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Guarderías desbordadas por falta de manos: “No llegas a todo. Tienes la sensación de maltratar a la infancia”

Las escuelas infantiles no ven lógico que se reduzca la ratio en I3 sin tocar las suyas, “cuando en I2 hay también 20 niños, más pequeños y con más necesidades”

Alumnos de una escuela infantil del área de Barcelona.
Alumnos de una escuela infantil del área de Barcelona.massimiliano minocri

Alba es educadora en una escuela infantil y tiene a 13 alumnos de I1 (de uno a dos años) a su cargo. En época de virus, con muchas bajas, todavía puede gestionar la situación, pero si asisten todos, la cosa cambia: “No se puede dar respuesta a las necesidades de todos, no se llega, así que tienes que decidir a quién atiendes, teniendo en cuenta quién aguanta y gestiona mejor el llanto. Es muy triste y frustrante”. Sandra tiene hasta 20 pequeños de dos a tres años en el aula. “Estás solucionando una cosa, pero ves otro problema al que no llegas. Nos sentimos mal y abandonadas. Estamos agotadas”.

La falta de manos se agudiza en el grupo de lactantes, con bebés de pocos meses. Estrella tiene a su cargo hasta ocho bebés, muchos de los cuales llegan con 16 semanas de vida. En ocasiones cuenta con una educadora de refuerzo, pero aun así no es suficiente. “A media mañana algunos quieren dormir, otros comer encima de tu falda, pero te faltan brazos”, explica mientras sostiene a un bebé que intenta dormir. En medio de la conversación, otra niña empieza a llorar en el dormitorio. La maestra de refuerzo va a buscarla. Si estalla un tercero, deberán decidir a qué bebé dejan de atender. “A esta edad necesitan que los abraces, pero a todos no llegas, no se está dando una buena atención. Si uno llora, tienes que dejar a otros para consolarlo, pero son muy pequeños, no entienden que tienen que esperar. A veces tienes cinco o seis bebés cogidos de tu pierna porque reclaman que los cojas. Al final del día acabas agotada”, lamenta.

En un momento en que las administraciones presumen del descenso de la ratio en infantil 3 a 20 alumnos por aula, las trabajadoras de las guarderías no entienden por qué no se aplica una medida similar en sus escuelas —con criaturas de menor edad, más dependientes y con más necesidades— y se sienten como las más olvidadas de todo el sistema.

Las ratios en las escuelas infantiles están marcadas por un decreto de 2006, que fija que como máximo podrá haber ocho bebés de menos de un año por cada educadora, 13 bebés para la etapa de infantil 1 (de uno a dos años) y hasta 20 en infantil 2. El Departamento de Educación, que es el que determina el listón máximo de alumnos por aula, no se plantea una reducción y asegura que los ayuntamientos tienen la potestad de bajar este umbral. Asimismo, sostiene que la realidad es diferente según el territorio y que no todas las guarderías están al máximo de capacidad.

Olga del Amo, directora de una escuela infantil de L’Hospitalet, lamenta que la falta de manos desemboca en muchas ocasiones en una desatención. “Estás cambiando el pañal sin mirar a la criatura porque tienes que estar pendiente del resto”. La intensidad que genera una jornada con tantos niños y tan pequeños puede acabar, explica la directora, en algunos comentarios extremos de educadoras: “Hay niños que no sé si han venido porque no los he podido mirar”.

Las trabajadoras de infantil coinciden en lamentar la poca importancia que se le da a esta etapa educativa. “Las maestras tienen sueldos de 1.100 euros. Todo el mundo se llena la boca con la importancia del 0-3, pero después tienes a trabajadoras mileuristas en el aula. Aquí hay algo que no funciona”, se queja Montse Fernández, presidenta de la Coordinadora d’Escoles Bressol, que agrupa un centenar de centros públicos y privados.

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Del Amo alerta de que el poco reconocimiento, la falta de recursos, los bajos sueldos y lo desbordadas que se sienten las educadoras está generando un cóctel explosivo en el sector. “Hay muchas bajas por estrés y ansiedad, porque se tiene la sensación de estar maltratando la infancia”.

La directora pide un reconocimiento de esta etapa educativa y más recursos. En este sentido, lamenta que la Generalitat no decidiera usar el dinero destinado a la gratuidad del I2 en aumentar la plantilla de las guarderías y en incorporar personal que atienda a niños con necesidades especiales (con alguna alteración de la conducta). Para esta educadora, la raíz del problema radica en “la poca importancia que se le da a la infancia” y a esta etapa. “Tienen más metros cuadrados las gallinas ecológicas que los bebés en las guarderías”, remata.

Aumento de personal

Pero reducir la ratio es complicado, según los ayuntamientos y las asociaciones y patronales del sector, especialmente en un momento en que ha aumentado la demanda de I2 desde que la Generalitat implantó la gratuidad hace dos años. “En la pública no hay plazas para todo el mundo, y las privadas tampoco pueden reducirlas porque viven de las cuotas de las familias”, apunta Montse Fernández. “Las ratios van vinculadas a la financiación: menos ratio se traduce en mayor coste de la plaza y más financiación pública”, añade Jordi Fibla, de la Associació de Llars d’infants.

Ante la imposibilidad de bajar las ratios, todos coinciden en que la solución pasa por aumentar el personal, con más educadores en cada aula. “Nosotros aplicamos la pareja educativa, es decir, dos maestras por aula. Pero eso implica más coste para los ayuntamientos. Todo es cuestión de voluntad política”, admite Eduard Rivas, alcalde de Esparraguera y presidente de la Federación de Municipios de Cataluña.

Más complicaciones en las escuelas externalizadas

A las quejas por la falta de personal, en algunos municipios las trabajadoras se quejan de unas condiciones laborales precarias por la externalización del servicio. L’Hospitalet de Llobregat, la segunda ciudad en población de Cataluña es ejemplo de ello, ya que desde que abrió la primera guardería municipal, ahora hace dos décadas, se optó por un modelo de gestión indirecta. Actualmente, las seis escuelas infantiles que hay están gestionadas por diferentes empresas. “Hay diferencias de suelo o de condiciones laborales entre las trabajadoras de las diferentes escuelas porque la licitación está mal redactada y es ambigua”, denuncian desde la plataforma Bressols i Revolució l’Hospitalet. Desde el Ayuntamiento aseguran que, al tratarse de una concesión administrativa, cada empresa designa los salarios y condiciones laborales. Con todo, trabajan conjuntamente con el personal de las escuelas para introducir mejoras en los pliegos de la nueva licitación, ya que el contrato debe renovarse el año próximo.

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