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Radiografía electoral | Aragón se prepara para otro sudoku de pactos

El desmembramiento del PAR y la irrupción de la marca de la España Vacía vaticinan un nuevo mandato de acuerdos a varias bandas. El socialista Lambán busca la reelección en una de las comunidades que lideran la expansión de los parques solares y eólicos

Parque eólico La Muela, en Zaragoza este sábado.
Parque eólico La Muela, en Zaragoza este sábado.Carlos Gil-Roig

Quien gana en Aragón, gana en España. Lleva ocurriendo desde 1977: el partido que, en las elecciones autonómicas o en las generales, gana en las tres provincias aragonesas —reflejo, por sus características, de la pluralidad del país— acaba siendo el ganador en España y haciéndose con la presidencia del Gobierno. La comunidad autónoma —con una población de 1,3 millones de habitantes— aparece, así, como una España en versión reducida. Por eso suele decirse que Aragón es el Ohio español: politólogos y demoscópicos miran atentos lo que ocurre en este rincón de “polvo, niebla, viento y sol” —como cantaba José Antonio Labordeta— al igual que los estadounidenses miran al Estado de Ohio cuando quieren predecir quién será el próximo ocupante de la Casa Blanca.

Pero predecir, esta vez, lo que pasará en un territorio que siempre ha necesitado pactos para gobernar se ha puesto más difícil que nunca. Ya lo tuvo complicado en 2019 el actual presidente y candidato socialista, Javier Lambán, que hubo de recurrir a un cuatripartito insólito y transversal —”un camarote”, según sus adversarios— en el que juntó al centro derecha del Partido Aragonés (PAR) con la izquierda de Podemos y la Chunta Aragonesista (CHA). Sólo así obtuvo Lambán los 34 votos necesarios para ser investido. Hoy, tras la debacle vivida en el PAR —dinamitado por líos internos y judiciales y con una facción absorbida por el PP— y en Ciudadanos —al que las encuestas dejan fuera de la institución—, el sudoku de pactos da otra vuelta de tuerca: el candidato socialista, si gana, podría tener que atraerse a otro actor que, según los sondeos, está a punto de entrar en la Cámara: Aragón Existe. Si el vencedor es el PP, es igualmente probable, según las encuestas, que deba apoyarse en Vox o en los representantes de la España Vacía (o en ambos, con la dificultad añadida de que son socios que se han declarado incompatibles entre sí). El Parlamento autonómo, en todo caso, seguirá enormemente fragmentado.

Qué dimensión acabe teniendo la irrupción de Aragón Existe (la marca autonómica de Teruel Existe) en el tablero político regional es algo que está por ver. Carmen Lumbierres, profesora de Políticas en la UNED, recuerda que el fenómeno de la lucha contra la despoblación y las reivindicaciones frente a la Administración central propiciaron el nacimiento de Teruel Existe y su éxito electoral en 2019, cuando hizo historia al lograr un escaño en el Congreso de los Diputados tras dos décadas de lucha asociativa. “Habrá que ver si esto se mantiene y sirve también a nivel autonómico”, afirma.

Mientras tanto, el presidente, Javier Lambán, saca pecho. Aragón, presume, “se ha convertido en tierra de oportunidades para las empresas atraídas por la energía renovable y la situación logística”. En esta legislatura hay una cifra que destaca: los 48 proyectos que el Ejecutivo ha declarado de interés autonómico y que, según sus cifras, suponen inversiones empresariales de más de 4.500 millones de euros y la creación de 10.400 puestos de trabajo en sectores como el de los datos y comercial (con la llegada de Amazon), el logístico (con la ampliación de Inditex en la plataforma PLA-ZA), el farmacéutico (con nuevas factorías como la de Becton Dickinson) o el agroalimentario (con gigantes como Bonarea). En el corredor de Zaragoza se ha incrementado en 1,5 millones de metros cuadrados el suelo industrial.

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Desde 2015 se han instalado en Aragón 130 compañías, y el saldo entre las que se han ido y las que han llegado en los últimos cuatro años es favorable, según datos del Ejecutivo autonómico. Pero en 2022 hubo 67 firmas que cambiaron su domicilio social a Madrid, y el PP se fija en ese dato para buscar un motivo que ha repetido como un mantra en este mandato: el “infierno fiscal” en el que, a su juicio, se ha convertido la región. Así lo califica Jorge Azcón, alcalde de Zaragoza y ahora candidato autonómico de los populares. El Gobierno aragonés fue de los últimos en subirse al carro de las bajadas de impuestos, rebajando en ciertos casos (aunque subiéndolo en otros) el tramo autonómico del IRPF, e incrementando las bonificaciones en el Impuesto de Sucesiones. Pero ni a la derecha ni a la patronal les parece suficiente.

En realidad, la política fiscal del Gobierno de Lambán no ha sido ni cielo ni infierno, sostiene Fernando Rodrigo, profesor de Economía Pública de la Universidad de Zaragoza. Se ha limitado, dice, a ser “mimético” respecto a lo que hacían otras comunidades, optando prácticamente por desfiscalizar el Impuesto de Sucesiones y Donaciones a los parientes cercanos y aumentar la progresividad en el tramo autonómico del IRPF.

¿Cuál será el reto de los próximos años en Aragón? Los empresarios lo tienen claro: el talón de Aquiles de este rincón de la España vacía es la falta de trabajadores. Lo repite rotundo Miguel Marzo, presidente de la patronal CEOE en la comunidad. Según sus datos, este año se generarán 30.000 “oportunidades de empleo”, pero a la vez, sostiene, en los próximos años habrá un déficit de trabajadores que impedirá cubrir, en una población ya muy envejecida, el hueco de los jubilados de la generación del baby boom. “Nos falta de todo”, se queja Marzo. “Desde camareros y conductores hasta técnicos digitales, trabajadores para la industria o el sector agroalimentario”. Los sindicatos, sin embargo, rechazan esa tesis. Para Manolo Pina, secretario regional de CC OO, “no faltan trabajadores, sino empleos con condiciones dignas”.

Placas solares y molinos en el paisaje

En la campaña se ha colado también un lema que encarna un debate social: “Renovables, sí, pero no así”. Aragón acabará produciendo a final de este año el doble de la electricidad que consume, y toda procedente de fuentes renovables, según el Gobierno; pero esa apuesta, que tiene el respaldo del Ejecutivo central como parte de la política de transición energética para disminuir la dependencia de las energías sucias, ha generado una contestación social en una parte del territorio por la proliferación de placas solares y molinos en el paisaje. Desde 2019 se han puesto en marcha más de 4.000 MW de potencia entre eólica y fotovoltaica, y aún quedan en tramitación cerca de 11.400 MW (sin contar los proyectos del Gobierno central). “Hay que cambiar el modelo”, dice Javier Oquendo, portavoz de la Plataforma en Defensa de los paisajes de Teruel. “Cambiar la perspectiva con pequeñas plantas de autoconsumo, donde los ciudadanos sean los protagonistas de la energía. Si no, tendremos que volver a emigrar”, vaticina. El pasado 16 de abril, más de 2.000 personas se manifestaron en Zaragoza contra los parques de renovables.

Pedro Machín, presidente de la agrupación empresarial Clúster de la Energía en Aragón, rechaza esas críticas y enfatiza su apuesta por los parques eólicos y solares. “Hay sectores con mayor impacto en la biodiversidad que el nuestro, como el del transporte o la agricultura, y no veo que existan estos debates ni se echen las manos a la cabeza con unos impactos mucho más graves”, señala. El presidente Lambán, en todo caso, tras impulsar muchos de estos proyectos declarándolos de interés autonómico, ha matizado últimamente su respaldo asegurando que la apuesta no puede derivar en un “colonialismo energético“, y sugiriendo que los beneficios de las renovables (en forma de electricidad más barata) deberían revertir específicamente en Aragón.

La relación entre Lambán, uno de los barones territoriales socialistas más díscolos, y su jefe de partido, Pedro Sánchez, es otro de los interrogantes de la campaña. El aragonés ha querido dejar constancia en distintas ocasiones de su alejamiento del presidente del Gobierno en asuntos como los acuerdos con partidos independentistas, y el pasado noviembre llegó a afirmar que “mejor le habría ido a España” con otra persona al frente del PSOE (luego se desdijo). Ahora, su lema de campaña es “Aragón, con voz propia”. Está por ver si esa personalidad propia —que aspira también a atraerse el voto del centroderecha— mueve más a los votantes que las claves nacionales y las disputas medioambientales. Precisamente este sábado, 6 de mayo, una manifestación recorrerá las calles de Zaragoza contra uno de los proyectos estrella del candidato socialista que han sacudido la campaña electoral: la unión de pistas de esquí en el Pirineo aragonés por el valle virgen de Canal Roya, rechazado por los grupos ecologistas y por una parte del territorio, y que ahora está, como el resultado del 28 de mayo, en el alambre.

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