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El verano es “la peor época” en las residencias: los sanitarios se marchan a cubrir bajas en los hospitales

Los hogares de mayores quedan descubiertos porque sus trabajadores prefieren las mejores condiciones de la sanidad pública

Una mujer en una residencia geriátrica de un pueblo de Madrid.
Una mujer en una residencia geriátrica de un pueblo de Madrid.Carlos Rosillo
Fernando Peinado

Cada verano queda claro que las residencias de mayores son el eslabón más débil del sistema sociosanitario. Los hospitales públicos necesitan cubrir las bajas por vacaciones y tiran de sus bolsas de empleo temporal, donde suelen estar inscritas las enfermeras y auxiliares de residencias. Para estas empleadas, sobre todo las jóvenes, la oportunidad de trabajar en la sanidad pública es una oferta muy atractiva, aunque sea solo durante tres meses. Si lo hacen bien, podrían recibir una oferta por más tiempo. El hospital es la promesa de un mejor empleo, con más sueldo y condiciones más dignas. Este éxodo, que recuerda al que se produjo durante el trágico abandono de los mayores en la Comunidad de Madrid durante la pandemia, se repite cada verano, pero, según los sindicatos, la falta de sanitarios generalizada en España está llevando el problema al límite. Esa fuga tiene graves consecuencias en los cuidados. Faltan manos para alimentar, bañar o curar.

A esto se suma el problema del calor. El sindicato CC OO advierte de que hay centros en la región de Madrid donde los mayores soportan más de 35 grados porque algunas empresas escatiman en aire acondicionado o porque directamente lleva un largo tiempo sin funcionar. El sindicato ha advertido a la nueva Consejera de Políticas Sociales, Ana Dávila, de que se avecina “un verano dramático en las residencias madrileñas si el Gobierno regional no interviene para garantizar la climatización”. Los mayores más necesitados, sobre todo los que padecen alzhéimer, se arriesgan a sufrir las olas de calor sin una ayuda cercana para hidratarse. Por eso, sindicatos y asociaciones de familias, ven el verano como la peor época del año en una residencia.

Los sindicatos critican que el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso ha tratado de solucionar la falta de personal con “parches”. La Consejería de Políticas Sociales ha ofrecido a los trabajadores de sus 25 residencias públicas que hagan más horas. En un correo, pidió el mes pasado a los directores de esos centros que comuniquen a sus sanitarios, en particular a enfermeras y auxiliares, la posibilidad de combinar sus puestos con un segundo contrato laboral a tiempo parcial. Según un portavoz de la Consejera Dávila, este segundo contrato puede ser de hasta un máximo de 30 horas.

Los sindicatos denuncian que la Consejería opte por sobrecargar a las empleadas en lugar de evitar su fuga a la sanidad. Creen que estas salidas podrían evitarse con mejores condiciones laborales. La Consejería ni siquiera tiene una bolsa de interinos para afrontar estas situaciones, a pesar de que los sindicatos denuncian que se pactó crear una en 2018. El portavoz de Dávila responde que “las bolsas permanentes abiertas están en desarrollo, pero diversos factores externos como los procesos abiertos o el covid lo han retrasado”.

Elena Moral, portavoz del sindicato CSIF para residencias de mayores, replica que “debería existir un sistema de bolsas que permita tener candidatos cuando llega la contratación masiva de cada verano por parte de la sanidad pública”. Moral agrega que cada año la situación es más grave: “Esto pasa por toda España, pero aquí en Madrid es terrible”.

UGT da algunos ejemplos de bajas: en la residencia autonómica en Colmenar Viejo, faltaron en un momento de junio 38 de las 106 auxiliares de plantilla que atienden a 393 mayores. En la de Alcalá de Henares (Francisco de Vitoria), las bajas actuales de auxiliares ascienden a 30 de las 224 plazas, en un centro con plazas para 526 residentes.

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Empleados que “no duran más de un día”

La escasez de trabajadores es el eterno problema en el sector. Los defensores de derechos piden aumentar por ley la ratio de empleados por usuario, pero las patronales se resisten. El grueso de los costes en una residencia, el 59%, lo absorbe la retribución de la plantilla. Los sindicatos critican que las empresas y las administraciones evitan cubrir bajas de todo tipo y las inspecciones no detectan estas carencias.

A esa falta de voluntad se suma la escasez de candidatos. Las residencias están en la parte baja de la lista de preferencias de los sanitarios. “Si mejoraran las condiciones para fidelizar a los trabajadores, quizás los retendrías. Pero la realidad es que huyen”, dice Juani Peñafiel, portavoz de CC OO para residencias privadas y concertadas en Madrid. “A veces no duran más de un día. Ven la carga de trabajo y se marchan”.

Los representantes de las familias llevan años advirtiendo de lo dura que es la etapa en la que hemos entrado. Ahora todo el mundo se quiere ir de vacaciones, y los trabajadores tienen derecho a ello, pero no debería faltar gente si estuvieran bien dimensionadas las plantillas”, dice Miguel Vázquez, presidente de la asociación de derechos Pladigmare. “El problema es que en las residencias los únicos que mayoritariamente no se van de vacaciones son los residentes. Hay que calcular las plantillas teniendo en cuenta esta circunstancia, porque durante las olas de calor se necesita más gente porque tienes que estar más atento a las consecuencias en personas tan vulnerables”.

Pladigmare pide a la Consejería que realice inspecciones aleatorias en los meses de verano para sancionar a quienes incumplan el Reglamento de Instalaciones Técnicas. Según Pladigmare, estos hogares deberían tener una temperatura mínima de 20º en invierno y máxima durante el día de 25º en verano, que bajaría de 20 a 22 grados por la noche en las habitaciones. Sin embargo, según varias capturas de termómetros en residencias hechas por CC OO, los aparatos indican 31 y 32 grados.

El calor es especialmente preocupante en el caso de los mayores que padecen alzhéimer porque no perciben la sensación de calor y no sienten la necesidad voluntaria de hidratarse o no tienen capacidad de transmitir dichas necesidades, explica este sindicato. Si la supervisión escasea por la falta de trabajadores, las consecuencias, añaden, pueden ser trágicas.

¿Tienes más información? Contacta al autor a fpeinado@elpais.es o por Twitter a @FernandoPeinado

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Sobre la firma

Fernando Peinado
Es reportero de la sección de Madrid desde 2018. Antes pasó ocho años en Estados Unidos donde trabajó para Univision, BBC, AP y The Miami Herald. Es autor de Trumpistas (Editorial Fuera de Ruta).

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