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Fallece Àngel Rabat, coleccionista de cine y relevante figura del Montseny

Propietario de 500 proyectores históricos, constructor de fuentes, impulsor del Aplec de Matagalls, fue teniente de alcalde de Viladrau y la primera persona en llegar al lugar del trágico accidente de aviación de 1970

Jacinto Antón
Àngel Rabat, con uno de sus proyectores.
Àngel Rabat, con uno de sus proyectores.

La población de Viladrau, en el Montseny, ha vivido este mediodía una emotiva jornada con el funeral de uno de sus vecinos más notables y queridos, Àngel Rabat, fallecido ayer domingo a los 91 años. Apasionado cinéfilo, propietario de una de las colecciones más importantes de proyectores cinematográficos no sólo de Cataluña y España, sino de toda Europa (más de 500 máquinas, muchas de ellas de gran valor histórico, según los especialistas), Rabat ha ido a fallecer precisamente durante el I Festival de Cinema Fantàstic de Viladrau (V Fantàstic), que se ha celebrado este fin de semana y le homenajeaba con una exposición.

Empresario, conocido constructor -de casas, entre ellas algunas emblemáticas torres de veraneantes, y de fuentes, otra de sus pasiones, por todo el municipio-, personaje de gran relevancia en la vida política (fue tres veces teniente de alcalde), económica y social de Viladrau, impulsor del Aplec de Matagalls y recordado sobre todo como una excelente persona, Àngel Rabat, que había sido en su juventud futbolista y corredor de motocicletas, fue además uno de los fundadores del Moto Club Viladrau, entre otras iniciativas, como la de la creación del nuevo cine de la localidad, en 1972. Era sobrino del conocido poeta Felip Graugés.

Como si todas esas cosas no fueran bastante para colmar una vida intensa y plena (junto a su esposa, Maria Rosa Bas, sus hijos Josep y Oriol y sus queridos nietos), Àngel Rabat tuvo una de esas experiencias únicas que marcan dramáticamente toda una existencia: en 1970 fue la primera persona en llegar al lugar del accidente, en la montaña, justo debajo de la carretera de Sant Marçal a Santa Fe, del avión de línea británico en vuelo Manchester-Barcelona que se estrelló con 105 pasajeros y 7 tripulantes a bordo, todos fallecidos. Estar a solas en aquel escenario apocalíptico, donde contempló imágenes que nadie debería ver, cambió su forma de entender la vida y la muerte -explicaba él mismo-, y revistió de unas especiales humanidad y gravedad una personalidad fuerte en la que cabía siempre una gran fidelidad a la amistad y una ternura que encontró su máxima expresión en el amor a sus nietos. Su generosidad podía llegar al extremo de abrir la tumba de la familia para que enterraran a un familiar unos vecinos.

En los últimos tiempos, ya viudo, su figura con gorro y bastón paseando desde su casa a la entrada del pueblo hasta el quiosco-estanco sobre todo para darse una vuelta y charlar con la gente, era una imagen tan emblemática de Viladrau como la de las bruixes. Y algo de brujo tenía él, encerrado con sus proyectores, repasándolos una y otra vez, cambiándoles piezas, manteniéndolos en buen estado (“todos funcionan, eh”, subrayaba siempre). Cuando hablaba de cine (era un gran amante de las películas clásicas: tenía unas 700) y de sus máquinas (poseía algunas muy antiguas, pura vieja magia del cinematógrafo), accedía a una rara inocencia entusiasmada digna de Charles Pathé o de los hermanos Lumière.

Muchos de los que hoy han ido a su funeral se quedarán precisamente con el retrato que ha ofrecido la proyección junto al altar del documental que se le dedicó en 2012, Tarda de cine amb Àngel Rabat, de David Batlle. En el cortometraje se le puede ver en blanco y negro, filmado a la manera de un pionero del cine, con sus amados ingenios, incluidos precedentes del cinematógrafo como el zoótropo, el praxinoscopio (tambor giratorio con imágenes), la linterna mágica o el teatro de sombras. Los relieves en la iglesia de los pasos del Via Crucis han parecido formar parte de esa tradición mientras un solista interpretaba sentidamente en directo música de películas con un saxo en la más pura tradición de Candilejas o Fellini Otto i mezzo, y se apropiaba de todo Viladrau la tristeza de la despedida.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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