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Un ciclista herido por el tiro de un cazador de jabalíes en Girona: “Disparó al ruido y me dio”

Se recupera de un diagnóstico crítico, ha perdido medio estómago, el bazo y parte de los intestinos y está pendiente de una tercera intervención quirúrgica

Carles Abras, en un bosque cercano a Llofriu, se recupera de las graves heridas que sufrió al ser alcanzado por la bala que disparó un cazador de jabalíes.
Carles Abras, en un bosque cercano a Llofriu, se recupera de las graves heridas que sufrió al ser alcanzado por la bala que disparó un cazador de jabalíes.Massimiliano Minocri
Marc Rovira

El domingo 11 de febrero Carles Abras se levantó temprano para ir a buscar pescado al mercado de Palafrugell (Girona). Compró una dorada, con la intención de hornearla con patatas y cebolla un rato más tarde, al volver de la ruta matinal con bicicleta que tenía planeada. Siete semanas después, sigue sin haber regresado a su casa. “El pescado se estropeó “, dice con cierta socarronería. La pieza de dorada no fue la única pérdida que sufrió aquella mañana de domingo. Mientras pedaleaba por un sendero, Abras fue alcanzado por la bala que había disparado un cazador de jabalíes. El tiro le seccionó medio estómago, el bazo y perforó diversos pliegues de sus intestinos. El cazador declaró a los Mossos d’Esquadra que había disparado contra los matojos porque escuchó “un ruido” que le hizo pensar en la presencia de una posible presa. Sus compañeros manifestaron que lo encontraron bastante alterado y maldiciendo: “¿Por qué me pasa esto a mi? ¿Por qué tengo tan mala suerte?”, gritaba, con el ciclista tendido en el suelo. Consta imputado por un delito de lesiones por imprudencia en las diligencias judiciales que tiene abiertas el juzgado de la Bisbal d’Empordà.

“En la última visita, el médico me dijo que se alegraba mucho de verme. Me contó que temieron seriamente por mi vida”, explica Carles Abras. Ha perdido nueve kilos, solo puede comer hervidos y está pendiente de otra intervención quirúrgica, la tercera. Temporalmente imposibilitado para hacer vida autónoma, se ha tenido que instalar en casa de su hermana. Al estar de baja médica, ha sufrido un recorte en su salario de cerrajero y, de momento, no ha recibido ni un euro de indemnización. Cuando estaba en la UCI, desde el Hospital Trueta de Girona contactaron con su hermana para preguntarle quién iba a abonar la factura de los gastos médicos. “Yo de esto no entiendo nada, no sé cómo va”, dice el herido. “Mi hermana tuvo que preocuparse de llamar al grupo de los cazadores para saber qué seguro les cubre”. Al final, se han puesto en manos de un abogado. “Es común en casos de accidente con algún responsable identificable que la Seguridad Social busque quien se hace cargo de los costes”, manifiesta David Carrasco Serra, el letrado especializado en responsabilidad civil que ha contratado Abras. La agrupación de cazadores tiene una póliza de responsabilidad por la que paga 342 euros anuales. “De momento, la compañía ha alegado que no se hace cargo de nada porque era una batida señalizada y alega que hay que derivar la reclamación a la aseguradora individual del cazador”, indica el abogado.

“Yo ni vi ningún cartel de aviso. Me enteré de la batida porque encontré al cazador unos minutos antes del disparo. Fui yo quien se dirigió a él para preguntarle. Me recomendó que me alejara y así lo hice”, rememora Abras. “Él dice que pretendía darle a un jabalí, pero disparó al ruido y me tocó a mí”, lamenta. El sendero que tomó dibujaba un recorrido circular y, unos cinco minutos después de haber intercambiado unas palabras con el cazador, el ciclista estaba tendido en el suelo herido de bala. “Notaba que me ardía la barriga”, explica. “Me quedé quieto en el suelo, tratando de no moverme mucho, como se ve en las películas”, explica. Estuvo consciente todo el rato, hasta que lo montaron en un helicóptero para trasladarlo al hospital.

Según consta en las diligencias que están en el juzgado, la señalización de la batida fue parcial, con avisos solo en un sector del bosque, el más cercano a la carretera que conecta la Bisbal d’Empordà con Palafrugell. Abras llegó pedaleando desde la otra vertiente del valle. “La zona de caza destinada a la batida no estaba restringida al paso de vehículos o personas”, señala el atestado policial. También se recoge una declaración del cazador, de 52 años y vecino de la zona, donde detalla que apretó el gatillo alertado por un “ruido” que provenía de la espesura, sin haber visto antes a ningún jabalí. Admite que era buen conocedor del lugar y que sabía que por la pista que tomó el ciclista había senderos que conducían, de nuevo, al lugar donde él estaba apostado con su arma. “Se precipitó a la hora de disparar, porque pese a que él creyera que lo que se ocultaba detrás de los matojos era un jabalí, tenía que haberse esperado a que el animal saliera a campo abierto y asegurarse de que efectivamente era un jabalí y no una persona, como resultó ser”, concluye el atestado policial entregado al juez.

El cazador fue sometido a una prueba de alcoholemia y dio resultado negativo. Según los Mossos, vulneró “la premisa básica” que hay que respetar cuando se maneja un arma de fuego: “Antes de disparar hay que tener la certeza de contra quién o contra qué se está disparando”.

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