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El preso al que se le ha concedido la eutanasia, ante la jueza: “Estoy parapléjico y no siento el pecho”

Eugen Sabau, que hirió a cuatro personas en un asalto armado en Tarragona, declara que los Mossos le dispararon sin previo aviso

Eugen Sabau, durante el asalto a la sede de Securitas en Tarragona, en diciembre de 2021. Vídeo: EPV
Jesús García Bueno

Marin Eugen Sabau, el preso que ha recibido una autorización sin precedentes para someterse a la eutanasia, ha declarado este lunes a petición propia ante la jueza que le investiga por intento de homicidio. El 14 de diciembre de 2021, Sabau hirió a cuatro personas durante un tiroteo en Tarragona, hasta que se atrincheró y fue alcanzado por los disparos de los Mossos d’Esquadra. Quedó en estado crítico y sufre una lesión medular desde entonces. El equipo médico del hospital penitenciario de Terrassa (Barcelona), donde permanece ingresado desde el tiroteo, accedió a la petición de recibir la eutanasia. La autorización fue ratificada la semana pasada por la jueza, lo que provocó que el abogado de un mosso herido en la trifulca solicitara la paralización del trámite al haber un proceso judicial en marcha. Una colisión de derechos sobre los que la jueza decidió que primaba “el de la dignidad humana” frente al de la tutela judicial efectiva.

Ante la magistrada, Sabau ha recordado los últimos momentos del ataque y ha detallado por qué no quiere seguir viviendo. “Estoy parapléjico. Llevo 45 puntos en la mano. No puedo mover bien el brazo izquierdo. Llevo tornillos y no siento el pecho”, ha explicado Sabau, de 46 años, que pidió declarar como investigado, pero solo ha contestado a las preguntas de su abogado y no ha dado más explicaciones sobre su decisión de acogerse a la Ley de Eutanasia. En una breve comparecencia, el exvigilante de seguridad ha apuntado a la responsabilidad de la policía autonómica por el desenlace del tiroteo. Sabau ha afirmado que fueron los agentes quienes abrieron fuego en primer lugar y que, tras recibir un primer disparo en el pecho, quedó “inconsciente”. “No me avisó nadie, me dispararon directamente sin avisarme ni hablar conmigo”, ha dicho.

Sabau había sido trabajador de Securitas y quería vengarse. Lo anunció días antes del tiroteo en diversos correos electrónicos: “Voy a ‘vacunar’ a los jefes de Securitas”, amenazó. Se sentía víctima porque la empresa, afirmó, le había tratado mal. La mañana del 14 de diciembre, se presentó en la sede de la empresa en el centro de Tarragona. Disfrazado con una peluca, sacó un arma larga y, tras conversar con algunos trabajadores, empezó a disparar. Hirió a tres de ellos en apenas cinco minutos. Luego se dio a la fuga en su coche. Unos agentes le encontraron en una rotonda; Sabau disparó e hirió a uno de ellos —que ejerce la acusación en la causa— en el brazo.

Una de las cosas que Sabau había dicho antes del tiroteo era que no se dejaría coger vivo. Que estaba armado hasta los dientes y que haría lo que fuera necesario. “Si me acorrala la policía, la cosa acabará mal, no me van a pillar vivo. Me pegaré un tiro en la cabeza”. Los hechos discurrieron de otro modo. El hombre se atrincheró, fuertemente armado, en una masía abandonada de Riudoms (Tarragona). Un vecino alertó de su presencia y llegaron entonces varias dotaciones de los Mossos. Sabau —conocido como el pistolero de Tarragona— se parapetó tras una edificación de piedra con chaleco antibalas, un escudo casero y un arma larga de mira telescópica.

Según la investigación, hubo dos estrategias para intentar frenarle. La primera fue la de la negociación. Los agentes trataron de llamarle por teléfono, pero Sabau no respondió. Solo quedaba la vía de los Grupos de Intervención Especial (GEI) de los Mossos, que tomaron posiciones alrededor de la masía. Desde un punto elevado (para protegerse) a 150 metros, uno de los agentes hizo una serie de disparos disuasorios. Otros efectivos avanzaron entonces a pie hacia Sabau, que disparó contra ellos. Los agentes dispararon para neutralizarle. El exvigilante cayó y quedó en estado crítico.

En su declaración de este lunes desde una sala del centro penitenciario, Sabau ha ofrecido una versión distinta de ese último episodio en torno a la masía de Riudoms. “Estaba tumbado, tenía piedra a un lado y otro y de repente escuché un disparo que dio contra una de las piedras. Después recibí un disparo en el pecho y caí boca abajo”. El exvigilante asegura que se desmayó, pero solo un momento. Cuando recobró la conciencia, escuchó más disparos. “Al cabo de un rato vi cómo unos mossos me daban la vuelta y me levantaron por el chaleco. Vi un policía encima y otros a izquierda y derecha. Me desmayé y ya me desperté en el hospital”, ha agregado. El preso ha asegurado que nunca hubo voluntad de negociar por parte de la policía, porque nadie le avisó ni habló con él. Y ha añadido, también, contra lo que consta en las investigaciones del juzgado de Tarragona, que no llevaba encima el arma larga, sino que esta estaba “en el maletero” del coche con el que se había dado a la fuga.

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

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