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Barcelona superó de nuevo en 2022 el máximo legal de contaminación tras la pandemia

La estación de medición del Eixample registró niveles de NO2 más elevados que en 2021, aunque no tan negativos como los anteriores al coronavirus

Clara Blanchar
La estación de vigilancia de la calidad del aire y la contaminación del Eixample de Barcelona, la que registra los peores datos de la ciudad, en una imagen de archivo.
La estación de vigilancia de la calidad del aire y la contaminación del Eixample de Barcelona, la que registra los peores datos de la ciudad, en una imagen de archivo.MASSIMILIANO MINOCRI (EL PAÍS)

La pandemia supuso dos años de tregua en Barcelona en la contaminación por dióxido de nitrógeno (NO2), la que provoca sobre todo el tráfico. Pero si en 2020 y 2021 la caída de la circulación permitió cerrar los registros de la estación de medición con mayor tráfico de la ciudad, la del Eixample, por debajo de los límites legales que fija la Unión Europea. Basta que una sola estación supere los 40 microgramos de NO2 por metro cúbico para que la ciudad incumpla y en 2022 la del Eixample se ha situado por encima. En síntesis: no estamos tan mal como en 2019, pero la ciudad vuelve a incumplir los límites legales que fijan las instituciones europeas. En el caso de Madrid, el gobierno de Jose Luis Martínez Almeida ha presumido este lunes de haber cerrado 2022 cumpliendo por primera vez los requisitos de calidad del aire de la Unión Europea. En Barcelona, el concejal de Emergencia Climática, Eloi Badia, afirmó antes de Navidad y ante la eventualidad de cerrar el año incumpliendo el límite legal, que la ciudad ha avanzado con medidas como la Zona de Bajas Emisiones (ZBE), pero debe “seguir trabajando” para rebajar la contaminación.

Todo esto en un contexto en el que la justicia europea acaba de condenar a España por la contaminación de Barcelona y de Madrid, y cuando las propias instituciones europeas están pendientes de rebajar el límite legal de polución urbana por NO2 para adaptarlos a los niveles que ha fijado la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque todavía no hay fecha. Y otro argumento relevante: el repunte de la contaminación en Barcelona se produce en una ciudad que fue pionera en España, en 2020, en implantar una Zona de Bajas Emisiones (ZBE) ambiciosa por su alcance, casi 100 kilómetros cuadrados, donde veta la circulación a los coches más contaminantes, los que no tienen etiqueta ambiental. Los resultados de 2022 se explican en parte por la meteorología: Barcelona ha vivido en 2022 un año con varios récords de temperaturas, poca lluvia y poco viento.

Los datos, tomados de las cifras públicas de las estaciones de medición de la ciudad, los ha publicado este lunes el portal divulgativo Contaminació Barcelona. El único dato positivo es que si bien los niveles de NO2 vuelven a superar 40 microgramos en el Eixample (42,16 microgramos por metro cúbico la media de los 12 meses), no alcanzan los valores prepandémicos (en 2019 con 49,51 rozaron los 50). Los registros de 2022 también muestran datos preocupantes en el caso de la contaminación por partículas grandes (PM10). Los niveles de PM10 suben respecto a 2021 especialmente en las estaciones de tráfico. Cumplen con los 40 microgramos por metro cúbico que fija Europa, pero superan el límite de 15 microgramos por metro cúbico (29,89 en las de tráfico --con un repunte preocupante-- y 22,10 en las de fondo, alejadas del tráfico) que establece como valor de referencia la OMS.

Más allá de la estación del Eixample, “el canario de mina” que registra los peores datos de la ciudad, explica Miquel Ortega, responsable de Contaminació Barcelona, la media en las estaciones de tráfico se situó en 38,49 microgramos, ligeramente por debajo del valor legal máximo autorizado. En ambos casos, las cifras están lejos de la contaminación que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera admisible: 10 microgramos por metro cúbico. “La valoración global es que es necesario definir más medidas, sabemos que no cumplimos y hay cierta mejora por la renovación de vehículos que circulan, pero el límite bajará a medio plazo”, avisa Ortega. Tras anunciar la rebaja de exigencias, ahora la Comisión Europea debe publicar un reglamento que será de cumplimiento en los estados miembros, aunque fijará un calendario de cumplimiento que el experto sitúa entre los años 2027 y 2030.

Ortega también alerta de la falta de una red más completa de estaciones de medición en Barcelona. Las instala la Generalitat y las gestiona el Ayuntamiento. “Clama al cielo especialmente en el caso de las partículas pequeñas, las PM2,5, que son las más dañinas porque penetran con más facilidad al respirar: solo se mide en la estación de Palau Reial, que no es de tráfico sino de fondo, y los datos se publican con meses de retraso”, lamenta. Barcelona tiene 11 estaciones de medición. Dos de próximas al tráfico (Eixample y Gràcia); ocho de “fondo urbano”, algo más alejadas del tráfico; y una de suburbana, en pleno parque del Guinardó.

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Desde Eixample Respira, la entidad ciudadana que lleva años exigiendo una drástica reducción del tráfico en el distrito y forma parte de la plataforma que ha lanzado la idea de un peaje urbano, responden que no les sorprenden los datos. “Los datos demuestran que las medidas impulsadas por el Área Metropolitana de Barcelona (AMB), sobre todo la ZBE, no han resultado suficientemente efectivas para alcanzar los niveles legales”, apunta Guille López. Desde la entidad vecinal recuerdan además que el Plan de Movilidad Metropolitana fijaba que en 2022 se vetara la circulación también a los vehículos con etiqueta amarilla (B) y “se decidió no hacerlo alegando que no era el momento”. “Ni las administraciones se creen sus propias medidas y planes, que cuesta una millonada hacer, relegando la salud de centenares de miles de personas que vivimos en el área de Barcelona a una cuestión secundaria”. Sobre la Superilla Eixample, el proyecto de convertir una de cada tres calles del distrito en un “eje verde” sin coches, y del que se se están haciendo las obras en la calle de Consell de Cent y tramos de otras tres vías, López avisa de que “representa el 3% del tráfico que cruza el Eixample: hablamos del chocolate del loro”.

Desde Ecologistas en Acción, en un comunicado conjunto de valoración de los datos de Madrid y Barcelona, señalan que “demuestran que las ZBE de las dos ciudades son insuficientes para reducir de manera eficaz la contaminación del aire: en Barcelona porque afecta a pocos coches y en Madrid porque se limitan a solo dos ámbitos de la ciudad y cada vez más permisivos”.

Ecologistas en Acción recuerda que según el Instituto de Salud Global la “contaminación del aire causa cada año hasta 6.000 muertes prematuras en las dos ciudades, la mitad atribuidas directamente al NO2, que emiten fundamentalmente los tubos de escape de los vehículos alimentados por combustibles fósiles, sobre todo los diésel”. La entidad exige a los dos ayuntamientos “que reduzcan de forma drástica y urgente el tráfico motorizado”.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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