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La pared vertical de contagios e ingresos hospitalarios a la que se enfrenta Madrid

En un mes la comunidad ha casi triplicado la incidencia acumulada, los hospitales tienen ya más del doble de enfermos y las UCI trabajan al 129% de su ocupación

Una enfermera trata a un paciente en el Isabel Zendal, el 20 de enero.
Una enfermera trata a un paciente en el Isabel Zendal, el 20 de enero.Eduardo Parra (Europa Press)
Isabel Valdés

Últimas 24 horas: 63 muertos, 632 nuevos ingresos en hospitales, 71 enfermos de covid graves más en las UCI. El jueves Madrid volvió a superar sus cifras asistenciales máximas, las de esta y las de la segunda ola. También la de fallecidos. Expertos en epidemiología y profesionales sanitarios coinciden en que esta curva es más parecida a la que hubo en marzo y en abril, la que colapsó el sistema sanitario en apenas dos semanas. Ahora, en un mes, se ha casi triplicado la incidencia acumulada (IA): el jueves alcanzaba los 875 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días. Los hospitales tienen ya más del doble de enfermos (3.721 este jueves) y sus unidades de críticos trabajan al 129% de su ocupación máxima en plazas estructurales, con 608 enfermos graves. La curva ascendente ha dejado de ser una diagonal: se ha convertido en un muro prácticamente vertical.

22 de diciembre. La Comunidad notifica 969 contagios, e ingresan 218 enfermos en sus hospitales; hay entonces 1.516 pacientes en sus plantas de agudos y 298 críticos en las UCI. El Ministerio de Sanidad marca ese martes una IA de 329. Quedaba poco más de una semana para que comenzara un crecimiento exponencial que en la última semana ha cogido una velocidad vertiginosa en la que el número de infectados que necesitan una cama cada día se ha multiplicado hasta por tres.

“Eso”, dice Daniel Ballesteros, vicepresidente de la Sociedad de Medicina Intensiva de Madrid (Somiama) e intensivista en el hospital Puerta de Hierro, “provoca una situación realmente grave”. Son sus unidades, donde se trata a los enfermos más graves del virus, las que marcan el paso del sistema sanitario cuando llegan a su límite. Su expansión, inevitable para no dejar a nadie atrás, provoca la paralización de muchas otras áreas para poder ocuparlas, como los quirófanos. “Aunque las autoridades digan que disponemos de más camas, estamos ya desbordados, todos los servicios de Medicina Intensiva están por encima de sus posibilidades”, alega Ballesteros.

De los 1.154 ingresos que hubo durante la semana del 20 al 27 de diciembre, la región ha pasado a acumular 3.425 en los últimos siete días. Ha subido 16 puntos la ocupación hospitalaria en camas de agudos —de 1.516 el 21 de diciembre (11,2%) a 3.721 este 21 de enero (27,5%)—. Para las UCI, la situación, que ya era tensa, se ha agudizado aún más, subiendo 67 puntos el lleno de su capacidad estructural [sin contar con otras unidades como los quirófanos o las unidades de reanimación], que han crecido del 63%, con 298 críticos el 22 de diciembre a 129,9% el jueves, con 608. El pasado 14 de enero, Somiama alertaba ya de la situación “muy preocupante” en la que se encontraban, entonces al 90% de su capacidad; pedían “medidas urgentes más drásticas para disminuir los contagios”.

Un día después, el viernes 15, la Comunidad suavizó los criterios para tomar medidas y subió el umbral de contagios a partir del cual decide las restricciones. Lo tenía en 400 y lo elevó hasta “la media de la comunidad”, es decir, hasta los 618 contando que Salud Pública fija sus marcas a fecha de cierre del boletín epidemiológico semanal, cada domingo. Esa cifra es casi tres veces el límite que el Ministerio marca como riesgo extremo: 250 casos de incidencia acumulada.

La Consejería de Sanidad tomó esta decisión con una IA que llevaba subiendo semanas —ese mismo día estaba en 698— y con la previsión de que iba a continuar haciéndolo. También a pesar de que, de forma reiterada, tanto el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, como el viceconsejero, Antonio Zapatero, y la directora general de Salud Pública repiten que las decisiones que toma semanalmente la Comunidad dependen “de la evolución de la pandemia”.

Esa evolución era ya una curva que se levantaba como una pared. “La situación es muy complicada y el análisis de los datos de contagios apuntan a que esa situación es peor de lo que reflejan las cifras”, dice el epidemiólogo Pedro Gullón. Explica que si se mira el número de nuevos infectados en las últimas 24 horas de este jueves [4.637] y los de hace una semana [4.635], “son prácticamente los mismos”, sin embargo, “los notificados incorporados son 2.000 más que los de las últimas 24 horas [7.274 ayer], lo que significa que hay un retraso de 2.000 contagios. Algo que puede tener que ver con el temporal y lo que provocó, que no se podía acceder a los centros de salud ni se pudieron hacer PCR allí durante casi una semana”. Desde el pasado jueves, la Comunidad ha registrado 33.928 nuevos positivos.

Un crecimiento exponencial “explosivo”

“Lo de la segunda ola fue una meseta casi estable. Pero la velocidad ahora no tiene nada que ver con esa segunda, el crecimiento exponencial es explosivo”, zanja Gullón. El también epidemiólogo Fernando García, portavoz de la Sociedad Madrileña de Salud Pública, recuerda que “en la segunda ola la incidencia jamás pasó de 800”: “Y si miramos la de los últimos siete días, 484, y contando con que siempre hay una demora, esto va a seguir subiendo”. Apunta a la positividad de las pruebas diagnósticas: “El 24%, es una cifra altísima y ha subido cuatro puntos en solo una semana”. Del 19,39% el jueves 14 al 24,19% de ayer jueves; la Comunidad es la tercera tras Castilla-La Mancha (33,17%) y Valencia (31,28%). Y hace alusión a los fallecidos, que han pasado de la veintena a principios de enero a 63 el jueves.

Este viernes, como cada semana, la Comunidad de Madrid informará de las nuevas medidas para los próximos días. Manuel Franco, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria, cree que “la situación de transmisión y de presión sanitaria es de alerta máxima mientras “la calle” pretende seguir con normalidad. Y eso es suicida”. Para el epidemiólogo, “la responsabilidad individual frente a la inactividad de las autoridades es flagrante” y, de continuar con estas medidas, “las de la defensa de una parte de la economía frente al desastre social y de salud que supone la pandemia”, puede suponer unas consecuencias, “tanto económicas y sociales, a largo plazo, nefastas”.

Gullón opina que, “se haga lo que se haga, en las dos o tres próximas semanas la situación va a ser muy, muy difícil”, porque “con los datos actuales, ese es el periodo que se ha de esperar para ver cómo afecta la evolución al sistema sanitario”. Y García, de Amasap, concluye que es prácticamente inevitable “endurecer las medidas”. “Somos la comunidad que se lo está tomando más a la ligera. O eso o esto no parará”.

"Nos espera mucho colapso sanitario y muchas muertes si no se controla con algo estricto y contundente"

Cuando la pandemia ya sobrepasa el primer muro de contención —primaria y salud pública— la atención se centra en los hospitales. Y ahí, en sus UCI. Madrid el jueves superó la cifra más alta de la segunda ola de críticos ingresados, tuvo 505 el 2 de octubre. Este jueves por la noche había 608. “Que nadie olvide que el pico de la primera ola [1.520 el 5 de abril de 2020] supuso una situación de emergencia en la que se habilitaron camas en cualquier sitio. Y una cama y un respirador en una biblioteca o en un archivo no es una UCI”, dice Daniel Ballesteros, vicepresidente de la Sociedad de Intensiva de Madrid.

También a ello hace alusión Carlos Velayos, médico de UCI del hospital de Fuenlabrada: “Esto nos va a poner en dificultades enormes en cuanto a disponibilidad de camas y mantener la actividad del resto del hospital. Esta subida bestial solo la vimos en la primera ola, y, entonces, se paró con un confinamiento estricto”. La segunda ola, prosigue, “se atenuó con medidas tibias”. “Ahora pretendemos esas mismas medidas tibias para una ola que se parece más a la primera. Esto va a ser muy serio y vamos a tardar más en controlarlo”.

Asegura que hay “compañeros muy cansados” y “situaciones muy difíciles”. Y los planes de elasticidad —los protocolos de los centros para contener una subida de ingresos y que suponen paralizar parte del resto de la actividad— “tienen un límite y se está tocando”.

El intensivista cree que, además de la pandemia, los sanitarios han de lidiar con “cuestiones desmoralizadoras como el conflicto político y el uso partidista del virus”. Y sentencia: “Tenemos que escuchar muchas tonterías de los gestores y una política de recursos humanos que no se basa en cuidar al profesional, sino en exprimirlo y usarlo a conveniencia de un proyecto político como el Zendal. Nos esperan muchos casos, mucho colapso sanitario y muchas muertes si no se controla con algo estricto y contundente”.

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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