El nuevo consejero catalán de Acción Climática se estrena defendiendo los parques eólicos en la Costa Brava

Pere Aragonès, el presidente de la Generalitat, justificó ayer lunes el cambio de tres consejeros de su Govern para dar un “nuevo impulso” a su Gobierno. Este martes, esa idea se ha escenificado con la comparecencia del nuevo responsable de Acción Climática, David Mascort, en la rueda de prensa semanal tras la reunión del Ejecutivo. El que hasta ahora había sido número dos del departamento no ha variado el fondo pero si el tono ante uno de los temas más espinosos de la legislatura: la instalación de parques eólicos en la Costa Brava. Colectivos ambientalistas pero también cierta élite que tiene allí sus segundas residencias coinciden en la cruzada contra los molinos flotantes o terrestres en ese punto. “Si nos oponemos por norma, el ‘aquí nunca nada’, es una mala solución”, ha asegurado el conseller.

Mascort ha presentado Proencat 2050, la hoja de ruta para la transición energética de Cataluña hacia la neutralidad climática a 30 años vista. Los objetivos del documento ya los había dado a conocer su antecesora, Teresa Jordà, pero la apuesta del Govern por que el nuevo consejero incidiera en la apuesta apenas 24 horas después de ser nombrado busca transmitir cierta idea de aceleración. La idea es que en 2050 Cataluña cuente con 62.000 megavatios (MW )de energías renovables, algo que en la práctica implica multiplicar por 18 la potencia instalada actual. Mascort ha dicho que se ha avanzado en la instalación de esa potencia y que, de estar en la parte baja de la lista entre las comunidades autónomas hace un par de años, ahora se está en la posición “número siete”. La eólica y la fotovoltaica fueron en mayo las dos principales fuentes de electricidad en España por primera vez.

Dentro de esa senda de aumento en la potencia instalada, el despliegue de nuevos parques tanto eólicos como fotovoltaicos es clave y Mascort ha subido el tono ante ciertas reticencias a desarrollos que, ha recordado, autoriza el Gobierno central pero la Generalitat intenta modelar. “Tenemos que ser capaces de llegar a consensos con todos los sectores”, ha asegurado preguntado sobre la llegada de molinos de viento a lugares puntillosos como el Golfo de Roses. “¿Estamos todos de acuerdo que tenemos que hacer la transición ecológica en este país, que tenemos que dejar de consumir energía de fuentes fósiles? Entonces tenemos que comenzar a generar energía de fuentes renovables”, ha recordado.

El trabajo de construcción de ese consenso había sido más discreto y Jordà siempre se había refugiado en el discurso del consenso. Mascort ha subido el tono a que, si bien el objetivo sigue siendo el mismo, todos los territorios tienen que colaborar, decidiendo su cuota de esfuerzo. “Los parques eólicos solo se pueden hacer donde hay viento, y en nuestro país hace viento en el Empordà, una parte de la Cataluña central y en las Terres de L’Ebre. Si nos oponemos por norma, ‘aquí nunca nada’, es una mala solución. Si aquí ‘nunca nada’, ¿la energía que se consume de dónde vendrá? ¿De la casa del vecino donde sí la queremos?”, ha dicho.

La clave, ha insistido, es que cada municipio acepte su aportación. “Hay que ser capaces de consensuar el cómo. El plan territorial es el que ha de definir, de la mano de cada uno de los municipios, donde debe ir [la infraestructura]”, ha dicho.

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