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Flotats en el Romea: “Es un hecho excepcional que yo esté aquí”

El actor y director, que regresa a Barcelona con ‘Voltaire-Rousseau, la disputa’, considera los casos de Lluís Pasqual y Joan Ollé “injustificada caza de brujas”

Flotats en el Romea
El actor y director teatral Josep Mª Flotats a la entrada del teatro Romea, donde actúa. ,Marta Perez (EFE)
Jacinto Antón

“Es un hecho excepcional que yo esté aquí”. Lo ha dicho este mediodía Josep Maria Flotats emergiendo con el tronío del Cid de Corneille o del mismísimo Rey Sol de los ropajes y actitud algo dickensianos (grueso abrigo, bufanda, expresión pesarosa) en los que se ha envuelto para presentar en el teatro Romea de Barcelona, en catalán, el espectáculo Voltaire-Rousseau, la disputa, que dirige e interpreta (haciendo de Voltaire) mano a mano con Pep Planas. Y ciertamente es un hecho excepcional: porque no se prodiga en Barcelona (la última vez fue en 2015 en el Lliure de Gràcia con Ser-ho o no, la didáctica comedia sobre la identidad judía que quizá hoy no sería tan bien recibida), porque la primera y última vez que subió al escenario del Romea fue en 1959, hace la friolera de 65 años; porque cada vez que aparece públicamente todo el mundo espera que cuente algo jugoso de su affaire catalán (abraonament de conseller, gats baladrers, etcétera) y last but not least porque, por supuesto, es un grandísimo actor y poderlo ver en acción resulta siempre un placer y un privilegio. La función de anoche, el estreno oficial, se saldó con un enorme éxito: el público puesto en pie obligó a salir a saludar repetidas veces a los dos actores en medio de calurosos aplausos.

Flotats (Barcelona, 85 años cumplidos el pasado enero) vuelve arropado por su amigo Josep Maria Pou, director del Romea, y la empresa Focus (históricamente no tan amigos), de la que Flotats se ha deshecho en elogios por darle la oportunidad de actuar en su ciudad natal. El recordado actor de Cyrano no ha querido hablar de retorno, en la consideración de que lo habría, retorno, si se hubiera marchado alguna vez, ha dicho. Sin embargo, ha reconocido: “Si lo hubiera tenido más fácil, hubiera continuado haciendo teatro más a menudo”. Pero, ha deplorado, “no me llamaba nadie, y si llamaba yo, no había respuesta”. En cambio, ha subrayado, “de fuera me llamaban”.

En fin, Flotats está en Barcelona, en el Romea y tras un breve susto por una afección pasajera de garganta que le dejó sin voz y le obligó a aplazar tres días, ha “resucitado” y ha podido iniciar las actuaciones de Voltaire-Rousseau, la disputa, obra de Jean-François Préveand que reúne en escena (en un ficticio encuentro en octubre de 1765 en el castillo de Ferney) a los dos grandes filósofos a la greña y que Flotats montó en castellano y estrenó en el Teatro María Guerrero de Madrid en 2018. El espectáculo (que Flotats interpreta y del que firma la adaptación, dirección y espacio escénico) se presenta en el Romea en traducción catalana de Salvador Oliva.

Pou lo ha presentado recordando que Flotats debutó en el Romea el 28 de enero de 1959 en Tu i l’hipòcrita de Maria Aurèlia Capmany dirigida por Ricard Salvat. Hace 65 años y hasta ahora no había vuelto, ha destacado Pou, que ha dicho que le emociona especialmente que vuelvan a juntarse dos nombres, los del Romea y Flotats, que deberían haberlo hecho hace mucho tiempo, pues el teatro de la calle Hospital “es un lugar natural” para el actor. Flotats, que ha ido desembrazándose de una actitud algo decaída y parca para hablar con una enjundia que más que Voltaire parecía Hegel, le ha devuelto los elogios a Pou (“sir Josep Maria Pou”) y ha expresado también su emoción.

Una escena de 'Voltaire/Rousseau. La disputa' en el Romea de Barcelona.
Una escena de 'Voltaire/Rousseau. La disputa' en el Romea de Barcelona.David Ruano
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Se ha manifestado “honrado” por el trato en el Romea y a la vez “orgulloso de poder aún hacer mi oficio, defendiendo el teatro en el que creo, el teatro de arte, el teatro con mayúsculas, y además un teatro de reflexión indispensable en la sociedad y en los momentos en que vivimos”. Se ha descrito como “un humilde servidor del teatro” y “un monje laico del teatro”, al servicio del autor. Y ha parafraseado a Simone Signoret al expresar que, si bien haría un personaje fascista en una producción democrática, jamás encarnaría un personaje democrático en una producción fascista (la actriz dijo que nunca haría de revolucionaria en una película fascista pero sí de fascista en un filme revolucionario). Ha hablado de su último espectáculo, un tercer regreso a las lecciones de Louis Jouvet en París durante la ocupación nazi (París 1940, en el Teatro Español de Madrid, 2022-23) y ha defendido los valores de la Francia republicana que figuran en la obra. Ha vinculado esos valores a las figuras de Voltaire y Rousseau (él se siente mitad y mitad: total, los dos están en el Panteón) y ha destacado su enfrentamiento “culto, brillante, lleno de humor e ironía”. Ha aprovechado para expresar su miedo a la pérdida de democracia y libertades en la vieja Europa y se ha exclamado: “¡Voltaire sálvanos, vuelve y sálvanos!”. Pou se ha sumado a la fiesta de filósofos y ha recordado que en el Romea ya han estado Sócrates y Cicerón (encarnados por él mismo).

Ha subrayado Flotats que cuando era pequeño, en su casa, “en mi ambiente de familia que perdió la guerra, cuando se hablaba de teatro se hablaba del Romea, sólo existía el Romea”, y ha evocado momentos de su carrera como el debú absoluto, que fue en el Teatro Guimerà, en la calle del Pi 12, donde empezó su meritoriaje en 1957. En 1959 hizo de figurante con texto en una Juana de Arco (el oratorio de Claudel en versión escénica) en el Liceo con Ingrid Bergman. También recordó, en referencia a su querencia por Voltaire, cuando bajo dirección de Jean-Louis Barrault interpretó en el Théâtre d’Orsay Zadig ou la destiné, que fue un éxito y le valió la amistad de Barrault. O cuando abrazó la estatua de Voltaire en el vestíbulo del primer piso de la Comédie después de fichar por la casa y que el administrador general le elogiará, precisamente, su Zadig. De ese éxito ha rememorado que Barrault, “cuya compañía era privada, con alguna ayuda pública”, y que poseía dos cuadros de Picasso, del que era amigo, le dijo que gracias al espectáculo pudo recuperar un Picasso del Banco. Lo que le ha llevado a Flotats ya en una orgía de memoria desatada a la ocasión en que José Bergamín, exiliado en París, “me invitó a comer al Flore, él iba con dos actrices jóvenes, decía que le rejuvenecían” (una anécdota que hoy le podría costar algún disgusto a Bergamín). Flotats se ofreció a pagar y el escritor le dijo que no hacía falta. “Me dijo ‘no, no, hoy no pago yo, pagan Picasso y Miró”. Resulta que Malraux, a la sazón ministro de Cultura, había escrito a los dos artistas pidiéndoles ayuda para Bergamín y cada uno había enviado un cuadro que el ministro había puesto a la venta y entregado el dinero al exiliado. “Igual que aquí”, ironizó Flotats.

El actor y director teatral Josep Mª Flotats, a la izquierda, junto al actor Pep Planas durante  la presentación de la obra, este lunes.
El actor y director teatral Josep Mª Flotats, a la izquierda, junto al actor Pep Planas durante la presentación de la obra, este lunes. Marta Perez (EFE)

Al preguntársele a Flotats si no piensa escribir unas memorias, ha contestado: “No, el pasado ya lo sé, me interesa el futuro que no lo conozco”. Y ha continuado: “Si miro atrás veo demasiados amigos desaparecidos”. Pou ha recordado que no existe ningún libro sobre la etapa de Flotats en el teatro catalán. ¿Y qué siente Flotats hoy al pasar por delante del Poliorama, el Lliure de Gràcia, el Teatre Nacional de Catalunya…? “De todos esos teatros guardo sensaciones muy fuertes con gente que he querido y sigo queriendo, pero no tengo nostalgia. Puedo recordar cosas felices, pero me afecta mucho más el compromiso inmediato el ay, ay, ay, de cada día de mi oficio, ese nerviosismo de hacerlo bien que está siempre presente”.

Pep Planas ha recordado que empezó en el teatro en el Cyrano (1985) de Flotats y cómo aquello fue una verdadera escuela para él donde aprendió otra forma de hacer las cosas. Reencontrarse con el maestro convertido en colega en un mano a mano le resulta “un privilegio”.

Al pedirle su opinión sobre dos casos que han sacudido el teatro catalán en los últimos tiempos como son los de Lluís Pasqual y Joan Ollé, Flotats ha considerado que se ha tratado de “caza de brujas absolutamente injustificada”.

En cuanto a si va a continuar en los escenarios, ha dicho que no se ha planteado nunca parar y que seguirá mientras pueda hacer teatro como le gusta. Al respecto ha suscrito las irónicas palabras de “mi admirada Dame Núria Espert, que dijo que no tenía la vida interior que tiene la mayoría de la gente para quedarse en casa”.

La presentación de Voltaire-Rousseau, la disputa ha coincido con la noticia de que la semana pasada los teatros de Barcelona alcanzaron una ocupación global del 75 %, confirmando la excelente marcha del sector.

Y un detalle íntimo de composición del personaje: en su Voltaire, Flotats no usa la fragancia This is him de Zadig & Voltaire, como podría pensarse, sino su apreciado Leather oud de Floris de Londres.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.
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