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El resultado del 13-F deja a Castilla y León en riesgo de bloqueo político

La victoria por la mínima del PP lo aboca a una negociación a cara de perro para investir a Mañueco

El candidato a la presidencia de la Junta de Castilla y León por el PP, Alfonso Fernández Mañueco, lanza un beso al público mientras valora los resultados de su formación durante la noche electoral del 13-F en Salamanca.Foto: MANUEL ÁNGEL LAYA (EUROPA PRESS)
Elsa García de Blas

El endiablado resultado del 13 de febrero ha dejado un escenario complejísimo para la gobernabilidad de Castilla y León, hasta el punto de que en las primeras horas después de las elecciones los protagonistas de los pactos posibles escenificaron un claro riesgo de bloqueo.

La victoria por la mínima del PP, que adelantó las elecciones para buscar estabilidad porque no se fiaba de Ciudadanos, lo aboca ahora a una negociación a cara de perro para sacar adelante la investidura de Alfonso Fernández Mañueco con hasta seis partidos distintos y con posiciones contrapuestas. La aritmética obliga al PP, además, a enfrentar el dilema que le va a perseguir hasta las generales: si está dispuesto o no a gobernar con Vox. Ante la difícil vía de la gran coalición a la alemana —que Ferraz se apresuró este lunes a rechazar de plano— los populares afrontan con tensión interna el debate definitivo de su relación con la extrema derecha. Mientras la dirección nacional, a través de su secretario general, Teodoro García Egea, rechazó un Gobierno con el partido de Santiago Abascal, Mañueco no lo descarta y avisa de que será autónomo para decidir los pactos.

En Castilla y León se juega el anticipo de lo que puede pasar en Andalucía y en el Gobierno de España si la derecha sumara una mayoría suficiente para gobernar. El debate atraviesa al PP con distintas sensibilidades e intereses. La dirección nacional quiere evitar a toda costa un Gobierno de coalición con Vox en Castilla y León para proteger las expectativas de Juan Manuel Moreno Bonilla de revalidar la Junta de Andalucía y para no dar una baza a la izquierda contra el PP. Así lo dejó claro García Egea tratando de marcar el campo de juego.

Moreno Bonilla es el próximo en examinarse en un territorio históricamente de centroizquierda, aunque el resultado del 13-F ahuyente ahora el fantasma del adelanto electoral y el presidente andaluz pueda agotar la legislatura. Pero en el PP saben que, llegado el caso, la entrada de la extrema derecha en sus Gobiernos podría movilizar allí a los progresistas ante la perspectiva de un escenario similar. “Quien quiere un Gobierno de coalición del PP con Vox es el PSOE, pensando en Andalucía”, decían la noche del domingo fuentes de la dirección en la sede del PP. Por eso, el plan de la cúpula para Castilla y León es que Mañueco, que tiene 31 procuradores, a diez de la mayoría absoluta, logre el apoyo de Soria ¡Ya! (3 procuradores), Unión del Pueblo Leonés (3) y Por Ávila (1) y con eso se presente a la investidura para pedirle a Vox (13) que le deje gobernar. “Cada uno tendrá que explicar el sentido de su voto llegado el momento”, dijo ayer García Egea. Su apuesta es forzar a Vox a retratarse.

Pero la vía de los pequeños presenta dos problemas. El primero es que Vox ha dejado claro que va a exigir entrar en el Gobierno de Mañueco para dar su apoyo, imprescindible, a la investidura. El candidato de la extrema derecha volvió este lunes a insistir en que su partido entiende que el mandato de las urnas es que les ha llegado la hora de gobernar. “Quiero decir de manera rotunda que el resultado de las elecciones lo que nos dice es que tenemos el derecho y el deber de integrar el próximo Gobierno de Castilla y León”, manifestó Juan García-Gallardo en una rueda de prensa desde Valladolid, en la que también descartó rotundamente abstenerse, como pretende el PP.

El partido de Abascal presiona fuerte legitimado por un resultado importante (17,64% de los votos) que supera al que logró Ciudadanos en las pasadas elecciones (14,96%) y con el que entró en el Gobierno. Vox reclama “lo mismo o más de lo que tuvo Ciudadanos” en la pasada legislatura; es decir, cuatro consejerías (incluida una vicepresidencia) y la presidencia de las Cortes regionales, y pone sobre la mesa sus primeras condiciones programáticas: la derogación de la ley de violencia de género autonómica y el decreto de memoria histórica.

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El otro problema de la vía preferida por Génova es que aunque el PP sumara todos los apoyos de los localistas, dejando a Vox fuera del Gobierno, aún le faltarían tres escaños para la mayoría absoluta, que está en 41 procuradores. Eso si consigue el respaldo de todos ellos, ya que pueden ser incompatibles entre sí. El candidato de Soria ¡Ya!, Ángel Ceña, abrió la posibilidad de un apoyo al PP, pero sugirió que no estará en ese acuerdo si concurre también Vox. De esta fórmula, a Mañueco le preocupa la estabilidad del Gobierno, porque se trataría de un Ejecutivo en minoría y estaría obligado a negociar con múltiples actores cada ley o Presupuesto.

Números de la estabilidad

En realidad, solo hay dos partidos que tienen números suficientes para dar estabilidad a Mañueco, porque por sí solos alcanzan con el PP la mayoría absoluta. Uno es Vox, con sus 13 procuradores, y el otro es el PSOE, con 28. La vía alemana —la gran coalición entre PP y PSOE, por medio de una abstención— ha abierto el debate entre los socialistas, pero parece muy complicada. El alcalde de Valladolid, Óscar Puente, regidor en la ciudad más poblada de Castilla y León, defendió que el PSOE se abstenga para evitar que el PP se entregue a la extrema derecha, pero la dirección federal de los socialistas le desautorizó después y rechazó esta posibilidad, informa José Marcos.

A la compleja madeja de la gobernabilidad se añade que Génova y Mañueco discrepan sobre cómo actuar con respecto a Vox. El secretario general del PP definió con claridad que la dirección del partido no quiere un pacto de Gobierno con la extrema derecha en Castilla y León. “Los Gobiernos de coalición no han traído más estabilidad y prosperidad a España, sino todo lo contrario”, defendió García Egea en distintas entrevistas en radio y televisión en las que expresó el mismo mensaje. A Mañueco tampoco le entusiasma un Gobierno con Vox y pide un Ejecutivo en solitario, pero la diferencia con Génova es que él no descarta, llegado el caso, gobernar con los de Abascal. “No descarto nada. Yo lo dije bien claro: no hay líneas rojas, tenemos que hablar de programa”, avisó.

El equipo de Mañueco confirma a EL PAÍS que no descarta un Gobierno con Vox pero primero quiere hablar con todos los partidos y estudiar “con calma y sin precipitación” las distintas posibilidades. El portavoz del PP en las Cortes, Raúl de la Hoz, tenía previsto llamar este lunes por la tarde a todos los grupos para citarles a un primer encuentro exploratorio, de mayor a menor representación. Es decir, el PP se sentará primero con el PSOE, pero en esta primera cita no le ofrecerá nada. Irá “a escuchar”, como con el resto. Después de oír a todos, empezará la negociación. Hay tiempo de sobra y el proceso va a ser muy largo, avisan en el PP.

De momento, en el entorno de Mañueco ven dos vías como las más probables: o bien el acuerdo con los localistas con un Gobierno en minoría —opción insuficiente para garantizar la investidura—, o bien la coalición con Vox. En el PP de Castilla y León no creen que el PSOE tenga incentivos para permitirles la gobernabilidad y no confían mucho en esa fórmula. No obstante, Mañueco también la explorará. ¿De qué va a depender que escojan una u otra opción? “Del precio que pongan”, resumen en el equipo del barón popular. Mañueco no quiere un Gobierno donde Vox tenga la vicepresidencia, la portavocía y carteras fuertes y exija medidas que pongan en cuestión la relación con Europa o el trato a la inmigración, señalan fuentes de su entorno. Pero si se tratara de algunas consejerías menores o más simbólicas (como por ejemplo una sobre Caza y tradiciones, por poner el caso) estaría abierto a estudiarlo. El escenario que quiere evitar a toda costa es la repetición electoral.

El proceso va a generar tensiones con Génova, admiten en el PP de Castilla y León. En el entorno de Mañueco afirman que ellos llevarán la batuta y que la dirección nacional no puede impedir estatutariamente su pacto de Gobierno, algo que es cierto, aunque políticamente sería difícil que Mañueco cerrara un acuerdo con el rechazo frontal de Génova, porque abriría una gran crisis en el partido. “La negociación la llevamos nosotros”, avisan fuentes del equipo del barón popular.

Elsa García de Blas analiza las consecuencias de las elecciones de Castilla y León.Foto: EPV | Vídeo: EPV

En este contexto de tensión, Casado reúne este martes al comité ejecutivo del PP para analizar los resultados del 13-F. El líder del PP ha salido magullado de las elecciones y ve cómo algunos barones se le revuelven. Además de Mañueco, la líder madrileña, Isabel Díaz Ayuso, se apresuró el lunes a reclamar que se celebre cuanto antes el congreso del PP de Madrid. Lejos de funcionar como un trampolín hacia La Moncloa, las elecciones en Castilla y León han abierto nuevos frentes a Casado.

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Sobre la firma

Elsa García de Blas
Periodista política. Cubre la información del PP después de haber seguido los pasos de tres partidos (el PSOE, Unidas Podemos y Cs). La mayor parte de su carrera la ha desarrollado en EL PAÍS y la SER. Es licenciada en Derecho y en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid y máster en periodismo de EL PAÍS. Colabora como analista en TVE.

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