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Una inesperada decisión de Vox y todos a correr: las 72 horas de infarto que decidieron el alcalde de Barcelona

El anuncio de la ultraderecha de no recurrir el recuento, que habría aplazado la investidura, desató las prisas por alcanzar un acuerdo para elegir como regidor al socialista Jaume Collboni

Xavier Trias se dirige a Jaume Collboni, alcalde de Barcelona acabado de investir, el sábado en el Saló de Cent del Ayuntamiento. Foto: ALBERT GARCIA | Vídeo: EPV
Clara Blanchar

La investidura del flamante alcalde de Barcelona, el socialista Jaume Collboni, comenzó el sábado con veinte minutos de retraso. Eran las 17.20, Collboni no aparecía y los teléfonos ardían en el grupo municipal del PP. El retraso era la última pantalla del frenesí que se vivió en Barcelona desde la tarde del miércoles. La penúltima pantalla fue cuando, a las 16 horas, los comunes de la exalcaldesa Ada Colau lanzaban la bomba: votarían al PSC en la investidura. Saltaba por los aires el pacto que habían fraguado el ganador de las elecciones, Xavier Trias (Junts), y ERC, que les daría la alcaldía si no había una mayoría alternativa de 21 concejales. Y la hubo: los que sumaron socialistas, comunes y el PP.

Durante la hora anterior, los nervios tomaron el Saló de Cent, el salón más noble y con más historia del edificio consistorial. Invitados de Junts o ERC con caras largas. Desconcierto entre los socialistas y comunes. En el primer banco, la mujer de Trias, la hermana y la madre de Collboni, y la mujer de Maragall, sentadas de lado con cara de circunstancias. En los despachos del consistorio, los veteranos lo vieron venir y redactaron dos versiones de los documentos: decretos, notas de prensa, actualizaciones de la web. Que fuera alcalde Collboni dependía de los votos del PP, pero nada es lo que es hasta que sucede. Lo que sigue es el relato de las 72 horas de infarto que precedieron una investidura insólita —condicionada por las elecciones generales del 23-J y la histeria en todos los partidos—, y que fue tensa, desagradable y con los discursos y reproches entre partidos más duros que se recuerdan.

Miércoles 14. Tarde. Vox no recurre el recuento. La investidura será el sábado. Los partidos que obtuvieron representación en Barcelona llevaban días convencidos de que Vox llegaría hasta los juzgados con su exigencia de que se revisaran los votos nulos, porque estaban a 1.500 papeletas de lograr un tercer concejal y una confusión en el logo había invalidado una cifra indeterminada de sus votos. El recurso habría aplazado la investidura al 7 de julio, y se estaban tomando con calma las negociaciones. A las 19.10 llega el whatsapp a las redacciones: “Vox descarta emprender acciones legales contra la Junta Electoral Central”. Junts y ERC llevaban ya días negociando un acuerdo de gobierno y todo se acelera. En el PSC, donde nunca nada se improvisa, como si sonara un despertador, se activa el engranaje. La consigna: presionar a los comunes para evitar un gobierno independentista, para lo que se necesitarán también dos votos del PP.

Jueves 15. Mañana. Las conversaciones en el frente independentista avanzan. Junts y ERC encauzan su pacto, trascienden concesiones al republicano Ernest Maragall, cuántas áreas y distritos estarían dispuestos a ceder los de Xavier Trias.

Jueves 15. Tarde. Propuesta de pacto del PSC y portazo de los comunes. Los socialistas convocan a la prensa en su sede del Poblenou. Collboni comparece para pedir el voto a Colau y ofrecerle entrar en el gobierno. Ni palabra del PP, a quienes los socialistas también presionan indirectamente: “Si hay una mayoría de 19, alguien se tendrá que posicionar si quiere hacer alcalde a Trias o a Collboni”. Responden los comunes: portazo. Lo da el número dos de Colau, Jordi Martí: “Con el PP no vamos ni a la esquina”. “No haremos ningún acuerdo que implique el PP, que pacta con Vox y dice que apoyará cualquier gobierno que desmonte el legado de Colau”. Martí es la cara visible de los negociadores de Colau (en la retaguardia están la concejal Gemma Tarafa y Adrià Alemany, miembro de la ejecutiva y figura clave en las decisiones de la organización). En el PSC, la portavoz de las negociaciones es la concejal Laia Bonet, y los fontaneros, el secretario de organización, Carlos Prieto, y Albert Dalmau, una de las personas de confianza de Collboni.

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Viernes 16. Mañana. Sirera eleva el tono: quiere la cabeza de Colau. El jefe de filas del PP, Daniel Sirera, que en campaña prometió echar a Colau y evitar un gobierno independentista, revela que dará sus votos al PSC si Colau se aparta. Más presión a los comunes.

Viernes 16. Tarde. Reunión Collboni-Colau. Los comunes mantienen el no. Collboni invita a Colau y mantienen una reunión. La versión de los socialistas es que Collboni reitera la oferta del jueves: los votos de los comunes y el compromiso de entrar en el ejecutivo municipal. Según los comunes, les ofrece el “pacto secreto” al que la exalcaldesa hizo referencia en su discurso el sábado. “Un pacto de gobierno, muy parecido al que teníamos en el último mandato, firmado y guardado en un cajón a escondidas de Sirera, y darlo a conocer pasado el verano”, asegura una fuente de los comunes. Colau dice que ni hablar.

Viernes 16. Última hora. Pacto Junts-ERC listo. Máxima presión del PSC. Junts y ERC anuncian que tienen el pacto listo y que sus bases lo ratificarán el sábado a mediodía. La presión a los comunes arrecia por parte del PSC. “Los comunes estaban cerradísimos y se activan puentes, llamadas a veteranos de la formación para que les convenzan”, relatan fuentes socialistas. El argumento: que si no votan a Collboni, Trias será alcalde. Las presiones agrietan el no rotundo en las cabezas de algunos comunes. Se ha producido un click.

La presidenta de Junts, Laura Borrás, y el secretario general del partido, Jordi Turull, el sábado en el Consell de Cent, cuando Trias perdía opciones de ser alcalde.
La presidenta de Junts, Laura Borrás, y el secretario general del partido, Jordi Turull, el sábado en el Consell de Cent, cuando Trias perdía opciones de ser alcalde. Albert Garcia

Sábado 17. Mañana. Reunión de los concejales de Colau. Los nueve concejales de Barcelona en Comú se reúnen en la sede de la calle de Marina, convencidos de votar a su candidata. Pero la duda crece. “¿Qué es menos malo, Trias, que ha prometido desmontar el legado de Colau, o Collboni, con quien han gobernado aunque tienen diferencias en cuestiones de tanto calado como la ampliación del aeropuerto o la movilidad?”, se preguntan. No hay tiempo de consultar a las bases. Se convoca una coordinadora extraordinaria (un órgano formado por unas 40 personas de barrios y ejes temáticos).

Sábado 17. 13.00. Coordinadora extraordinaria de los comunes y aval de los militantes de Junts y ERC al pacto Trias-Maragall. Mientras llegan los avales de la militancia de Junts y ERC, comienza la coordinadora, con más de la mitad de la gente conectada en línea. Colau explica su reunión con Collboni. Martí expone la disyuntiva: dejar que Trias sea alcalde y la derecha vuelva a gobernar la ciudad o votar a Collboni para evitarlo. Los presentes expresan dudas y exponen contradicciones. ¿Votar a quien abandonó el gobierno y fue criticado durante toda la campaña? ¿Apoyar a quien defiende la ampliación del aeropuerto o parará las peatonalizaciones? ¿Qué pensará quien les ha votado? No hay aspavientos, faltan solo cuatro horas para la votación. En una organización donde los críticos reprochan la falta de estrategia y debate, solo faltaban las prisas. Tras escuchar, el grupo municipal entiende que pasar a la oposición y votar a Collboni sin entrar a gobernar con él y los votos del PP es el mal menor. No hay votación, pero la líder, Ada Colau, se posiciona a favor. A las 14.30, algunos concejales se quedan a comer un bocadillo, otros se marchan a casa a vestirse para el pleno de las 17.00.

Sábado 17. 15.30. Una concejal de Colau en un taxi, llamada a Collboni y la bomba en la nota de prensa. Una concejal de Barcelona en Comú que ha pasado por casa a cambiarse toma un taxi hacia el Ayuntamiento y le cuenta al conductor la decisión de los comunes de votar a Collboni. El taxista, que la reconoció, no revela quién era. A las 15.45, Janet Sanz, tres en la lista de Colau, llama a los socialistas para comunicarles la decisión. A las 16.00, el departamento de prensa distribuye la nota de prensa: “Los concejales de Barcelona en Comú votarán a Jaume Collboni y pasarán a la oposición”.

El líder del grupo municipal del PP, Daniel Sirera, el sábado antes del pleno para investir al nuevo alcalde de Barcelona.
El líder del grupo municipal del PP, Daniel Sirera, el sábado antes del pleno para investir al nuevo alcalde de Barcelona.Albert Garcia

Sábado 17. Entre las 16.00 y las 17.00. Aunque del comunicado de los comunes solo puede deducirse que el PP también apoyará a Collboni, la pelota está en su tejado: bombardeo de llamadas y mensajes a jefes de prensa y miembros destacados de los populares. Los socialistas aseguran que los populares no acaban de estar convencidos de votar a un socialista. Se acerca la hora del pleno y también Collboni y Sirera hablan por teléfono; aunque están en el mismo edificio, el del Ayuntamiento, se encuentran en plantas distintas. Los populares piden garantías de que el PSC no dará entrada a los comunes en el Consistorio y que Collboni haga suyas peticiones de campaña en materia de orden y seguridad. Pero no hay nada por escrito, ni Collboni se refiere a su compromiso durante el discurso. Este domingo, Maragall y Trias aseguraron que los votos de comunes y PP forman parte de una operación de Estado orquestada por Pedro Sánchez, Alberto Núñez Feijóo y Yolanda Díaz. El PSOE lo desmiente. Este domingo, Feijóo presumió de que su partido “haya sido determinante para que los independentistas no gobiernen la capital de Cataluña”. Sirera contó que no recibió instrucciones de Madrid, pero sí pidió que le ayudaran “a hacer un buen pacto para Barcelona”. Y presume de que ha sido fiel a su promesa electoral de echar a Colau y evitar un alcalde independentista. Los socialistas están convencidos de que los comunes entrarán en el gobierno municipal pasadas las elecciones, aseguran que incluso Colau lo apuntó en su discurso: que siguen abiertos al pacto, que con 10 concejales no se puede gobernar, que no pactan con la derecha. Los comunes mantienen que no: que o tripartito con ERC, o nada. Pero también aseguraban el jueves que no participarían en ninguna ecuación de la que formara parte el PP. Mientras, la militancia les pide cómo explicar la decisión a familiares, amigos y compañeros de trabajo.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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