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PAISAJES VALENCIANOS DEL AGUA / III. EL VINALOPÓ

Aguas que bañan una naturaleza mestiza y un misterio celestial

El Vinalopó es un río plenamente valenciano y recorre comarcas que conforman un paraíso de fauna y flora

Les Salines de Santa Pola.
Les Salines de Santa Pola.Joan Antoni Vicent

El Vinalopó es, como el Palancia, un río plenamente valenciano. Nace en la Serra de Mariola. Esta sierra, situada entre las comarcas de L’Alcoià, El Comtat y La Vall d’Albaida, es un paraíso de fauna y flora. En su término se han catalogado miles de especies vegetales (muchos endemismos) y una destacadísima diversidad de fauna (artrópodos, anfibios, reptiles, aves, mamíferos...). Las llamadas comarcas centrales de la Comunidad Valenciana tienen aquí, pues, su reserva natural más completa, cosa que saben —y esperemos que valoren— los numerosos aficionados al senderismo que acuden al lugar.

El Vinalopó tiene 81 kilómetros de longitud. Tras pasar por Banyeres de Mariola, se dirige a Villena. Este municipio, de poco más de 34.000 habitantes, ejemplifica muy bien la naturaleza mestiza y de encrucijada de las tierras valencianas. Villena ahora es la capital de la comarca del Alt Vinalopó, pero hasta 1836 fue un municipio castellanomanchego. En realidad, el término de Villena (el segundo más amplio de la provincia de Alicante) se resuelve como un cruce de caminos entre Valencia, Murcia y Castilla-La Mancha. Este país también es eso: una disyuntiva —un perpetuo interrogante— bajo el sol...

El río, regocijado con estas contradicciones, continua hasta Petrer y Elda. Se trata de dos poblaciones separadas por una avenida. Petrer tiene 34.000 habitantes y Elda poco más de 52.000. La avenida que separa los idiomas no es la frontera azul: a un lado y a otro lo que se oye sobre todo es murciano, porque Alicante es el paraíso perdido de Murcia, su Shangri-la o La-La-Land, no sé.

Para escuchar algo un poco más autóctono hay que ir hasta Elche —el río lo hace— y acudir, los días 14 y 15 de agosto —mañana y el lunes—, al Misteri que se representa en la Basílica de Santa María. Se trata de un drama medieval sobre la Asunción de María que ha sobrevivido milagrosamente hasta llegar a convertirse en el actual Patrimonio de la Humanidad. Yo he estado allí dos veces. La primera fue un 15 de agosto de finales de los 80, aprovechando las puertas abiertas de La Festa. Yo venía en autostop desde tierras más septentrionales y acudí, como un oso a un panal, a escuchar algo que me dejó maravillado y enamorado para siempre. Porque el Misteri es celestial, único y estupefaciente. Asistí a toda la representación de pie, pero a pocos metros reconocí la culta y sobria figura del exministro de UCD (y luego del PSOE) Francisco Fernández Ordóñez. Más tarde, a la hora de dormir, lo tuve que hacer debajo de una palmera, bajo las estrellas y un bosque de palmas infinito. Porque el que no ha dormido así de joven de viejo será inevitablemente insomne.

Más de veinte años después volví al lugar de los hechos. Ahora venía a escribir un libro, así que el Ayuntamiento (la amable concejala Àngels Candela) me invitó. Esta vez pude asistir sentado. A mi lado, dos vips: Joan Manuel Serrat (un incondicional del Misteri) y Jorge Alarte (un exsecretario general del PSPV que vino a comerse el mundo y el mundo se lo comió a él).

Recorrido arquitectónico

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Si la música celestial no fuera suficiente para justificar un viaje, podemos dirigirnos a Novelda. Estamos en la comarca del Vinalopó Mitjà. Aquí hay un recorrido arquitectónico que no deberíamos obviar. Se trata de todo el patrimonio modernista de la ciudad, un buen conjunto de casas particulares y tres edificios en particular: La Casa-Museu Modernista, el Centre Cultural Gómez Tortosa y la Casa Mira. Sin olvidar, por supuesto, el Santuario de María Magdalena, que tiene un aire de calcomanía de Gaudí pero, a diferencia de la Sagrada Família, se acabó de construir en 1946.

El río Vinalopó, por otro lado, desemboca en las Salinas de Santa Pola. Una explotación de sal situada junto a un conjunto de dunas y playas protegidas. Y luego, más allá, la isla de Tabarca. Pero esa ya es otra aventura.

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