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Feijóo abraza los pactos con Vox mientras Abascal pone precio al Gobierno de Murcia

La extrema derecha se revuelve en esa región ante la negativa del PP a cederles la presidencia de la Asamblea regional y el líder de la extrema derecha amenaza con votar en contra de la investidura de López Miras

Alberto Núñez Feijóo, a su llegada a la presentación de las cabezas de lista al Congreso para el 23-J, frente al Palacio Real de Aranjuez (Madrid), el martes.Foto: MATEO LANZUELA (EUROPA PRESS) | Vídeo: EUROPA PRESS

“El contexto de lo que está pasando es este: el día 17 de junio se constituyen todos los ayuntamientos y nos teníamos que retratar. No había más remedio, o pactábamos con Vox o conservaba la izquierda el poder, y no había forma de esconderse”, apunta un asesor de Alberto Núñez Feijóo para explicar que, como un dominó, se hayan acelerado los acuerdos del PP con la extrema derecha. El Partido Popular asumió que el sábado estaba obligado a desvelar sus cartas, así que decidió abrir esta semana de par en par las compuertas de los pactos. Ahora bien, el acuerdo para el Gobierno valenciano, que compartirán PP y Vox, dio la impresión de que todo estaba ya cerrado con los de Santiago Abascal, pero nada más lejos de la realidad. Al contrario, una vez abierto el juego, las alianzas van avanzando territorio a territorio de forma caótica, con Murcia como escenario ahora más conflictivo, donde Vox pone precio a la investidura de Fernando López Miras después de que los populares dejaran al partido ultra fuera de la Mesa de la Asamblea regional. En esta coyuntura, la más compleja desde su llegada a la presidencia del PP, Feijóo ha pasado por primera vez a defender activamente los pactos de sus barones con Vox, sin despejar la incógnita de qué haría él en caso de encontrarse en un escenario como este tras el 23-J.

Después de haber renegado durante toda la pasada campaña electoral, Feijóo ha tenido que dar un paso adelante asumiendo los pactos del PP con la extrema derecha por todo el país. El presidente popular ha pasado de hacerse el sueco a bendecir el acuerdo para un Gobierno conjunto con Vox en la Comunidad Valenciana, la cuarta más poblada de España, justificándose en que los ultras han tenido respaldo popular en las elecciones del 28 de mayo y en que, sin la abstención del PSOE, la alternativa era ir de nuevo a elecciones. “En la Comunidad Valenciana, Vox ha sido determinante y lo ha votado mucha gente”, argumentó el miércoles Feijóo. “La única posibilidad sería convocar elecciones nuevas, porque el PSOE no quería apoyar al PP”, sostuvo, pese a que el pacto se ha cerrado mucho antes de agotar los plazos para un escenario de repetición electoral (las Cortes Valencianas se constituyen el día 27).

Feijóo arguye también que los socialistas no se quieren abstener para que gobierne el PP, aunque en Extremadura, donde es el PSOE la lista más votada, los populares no han hecho el amago de dejar que gobierne, y en Castilla-La Mancha el PP ha rechazado una propuesta del PSOE para repartirse las principales alcaldías. Y esgrime, además, que los socialistas no pueden darle “lecciones” de sus acuerdos con la extrema derecha teniendo en cuenta sus pactos. “Que nos diga el PSOE con quién podemos o no pactar, un partido que ha pactado con Podemos, que está gobernando con independentistas en Cataluña, y que gobierna con el apoyo de Bildu... El PSOE no tiene ninguna legitimidad para dar lecciones sobre pactos”.

El problema para Feijóo, además de tratar de evitar la factura electoral de los acuerdos con la extrema derecha, es que estos se le complican ahora en territorios que en principio debían ser más pacíficos. Es el caso de Murcia. En esa comunidad, en la que Fernando López Miras, con 21 diputados, está a solo dos de la mayoría absoluta, los ultras amenazan con una repetición electoral después de que el PP los haya dejado fuera del reparto de poder en la Asamblea. Fuentes del Partido Popular en Murcia explican que Vox había reclamado para sí la presidencia de la Cámara regional, y sostienen que por eso el PP, que lo encontró una petición “desproporcionada”, optó por votarse a sí mismo, dejando sin puestos en la Mesa a la extrema derecha. Pero los ultras se han revuelto y Santiago Abascal ha advertido al PP del “profundo error” de su decisión, que atribuye a “cálculos nacionales” de Feijóo. Fuentes del PP murciano aseguran, en cambio, que han actuado desde su absoluta autonomía y sin instrucciones de la cúpula para la negociación de la Mesa.

Vox, pese a su fuerza relativa en una comunidad sociológicamente conservadora, quiere poner precio a la presidencia de López Miras. Abascal confirmó que si el aspirante a presidente del PP murciano no rectifica y respeta el 18% de los votos que recibió allí su formación, votarán en contra de su investidura. Abascal y Vox persiguen en estas negociaciones que el electorado aprecie que son una alternativa que puede formar parte de gobiernos con el PP, como ya sucedió en su momento en Castilla y León y ahora rápidamente en la Comunidad Valenciana, y es lo que exigirán antes del sábado en hasta 135 municipios en toda España y varias autonomías.

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El encontronazo de Murcia, que en Vox no se esperaban, marca un criterio general. El partido ultra continuará las negociaciones en otras comunidades, también en Murcia, hasta el final, mientras en el entorno de Abascal advierten: “Repetir las elecciones es la última opción, pero es una opción”.

En plena marejada, Feijóo trata de que los pactos territoriales con Vox no lastren su credibilidad cuando sostiene que él no gobernará con la extrema derecha si necesita su apoyo, como apuntan todas las encuestas. “Mi objetivo no es pactar con Vox, sino conseguir una mayoría suficiente para gobernar, de la misma forma que se produjo en Andalucía o en Madrid”, defendió el miércoles, igual que afirmaban sus candidatos antes de las elecciones autonómicas. Preguntado sobre si, en el caso de no lograr su objetivo, utilizará los mismos argumentos esgrimidos en la Comunidad Valenciana para justificar un acuerdo suyo con Vox, el líder del PP evitó responder: “Usted no me va a sacar de mi objetivo. Yo eso se lo dejo a Sánchez, con su Frankenstein 2″. Aunque avance despejando algunas incógnitas, Feijóo todavía deja en el aire el interrogante principal.

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