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Política autonómica
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El Parlament de Catalunya, pendiente de España

De los tiempos de la DUI pasamos a una presencia constante del imaginario hispánico en el debate catalán

Manel Lucas Giralt
Los botones de votación de un escaño crean un efecto óptico en el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, en su escaño durante la sesión de control ante el pleno del Parlament.
Los botones de votación de un escaño crean un efecto óptico en el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, en su escaño durante la sesión de control ante el pleno del Parlament.Quique García (EFE)

Una vez más, el Parlament de Catalunya es la cámara de resonancia de otra cámara, el Congreso de los Diputados. La sesión de control al Govern y al presidente de la Generalitat fue ayer lo lo más parecido a un debate sobre los presupuestos generales del Estado. De los tiempos de la DUI y la presumida desconexión de España pasamos a una presencia constante del imaginario hispánico en el debate catalán. Y quien más se esfuerza en apelar ello no es, como sería previsible, la derecha centralista, sino los mismos grupos independentistas, ventilando sus trifulcas recíprocas con el espantajo del “Gobierno” (pronunciado expresamente en castellano, para alejarlo mentalmente y verbalmente del mundo catalán, de lo “nostrat”. Por supuesto, siempre que se habla de él en tono crítico, nunca cuando se pacta).

Cuando ERC anunció, el viernes pasado, que no iba a presentar enmienda a la totalidad de los presupuestos, estaba cantado que los socios se lo echarían en cara a la primera de cambio. Elsa Artadi (JxC) fue ayer la primera en abalanzarse sin piedad contra las cuentas de Pedro Sánchez: “unos presupuestos que ya de entrada incumplen con las necesidades de infraestructuras de Cataluña”, “esta es la imagen del Gobierno progresista, amando mucho a Cataluña” etc. En el caso de Artadi, hay que tener en cuenta que su ataque no va sólo contra ERC, sino también contra En Comú Podem, una vez ha arrancado ya hace días su campaña electoral para desbancar a Ada Colau del Ayuntamiento de Barcelona. Le queda más de un año y medio de hipertensión política. Por supuesto, el portavoz de Junts, Albert Batet, se sumó al coro: “El Estado asfixia económicamente a Cataluña”.

Y la diputada de la CUP Dolors Sabaté, como corresponde a su grupo, no se anduvo con matices: “¿No le parece una tomadura de pelo negociar con el PSOE los presupuestos del Estado para el 2022, en base a los incumplimientos de los acuerdos del presupuesto del 2021?” Tal como está construida la frase, si lo ven, parece que quien toma el pelo a alguien es ERC, que es quien negocia con el PSOE. En estos casos, Aragonès suele contraatacar reclamando implicación en la mesa de diálogo, algo así como “más trabajar y menos bla bla bla”. Él no lo formula así, por supuesto. Mientras el presidente se enfrentaba a ese nuevo ataque fraternal en el hemiciclo, en Catalunya Ràdio, Gabriel Rufián (ERC) defendía su benevolencia con el Gobierno Sánchez: los presupuestos españoles, protagonistas hegemónicos de la política catalana.

Aún más, desde el otro bando, la líder de los Comunes, Jessica Albiach, desbordaba entusiasmo sin mesura por “los mejores presupuestos generales del Estado para Cataluña en una década”. La hipérbole fue contraproducente: el president se parapetó tras el argumento del escepticismo, muy usado últimamente: “es muy importante que haya cláusulas de garantía de cumplimiento”.

En el curso del debate, casi de soslayo, Pere Aragonès anunció que los presupuestos de la Generalitat, los suyos, se presentarán la semana que viene. En otro tiempo no se habría hablado de otra cosa desde ese momento. Esta vez, las cuentas catalanas despertaron menos interés que las españolas en este Parlament del 52% de independentismo.

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