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CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE JOAN FUSTER

Los aforismos de Fuster, internacionales

La Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) ha previsto algunas traducciones de los libros del ensayista al castellano, al ruso y al inglés

Una reproducción de Joan Fuster en la Casa Museo del escritor en Sueca.
Una reproducción de Joan Fuster en la Casa Museo del escritor en Sueca.Mònica Torres

Dentro de las actividades programadas con motivo del centenario del nacimiento de Joan Fuster (1922-1992), la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) ha previsto algunas traducciones de sus libros al castellano, al ruso y al inglés.

El ensayista de Sueca ya había tenido previamente una notable difusión internacional. Su Diccionari per a ociosos (1964), por ejemplo, se publicó en 1970 en español, en 1992 en inglés y en 2010 en francés. Ahora lo está vertiendo al ruso parcialmente Marina A. Abramova, para la revista Inostrànnaia Literatura, y como un primer paso para sacarlo completo en alguna editorial moscovita.

El Diccionari era el libro que, según su propio autor, más representativo resultaba de su obra, siempre sujeta a la fragmentación, la diversidad y la matriz periodística a las que su actividad pública lo constreñían.

Para el nuevo impulso internacionalizador, la AVL ha escogido otros dos títulos también emblemáticos en su bibliografía: Sagitari (1985) y Consells, proverbis i insolències (1968).

Sagitario se acaba de editar en la editorial Rayo Verde/Raig Verd, en traducción de Maria Rosich. Es un volumen variopinto, donde Fuster impera en la distancia corta, su preferida. Lo conforman sobre todo pequeños ensayos de dos, tres, o cuatro páginas, con sus obsesiones habituales: el escarnio de la filosofía, el hedonismo, las disidencias... Incluye, también, un pequeño reservorio de aforismos, ese género del que fue maestro por su dominio semántico y sintáctico.

Las sentencias breves precisamente protagonizan de manera absoluta Consells, proverbis i insolències, que Mary Ann Newman está traduciendo al inglés, con el sorprendente título –quizás provisional- de Final Judgements (Judicis finals (1960) es otra obra de Fuster).

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Newman (Nueva York, 1951) es una profesora de la Universidad de Nueva York, buena conocedora de las literaturas catalana y española. Es sobrina del dramaturgo Arthur Miller. Forma parte de la North American Catalan Society, tiene la Creu de Sant Jordi y es miembro del jurado del Premi Internacional Catalunya.

Final Judgements se publicará en la editorial Fum d’estampa Press, fundada por Doug Suttle. Se trata de un sello especializado en versiones de literatura catalana al inglés.

De todas las actividades previstas para el Any Fuster por los ilustres académicos, no hay duda de que estas –y las que sigan en esta línea- serán las más provechosas. Al fin y al cao, el autor de L’home, mesura de totes les coses no sólo resultó un formidable despertador de conciencias en su propia sociedad. Fue también –y con los años es lo que queda- un creador universal que merece ser divulgado y reconocido sin fronteras. Por eso sus aforismos son la pieza clave para esta operación.

Aunque las controversias políticas en torno a su figura dibujaron un Fuster polémico y extremadamente ideológico, no hay más que leer su literatura apodíctica para descobrir a un liberal pragmático y tolerante, partidario del diálogo y del sentido común. De ahí sentencias como “No te fíes de tu conciencia. Tenderá a darte la razón” o “Todos, si llegamos a tener razón, la tenemos a medias”.

El hombre que escribió “No tengáis más convicciones que las decididamente imprescindibles” o “Reivindicad siempre el derecho a cambiar de opinión: es lo primero que os negarán vuestros enemigos” casa mal con la imagen de furibundo ideólogo o tonante “padre de la patria” con que sus adversarios –y algunos de sus adláteres- se esforzaron en retratarle.

Al final, y mientras se apagan los rescoldos de las batallas que tuvieron lugar hace ya muchos años, el destino de un escritor sólo se juega en el tablero de sus páginas. Y Fuster tiene muchas donde solazarse y reflexionar. Seguir leyéndolo es el principal homenaje –no: el único- que realmente vale la pena organizarle.

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