le pasa a Marco Pastuzo, que tiene un hijo de cinco años con Trastorno del Espectro Autista y otro de un año. Su hijo mayor, también del colegio Perú, acude además dos tardes a la semana a un centro de atención especial para niños justo al lado del centro. “Va a ser imposible que estén tranquilos”.

Son varios los padres y madres del colegio que están en alerta por la salud de sus hijos. “No me cabe en la cabeza que escojan un parque al lado de un colegio tan grande para hacer esta obra faraónica que va a colapsar el barrio”, explica Mikel Ogueta, padre y vecino de Comillas. La lucha contra la tala y la tuneladora no ha cogido tanta fuerza aún como en otras zonas de Madrid que se van a ver afectadas por la obra. “No tenemos el mismo perfil socioeconómico que en el distrito de Arganzuela, que ha liderado la lucha contra las talas de árboles. Aquí vive gente muy trabajadora y mayor que apenas tiene tiempo para informarse de un proyecto tan complicado”, justifica Ogueta.

Desde la asociación vecinal de Comillas, que ya ha convocado varias protestas desde que se inició el movimiento del No a la tala, están preparando nuevas movilizaciones a pesar de que el proyecto fue aprobado el pasado 15 de noviembre en el Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid. Durante el proceso de alegaciones por el que pasó el proyecto este verano de 2023, la asociación pidió que la tuneladora no entrara por Comillas y volviera a Conde de Casal, que también se verá gravemente afectada con la tala de 242 árboles. Pero la Comunidad de Madrid no ha dado su brazo a torcer para salvar el parque. Para el próximo 2 de diciembre, los vecinos de Comillas han convocado una marcha desde el puente de Toledo hasta el parque de Comillas a las 12.00 para protestar por el castigo que se le está dando al barrio con esta obra. Ahora que Claudia Zúñiga sabe lo que van a hacer con su parque se cruza de brazos y sentencia: “Habrá que protestar ¿no?”.

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