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El centro de Los Legionarios de Cristo que esquivó la prohibición de segregar por sexos: “No somos una escuela elitista”

Educación asegura que ha advertido al Real Monasterio de Santa Isabel, en Barcelona, de que debe cambiar su modelo si quiere mantener el concierto a partir de 2026, un aviso que la escuela dice no haber recibido

Fachada del colegio Reial Monestir de Santa Isabel, en Barcelona.
Fachada del colegio Reial Monestir de Santa Isabel, en Barcelona.Gianluca Battista

El colegio Real Monasterio de Santa Isabel, en Barcelona, gestionado por Los Legionarios de Cristo, es una escuela que aplica el modelo diferenciado -que separa a niños y niñas en las aulas-, pero que hasta ahora ha escapado a la regulación del Departamento de Educación que impide a este tipo de centros recibir financiación pública en forma de conciertos educativos. Educación detectó las prácticas de esta escuela a raíz de una publicación de este diario, y asegura que ha advertido a la dirección de que deberá cambiar el método a partir de 2026, coincidiendo con la renovación de los conciertos en primaria y secundaria. Una advertencia que todavía no ha llegado al centro, asegura la dirección. La escuela ha invitado a este diario a visitar sus instalaciones y poder así explicar su método educativo, aunque no ha permitido la entrada de cámaras ni entrevistar a los alumnos.

Una de las metas que se fijó ERC al tomar las riendas de Educación fue dejar de financiar a las escuelas que separan niños y niñas. En 2022, aprovechando que debían renovarse los conciertos para la etapa de la ESO, la Generalitat avisó a las escuelas vinculadas al Opus Dei que debían cambiar la forma de escolarización. De 10 escuelas, la mayoría aceptó, excepto dos, Viaró y Camp Joliu, que este curso pasaron a ser privadas en secundaria. El Real Monasterio de Santa Isabel no recibió ese aviso, a pesar de aplicar el modelo diferenciado. Pero sí envió a la Inspección. “Visitaron las clases y presentaron un informe bien grueso, pero después, no hemos sabido nada más”, asegura la directora, Nuria Paredes.

La diferencia clave entre Santa Isabel, ubicada en el barrio de Sarrià, y las vinculadas al Opus, es que esta primera escolariza niños y niñas a la vez en el mismo centro -las del Opus tienen colegios solo para niños y solo para niñas-, pero luego se separan en las clases en ciertos momentos. En detalle, en infantil y bachillerato los alumnos están mezclados, pero en primaria están siempre separados durante las clases, mientras que en la ESO están juntos durante las optativas, pero segregados en las comunes. Ambos comparten siempre espacios comunes como el recreo, el comedor o las excursiones, explica Paredes.

Las líneas pedagógicas de la escuela se basan en una educación religiosa (el centro cuenta con dos capillas, cruces en las aulas y múltiples carteles colgados por todo el centro), la enseñanza trilingüe (en el que el peso de las lenguas se va modulando en cada etapa), una atención individualizada a partir de tutorías, orientadores y psicopedagogos, pero especialmente el modelo diferenciado, especialmente en primaria. “Los niños y las niñas aprenden de forma diferente. Además, las niñas empiezan a hablar antes y tienen más facilidad para la expresión oral y, por consiguiente, en la comprensión oral. Y eso se nota también a la hora de escribir. En infantil las diferencias son mínimas y no hay motivos para separarlos. Al final de la primaria, todos acaban aprendiendo lo mismo, pero el camino que han hecho es diferente”, abunda la directora, aunque este modelo ha sido cuestionado por muchos pedagogos. En este sentido, Paredes detalla que se aprovecha los intereses de cada uno para motivarlos en los estudios. “Las obras de teatro son buenas para practicar la lectura, porque tienen que entender qué están leyendo. Les ofrecemos los mismos temas, pero a lo mejor los niños quieren hacer una obra sobre futbol y las niñas no”.

En la ESO, el modelo se flexibiliza y solo se separan a los alumnos en algunas clases. “Del modelo diferenciado se saca más rédito cuando son más pequeños”, asevera la directora. Y añade que también sirve de transición de cara al bachillerato, donde siempre están mezclados.

Con todo ello, desde el centro se distancian de otros modelos, como los de las escuelas del Opus. “Hacemos coeducación diferenciada. No somos una escuela diferenciada porque en la matrícula no preguntamos si el alumno es un niño o una niña”. En este sentido, la directora busca romper con algunos “prejuicios”, que pesan sobre el centro. “Se dice que somos como una secta y que separamos niños y niñas porque es pecado, pero no es así, en muchos espacios están juntos”.

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El Departamento de Educación hasta ahora no ha puesto la mano sobre el centro, que mantiene el concierto en la ESO. Pero la situación ha cambiado. El departamento asegura a este diario que, tras realizar varias inspecciones al centro, le “ha instado a hacer las adaptaciones y cambios pertinentes de cara a la próxima renovación de los conciertos de primaria y ESO, en 2026″.

Paredes también declina la etiqueta de elitismo. “No somos una escuela elitista, porque está abierta a todo el mundo”. La docente admite que hay alumnos que proceden de familias “bien posicionadas”, pero asegura que también hay de “clase media y trabajadora”, y también alumnos vulnerables de otros barrios procedentes del plan de choque contra la segregación escolar -que busca repartir estudiantes sin recursos de forma equitativa-, que llegan becados. En total, 35 alumnos, según datos del centro, y cerca de 200 si se suman los que cuentan con becas del propio centro. Asimismo, defiende que cuenta con unas cuotas más económicas que otros de su entorno: unos 200 euros mensuales obligatorias por la sexta hora escolar (que tienen todas las concertadas), 180 por el comedor o 90 de aportación voluntaria a la fundación que gestiona el centro. Aunque muchos centros de este tipo acostumbran a sumar aportaciones por uniforme, salidas u otros conceptos.

La escuela, con 1500 alumnos de 1 a 18 años y 200 profesores, fue fundada por el clérigo Francisco Ros en 1946, pero en 1995 pasó a manos de Los Legionarios de Cristo, una congregación que se diferencia por la voluntad de “hacer apóstoles”, tercia Paredes, que traducido al siglo XXI sería, aclara la directora, “hacer líderes positivos para la sociedad, crear personas con valores solidarios que no se preocupen tanto del dinero, sino de los beneficios que pueden aportar a la sociedad”.

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