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Un geriátrico de animales en el Zoo de Barcelona

La avanzada edad de alguno de los ejemplares ha especializado a trabajadores y veterinarios en cuidados de ejemplares longevos

Elefantas recibiendo cuidados por los trabajadores del Zoo de Barcelona.
Elefantas recibiendo cuidados por los trabajadores del Zoo de Barcelona.massiliano minocri
Alfonso L. Congostrina

Pedro, el único rinoceronte del Zoo de Barcelona, murió el pasado lunes. Tenía 54 años y, según la Asociación Europea de Zoos y Acuarios (EAZA), era el rinoceronte blanco más anciano de Europa. Llevaba años recibiendo cuidados geriátricos. El centro zoológico de la capital catalana se ha convertido —por obligación, debido a la cantidad de animales de avanzada edad que hay en el parque— en una de las instituciones de referencia internacional en cuidados geriátricos y en bienestar de este tipo de especies.

La longevidad de Pedro no es excepcional en el centro barcelonés. El 22 de noviembre de 2021 murió la suricata macho Wilson tras alcanzar los 22 años y tres meses de edad y convertirse —también— en la suricata más longeva de Europa. Wilson fue expulsado del grupo de su especie en 2014, un comportamiento que se repite en las colonias animales con los más longevos. La suricata vivió sola hasta 2021 con la compañía y los mimos de cuidadores y veterinarios.

En mayo de 2020, en pleno confinamiento, falleció la chimpancé La Vieja con casi 60 años. La Vieja era uno de los últimos animales que vivían en el parque y que fueron capturados (en 1965) en estado salvaje. Antes de morir, padeció un ictus del que fue tratada aunque recayó y acabó falleciendo.

El jefe de conservadores del Zoo de Barcelona, Jordi Hernández, explica que el objetivo no es solo que los animales vivan muchos años sino que alcancen altos niveles de bienestar. “De los perros, gatos, vacas, conejos… conocemos casi todo, pero con los ejemplares que hay en el zoo es muy diferente y dependemos de los conocimientos generados por las diferentes redes de zoos a nivel europeo y mundial”, explica. Hernández señala los flamencos chilenos que hay en uno de los parterres de la instalación: “Tenemos ejemplares de flamencos de casi 50 años. En Barcelona tenemos un clima más benigno que el que hay en otros zoos de Europa, nos esmeramos en que el cuidado sea excelente, sin parásitos, con una comida rica en nutrientes, revisiones veterinarias muy periódicas y la ausencia de depredadores”, resume.

Hoy en el parque viven tres elefantas ancianas: Susi (53), Yoyo (51) y Bully (40). La esperanza de vida de estos paquidermos no suele superar los 60 años por lo que los cuidadores y veterinarios de las tres están especializados en cuidados geriátricos. “Utilizamos la metodología Quality of Life Assessment (evaluación de la calidad de vida). Es un sistema metódico que seguimos a rajatabla y con el que valoramos absolutamente todo. Vemos, por ejemplo, si un animal tiene cojera y la categorizamos del 1 al 5, destacamos si es bilateral, unilateral, compensatoria…”, ejemplifica Hernández. Con esta metodología se trabaja en el cuidado de la nutrición, las enfermedades, la psicología del animal o la composición del grupo. “Comparamos las valoraciones y establecemos la tendencia y la revisamos como corresponda: cada 48 horas, cada día o tres veces al día”, mantiene el jefe de conservadores.

Dos de las elefantas ancianas, que reciben cuidados especiales en el Zoo de Barcelona.
Dos de las elefantas ancianas, que reciben cuidados especiales en el Zoo de Barcelona.massiliano minocri
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Pilar Padilla es la conservadora de mamíferos del zoo. Recuerda a la perfección las últimas semanas de vida de Pedro. “Tuvo subidas y bajadas y la última semana se estancó con una salud bastante precaria. Centramos todos nuestros ojos en él pero era muy mayor”, lamenta Padilla.

Además del cuidado que proporcionan los trabajadores del zoo, la red de información tejida entre parques ayuda a conservar la salud de los animales. EAZA tiene en funcionamiento un tipo de programas (se denominan EEP) que se centra en el estudio de las especies exhibidas en sus zoológicos asociados. “Conocemos todos los animales de una misma especie que hay en los zoológicos, sabemos cuáles son sus orígenes y hay un coordinador que gestiona si debe haber intercambios de animales. También sabemos si se han hecho cuidados de un ejemplar en un zoo u otro”, informa Hernández.

Pedro procedía del desaparecido Rioleón Safari, en Albinyana (Tarragona), igual que la elefanta Yoyo. Ambos son propiedad de la Administración mediante Cites (Convención sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre). En definitiva, son animales fruto de decomisos. Ejemplares que han sufrido, principalmente, en circos o parques y que acaban en el zoo para darles bienestar en los últimos años de su vida.

El director del Zoo de Barcelona, Sito Alarcón, defiende que, pese a que muchos animales tienen una edad avanzada, el parque no es “exclusivamente un geriátrico”. Alarcón mantiene que el futuro del Zoo de Barcelona es apostar por la “conservación, investigación y divulgación” priorizando especies mediterráneas, las amenazadas o aquellas para las que exista un plan de conservación. El parque barcelonés seguirá acogiendo a animales decomisados, aunque son cada vez más pequeños: suelen ser reptiles o aves procedentes de la venta ilegal de mascotas. Los elefantes y otros mamíferos dejarán de exhibirse en el zoo una vez mueran los actuales ejemplares.

Las osas del zoo tienen más de 20 años y comienzan a ser mayores. Uno de los gorilas, Txebo, está en el radar de los cuidadores, sobre todo, para ver como gestiona el grupo la edad que comienza a tener el líder. Los trabajadores del parque siguen cuidando de una población envejecida que, cuando muera, mostrará un parque muy diferente al actual.

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