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Cinco años de batalla por culpa de un tobogán

José Manuel Suárez sufrió un accidente en 2014 en un parque de Madrid Río y lleva desde entonces pleiteando

José Manuel Suárez, vecino que desde hace cinco años pelea con el Ayuntamiento de Madrid por un accidente en los toboganes de Madrid Rio en el que se rompió la tibia y el peroné
José Manuel Suárez, vecino que desde hace cinco años pelea con el Ayuntamiento de Madrid por un accidente en los toboganes de Madrid Rio en el que se rompió la tibia y el peronéKIKE PARA

Cuando José Manuel Suárez pasea por Madrid Río, aún señala los toboganes que se encuentran al lado del Puente Monumental de Arganzuela: “Fue ahí”. Hace cinco años, cuando tenía 66, se tiró por una de las diez rampas llamadas La Colina de los Toboganes y se rompió la tibia, el peroné y el cartílago de la pierna izquierda. En febrero de 2015, dos meses después del incidente, escribió una carta a la entonces alcaldesa Ana Botella pidiéndole que tomara las medidas necesarias para que no se repitiera tal incidente. Y comenzó un periplo que le ha llevado a escribir tanto a Carmena como a Almeida.

Suárez se quejaba de que el informe policial se contradecía a sí mismo: aseguraba que el Samur ya estaba cuando los agentes llegaron, pero también que fueron ellos los que avisaron a los sanitarios. La primera respuesta al escrito a Botella llegó con Carmena al frente de Cibeles. El departamento de resoluciones judiciales abrió un expediente al afectado; le llegaron certificados en los que le iban preguntando cuestiones sobre su lesión: si le atendieron correctamente, a cuánto consideraba que debería ascender la indemnización... Pero el proceso se truncó en 2018 por una carta certificada que no pudo recoger ni en su domicilio ni en Correos y no contestó en el plazo de diez días requerido.

El contenido de aquella carta la conoció en una cita en el Servicio de Responsabilidad Patrimonial dos meses después. El Ayuntamiento tasó su perjuicio en 17.910,73 euros, pero desestimaba su reclamación y, por tanto, no estaba obligado a pagar. Se acogió a la única opción que le quedaba: denunciarlo a un juzgado de lo contencioso. El juicio se celebró en junio de 2019 y tampoco le dieron la razón: la sentencia estableció que no quedaba probado que la causa del accidente fuera el tobogán. Podía deberse, “el desgraciado accidente, a la acción propia de la parte que invoca el daño experimentado”, escribió la jueza. Los recursos se le acabaron a Suárez.

Hace dos semanas recibió un correo del Consistorio: iban a colocar un cartel nuevo en los toboganes: “De 6 a 18 años”. Recogían una de sus reclamaciones: si la edad del usuario es un impedimento para utilizar el tobogán, debe advertirse. El problema es que todavía no han retirado el anterior cartel, el del día del accidente, que reza: “Para más de 6 años”. “¿A cuál le hago caso?”, preguntó el afectado un día a los técnicos de mantenimiento del Ayuntamiento. Asegura que no supieron responderle. “Que me expliquen cuál es el criterio por el que se limita a los 18 años”, sostiene.

Su odisea de cartas, expedientes y certificados, están ordenados en un fichero de unos 300 folios que lleva bajo el brazo y va mostrando con paciencia. Después de tres operaciones y seis meses sin caminar con normalidad, se le quedó una presión constante en el pie izquierdo que le impide doblar el pie. “Ya no puedo hacer nada más que quejarme”, se lamenta Suárez. No quiere que le den la razón: solo que le contesten.


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