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El auge del sector más integrista de Vox lamina a los ultraliberales que fundaron el partido

Espinosa de los Monteros dimite después de que la dirección intentara apartar a Rocío Monasterio de Madrid y lo puenteara en las listas electorales al Congreso

El líder de Vox, Santiago Abascal (a la izquierda) y el portavoz parlamentario, Iván Espinosa de los Monteros, durante la última jornada de debate y votación de los presupuestos en el pleno del Congreso, el 24 de noviembre de 2022.Foto: CHEMA MOYA (EFE) | Vídeo: EPV
Miguel González

“Ya no me reconozco en el partido que fundé”, afirma un exdirigente de Vox. A pocos meses de que se cumpla una década desde su creación, en diciembre de 2013, el presidente del partido ultra, Santiago Abascal, es uno de los pocos miembros del equipo fundador que sigue al frente de la formación. El último en dar el portazo ha sido el portavoz del grupo parlamentario, Iván Espinosa de los Monteros.

A mediodía del martes, Espinosa de los Monteros compareció en la sala de prensa del Congreso para anunciar que dimitía como miembro de la dirección de su partido y de la Diputación Permanente de la Cámara baja; y que no tomaría el acta de diputado que ganó en las elecciones del 23-J. El exportavoz de Vox aseguró que tomaba esa decisión “por motivos personales y familiares”, pues sus padres “ya no son tan jóvenes” y sus hijos “no son tan mayores”. Aunque se despidió uno a uno de los periodistas, rehusó contestar a sus preguntas y explicar por qué renunciaba a un escaño que renovó hace solo 15 días.

Según fuentes de su entorno, Espinosa de los Monteros tenía la decisión tomada hace semanas, pero dejó que pasaran las elecciones para no perjudicar a un partido que contribuyó a fundar y del que el martes aseguró que seguirá siendo militante de base. El detonante de la ruptura con su jefe y amigo Santiago Abascal, con quien se reunió el lunes para comunicarle su dimisión, llegó el 18 de junio, cuando el jefe de Gabinete de Abascal, Enrique Cabanas, telefoneó a los diputados Víctor Sánchez del Real y Rubén Manso, entre otros, para comunicarles que se caían de las listas que se oficializarían al día siguiente. Tanto el primero —diseñador de algunas de las campañas más exitosas de Abascal— como el segundo —gurú económico del partido— eran dirigentes de Vox de la primera época y figuraban entre los más estrechos colaboradores de Espinosa, con quien nadie había contado para elaborar las listas de las que tendría que salir su grupo parlamentario.

Los muñidores de las candidaturas habían sido el vicepresidente de Acción Política, Jorge Buxadé, y su mano derecha, Ignacio Hoces. El primero, miembro del Opus Dei como el secretario general del partido, Ignacio Garriga, encabeza el sector integrista católico, ultraconservador en lo moral y proteccionista en lo económico, que ha ido arrinconando hasta laminar a los ultraliberales, seguidores de los postulados de Margaret Thatcher y Ronald Reagan en los años ochenta. Bajo la administración Bush se los conocería como neocon. Mientras los primeros se identifican con las posiciones de los gobiernos húngaro y polaco, los segundos están más próximos al partido conservador (tory) británico.

Poco a poco, los dirigentes de Vox que no se pliegan a las instrucciones del aparato que controla Buxadé han sido excluidos o condenados al ostracismo. Es el caso de la eurodiputada Mazaly Aguilar, otra de las dirigentes históricas del partido que, pese a ser vicepresidenta de la Comisión de Agricultura del Parlamento Europeo, el cargo internacional más importante que tiene Vox, ha sido borrada de las redes sociales del partido como si no existiera.

Jorge Buxadé (izquierda) e Iván Espinosa, a su llegada a la presentación del programa económico de Vox para las elecciones generales del 23-J, el 7 de julio en Madrid.
Jorge Buxadé (izquierda) e Iván Espinosa, a su llegada a la presentación del programa económico de Vox para las elecciones generales del 23-J, el 7 de julio en Madrid.A. Pérez Meca (Europa Press)
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Fuentes de la formación subrayan que el interés en eclipsar a los representantes de este sector llegó al absurdo cuando, en la presentación del programa económico del partido, en julio pasado, no se permitió que Espinosa de los Monteros compareciera solo, sino que lo tuvo que hacer acompañado por Buxadé. Mientras el primero es licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales y máster en Gestión de Empresas en EE. UU., el segundo es abogado del Estado y carece de formación económica.

Meses antes, según han corroborado distintas fuentes del partido, el aparato ya intentó apartar a Rocío Monasterio, esposa de Espinosa de los Monteros, de la candidatura de Vox a las elecciones autonómicas del 28 de mayo en la Comunidad de Madrid. Primero se le ofreció un puesto en la lista para las elecciones al Parlamento europeo, de junio del año próximo, lo que ella rechazó alegando razones familiares; y luego, un cargo en la fundación Disenso, que no rehusó siempre que fuera compatible con su puesto en la Asamblea madrileña, agregan las mismas fuentes. Los intentos por sacarla de la política autonómica fracasaron y, Monasterio lo pagó con la falta de apoyo a su candidatura: Abascal solo celebró un mitin en la Comunidad de Madrid durante toda la campaña y fue en la localidad de Chinchón, de 5.600 habitantes.

Durante la campaña de las generales, Espinosa de los Monteros tuvo un papel secundario, aunque se volcó en animar el mitin final de la plaza Colón para demostrar, según quienes le conocen, que cumple sus compromisos. En cambio, Buxadé acaparó el mayor protagonismo, a pesar de que no era candidato. La reunión del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) que se celebró después de las elecciones fue “especialmente tormentosa”, según fuentes de Vox, ya que varios miembros de la cúpula exigieron responsabilidades por la forma en que se había dirigido una campaña que llevó a la pérdida de 19 de sus 52 escaños, pero Abascal cortó en seco cualquier autocrítica. El director de esa campaña, aunque nunca se informó públicamente, fue Buxadé.

El escaño que deja vacante Espinosa le corresponde ocuparlo a Juan Luis Steegmann, el médico que se enfrentó al entonces ministro de Sanidad, Salvador Illa, por la gestión de la pandemia y al que acosaron los sectores más fanatizados de Vox por su defensa de las vacunas. No es seguro, sin embargo, advierten las fuentes consultadas, que Steegmann acepte el escaño, pues ha sido muy crítico con la gestión del equipo de Buxadé.

Respecto al sustituto de Espinosa de los Monteros como portavoz, varias fuentes apuntan a Ignacio Hoces, a pesar de su falta de experiencia parlamentaria (su único papel en el Congreso ha sido el de comisario político del grupo parlamentario en la pasada legislatura desde su puesto de asesor). Lo que es seguro, agregan, es que será el hombre fuerte del grupo, como colaborador más directo de Buxadé.

En conversación con EL PAÍS, Sánchez del Real, el diputado que fue apeado de las listas para colocar a Hoces, asegura que, con la salida de Espinosa de los Monteros, “se pierde uno de los mejores parlamentarios que han tenido las Cortes”. “Al margen de las razones personales que ha esgrimido”, advierte, “ha llegado el momento de hacer una reflexión sobre cuál es la mejor forma de retomar algunas ideas del manifiesto fundacional de Vox que, con la salida de algunas personas, unas de manera voluntaria y otras sin saber la razón, ya no están representadas”.

Aún más contundente, Rubén Manso afirma, en un artículo publicado en Vozpópuli, que “Vox no tiene futuro”. Y añade: “Este partido del que muchos hacían una caricatura que, como toda caricatura era injusta e hiperbólica, ha decidido parecerse a ella”.

Incluso el exsecretario general del partido Javier Ortega Smith, muy alejando ideológicamente de Espinosa de los Monteros, ha dado por sentando que su dimisión no se debe a motivos personales en un tuit en el que señala: “Querido compañero y amigo, siento mucho tu dimisión y mucho más las razones que la provocan”.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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