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El acusado por el triple asesinato de Ciutat Vella evita jugar la baza del trastorno mental

El fiscal subraya ante el jurado que el sueco John Musetescu, de 32 años, era consciente de sus actos y debe pagar por tres crímenes “brutales e inhumanos”

John Musetescu Werberg
John Musetescu Werberg, acusado de matar a tres personas en Barcelona en enero de 2020, este lunes frente al jurado popular.Albert Garcia
Jesús García Bueno

Esposado para tranquilidad de la sala, con la espalda tiesa como un palo y junto a una traductora de sueco que no parece necesitar, el acusado mira con fijeza al jurado popular. Cuando el fiscal pronuncia su nombre por primera vez, ríe con la boca cerrada: John Musetescu Werberg. El hombre que el 20 de enero de 2020 mató presuntamente a tres personas en el casco histórico de Barcelona en apenas una hora y sin un motivo aparente luce una sudadera negra con un número 3 bien visible en el brazo derecho. Su sonrisa mal disimulada y su guasa las ha percibido, desde la segunda fila del público, el suegro de David Caminada, la tercera y última víctima en la ruta mortal de Musetescu: tuvo la mala fortuna de toparse con él al salir del trabajo y recibió dos puñaladas en el pecho. “¡Qué hijo de puta, se ha reído! ¡Asesino!”, dice en voz alta el suegro, que ha querido gritar pero apenas se ha hecho oír.

El triple crimen de Ciutat Vella no admite una explicación razonable, más allá de que solo alguien verdaderamente trastornado, un psicópata de manual o alguien que actúa bajo el efecto de las drogas, puede hacer algo así. Consciente del efecto que esa laguna puede producir en los nueve ciudadanos que forman el jurado popular, el fiscal se ha esforzado este lunes, en la primera sesión del juicio, en convencerles de que el joven sueco era perfectamente consciente de lo que hacía. Y, por tanto, ha de asumir las consecuencias de unos actos “brutales” e “inhumanos”. “Al recibir noticias de este caso, lo primero que se me pasó por la cabeza es que este chico le pasaba algo y que podía tener un problema mental. Pero llegué a la conclusión de que no. Hay pruebas científicas imparciales que así lo demuestran”, ha subrayado el fiscal, Manuel Sancho.

“Quien ha de demostrar que tiene un problema mental que pueda desembocar en una atenuante o una eximente ha de ser el acusado”, ha insistido Sancho en un esfuerzo dialéctico que, a juzgar por la estrategia de defensa, resulta casi innecesario. Musetescu, que en estos más de tres años en prisión preventiva ha cambiado hasta en cinco ocasiones de prisión por conflictos con otros presos (ahora permanece en la de Lleida) rechaza esgrimir como coartada un supuesto trastorno. Es cierto que el informe pericial encargado por la jueza que investigó el caso señala que su capacidad para hacer y querer no estaba alterada, y que distingue entre lo que está bien y lo que está mal. Pero también es verdad que el historial de problemas mentales en su país, Suecia, es extenso, y ofrece al menos una vía para intentar seducir al jurado.

La salida escogida por Musetescu tiene las piernas muy cortas: niega ser el autor del triple homicidio pese a las abrumadoras pruebas que hay en su contra. “Mi intención es intentar defenderle”, ha dicho, tímida y abrumada, su abogada de oficio. El primer letrado que le atendió buscó la atenuante por trastorno mental y, según fuentes cercanas a la familia, el acusado, de 32 años, le indicó que no debía seguir por ese camino. La Fiscalía, que había solicitado inicialmente dos penas de prisión permanente revisable (por dos de las muertes, que califica de asesinatos) ha anunciado este lunes que, por la doctrina del Tribunal Supremo acerca de ese delito, se ve obligado a rebajar sus pretensiones. El fiscal pide ahora 25 años de cárcel por el asesinato de Héctor Núñez, de 30 años; 20 años más por el de Rosa Díaz, de 77; y otros 14 por el homicidio de David Caminada.

254 puñaladas y un incendio

El relato de lo ocurrido entre las 15 y las 16 horas del del 20 de enero de 2020 es una locura. Musetescu estaba, por motivos que aún no han salido a la luz —se ha acogido siempre a su derecho a no declarar— en el domicilio de Héctor Núñez, en el centro de Barcelona. En un momento dado, le asestó 254 puñaladas, trató de seccionarle la cabeza y acabó asfixiándole con una bolsa de plástico que cerró al cuello con una cuerda. El fiscal considera que le causó “un sufrimiento extraordinario” e innecesario. Después, el joven sueco, que estaba de visita en Barcelona, prendió fuego al piso (dice el fiscal que para deshacerse de las pruebas), se descolgó desde el balcón hasta la calle y se dio a la fuga con la moto del fallecido, a quien había robado las llaves.

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Unos 15 minutos más tarde, Musetescu llegó a un portal y se topó con una viuda de 77 años, Rosa Díaz. Le asestó “numerosos golpes en la cabeza” y le asfixió con las manos antes de llevarse su cartera, su teléfono móvil y el reloj. La mujer, que no tuvo ninguna opción de defenderse ante un ataque “sorpresivo”, murió en el acto. En su incomprensible carrera criminal, el joven sueco empujó a un hombre para robarle la moto, intentó robar con un cuchillo en una tienda y se dirigió a los alrededores de la plaza de Sant Jaume, sede de la Generalitat y del Ayuntamiento de Barcelona. David Caminada, trabajador del departamento de comunicación del consistorio, salió del trabajo y tuvo la mala fortuna de encontrarse con el asesino, que le asestó dos puñaladas en el pecho mientras intentaba arrebatarle una bolsa de plástico. El hombre murió dos días después en el hospital.

“Nos ha hecho mucho daño, es inexplicable”, contaba este lunes el suegro de David, Josep Palomar, antes del inicio de la vista. Palomar quería ver y oír al acusado que dejó sin marido a su hija y que ha causado tanto dolor en la familia. “No sé si podré resistirme a gritarle ‘asesino’, ¿qué me puede pasar?”, se preguntaba. Aunque pudo ver a Musetescu y llamarle, aunque no en voz muy alta, asesino, no pudo escucharle: a petición de la defensa, el hombre que sembró el terror en Ciutat Vella declarará, si es que lo hace, en la última sesión del juicio.

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

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