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OBITUARIOS
Tribuna
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Muere Fernando Martos, un histórico del movimiento vecinal madrileño en la Transición

El activista fundó y presidió la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid tras la muerte de Franco

Fernando Martos (a la izquierda) en una reunión de asociaciones de vecinos en 1976.
Fernando Martos (a la izquierda) en una reunión de asociaciones de vecinos en 1976.Ricardo Martín

A solo tres días de cumplir 77 años, se nos ha ido con una sonrisa y una memoria prodigiosa Fernando Martos Moreno. Natural de su querida Huelva, Fernando vino muy joven a Madrid a buscarse la vida y lo hizo contagiándose de las aspiraciones y la lucha por la libertad de trabajadores, estudiantes y profesionales en unos momentos de retroceso del franquismo.

Trabajador en una empresa de aire acondicionado, Fernando supo enseguida lo que suponía arriesgar su tranquilidad, si de verdad quería que España cambiase, y lo hizo afiliándose a la ORT (Organización Revolucionaria de Trabajadores), dedicando sus primeros años al trabajo sindical en CC OO. Al mismo tiempo, vislumbró la necesidad de iniciar un camino nuevo en los barrios, con sus vecinos, afrontando la solución a los graves problemas del urbanismo, del equipamiento, la educación, la sanidad, el transporte, pero siempre con una visión de largo alcance a la hora de promover la participación ciudadana en la gestión del barrio y la ciudad, como parte de la conquista de las libertades democráticas.

Martos fue organizador de la Asociación Vecinal de Las Águilas, en Aluche, durante la Dictadura. Tras la muerte del dictador, participó en la creación de la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid, en dónde llegó a ser presidente. Fernando, hábil negociador, gestionó ante Juan José Rosón, entonces Gobernador Civil de Madrid, con UCD, la regulación normativa que permitió legalizar a los cientos de asociaciones vecinales que permanecían ilegalizadas. Fui testigo con él del talante, firmeza y flexibilidad de la que hizo gala ante “Don Juan José”, como Fernando socarronamente le renombraba una y otra vez Fernando, con un “pero” o un “eso no puede ser”.

En 1982, tras la disolución de la ORT, decidió incorporarse al PSOE. Como otros compañeros entendió que el movimiento vecinal era un nuevo frente de lucha democrática que daba respuesta directa y permanente a las demandas de los ciudadanos y las ciudadanas. Le recordamos negociando con Juan Barranco y Joaquín Leguina las primeras Normas de Participación Vecinal del Ayuntamiento de Madrid, que firmaría finalmente Enrique Tierno Galván y que representaron un antes y un después en la política de participación de las Asociaciones de Vecinos en la vida municipal.

Esa conciencia de que se estaba escribiendo un momento histórico le impulsó a crear la Confederación de Asociaciones de Vecinos de España. Lo hizo recorriendo todo el país, desde Canarias a Galicia, de Valencia a Badajoz. En su coche, con uno o dos compañeros, realizó un trabajo de cohesión, de creación de equipos, de permanente discusión de los proyectos, buscando la manera de afrontar colectivamente los problemas, ofreciendo una solución, siempre que era posible, a escala estatal.

Fernando Martos Moreno dio toda su vida al movimiento vecinal. Lo hizo con alegría, con capacidad de persuasión, con convencimiento de la importancia de la causa. Hizo amigos por toda la geografía, con su gracejo onubense y y su capacidad para conquistar voluntades.

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Ya jubilado, tras varios años colaborando con el Ayuntamiento de Aranjuez, aportó su experiencia en la Asociación de Vecinos de Chamberí, o como militante socialista en otras tareas que él mismo se encomendaba. Su militancia y sus ganas de seguir siendo un ser positivo hasta el final, le han hecho merecedor de compromisos que la muerte le ha impedido realizar.

Fernando provocaba atracción y en ocasiones, malentendidas, rechazo. Su dinamismo era contagioso. Su positivismo era contrario a toda actitud pesimista. Sus bromas distendían una asamblea tensa, una reunión agresiva o una interlocución difícil. Le hemos visto llamar “hijo puta” a un Juez de Paz que se decía militante de Fuerza Nueva para después irnos a comer en son de paz unas chuletas. Hablaba a todo el mundo con claridad, decía lo que pensaba y en todas las ocasiones favorecía el acuerdo y la concordia.

A pesar de tantos viajes, de una intensísima vida política y social, Fernando nos hacía siempre partícipes de su familia, de su Concha del alma, de su Fernandito amado. Con el recuerdo del amigo, del luchador, del grandullón de sonrisa fácil y chiste solucionador de muchos momentos de tensión, con el ser solidario que todos recordamos, solos podemos decir ¡Gracias Fernando, que nos quiten lo bailado!

José Molina Blázquez es presidente de la Asociación Vecinal Palomeras sureste (Vallecas) y Julio López de Sen, presidente de la Asociación Vecinal El Organillo (Chamberí)

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