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Telefónica cede a Barcelona la última cabina cubierta para intercambio de libros

El Ayuntamiento la restaurará y la reinstalará en una plaza de Horta-Guinardó

El País
La última cabina cubierta de Barcelona, en 2017.
La última cabina cubierta de Barcelona, en 2017.Carles Ribas

Telefónica ha cedido al Ayuntamiento de Barcelona la última cabina de teléfono totalmente cubierta que queda en la ciudad, ubicada en el barrio de Sant Genís dels Agudells, en el distrito de Horta-Guinardó, donde se volverá a instalar tras ser rehabilitada para ser usada como punto de intercambio de libros.

A partir de mañana, la cabina se retirará de su emplazamiento para ser instalada de nuevo, una vez rehabilitada por el Instituto Municipal de Paisaje Urbano, en la plaza de Meguidó, en el mismo barrio. El nuevo uso de la cabina como punto de intercambio de libros se decidió en una consulta vecinal hecha en 2017 entre los residentes en el barrio sobre el destino final de este elemento singular y simbólico.

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En la consulta, los vecinos votaron 93 ideas de nuevo uso de la cabina, desde su uso como línea directa con el teléfono de civismo o con el de emergencias 112, hasta su conversión en punto wifi. La cabina de teléfonos 8595-A se encuentra ahora a la altura del número 2 de la calle Lledoner, y es la última totalmente cubierta de las más de 500 que todavía quedan en la ciudad. La Comisión de Gobierno del Consistorio aprobó esta semana aceptar la cesión de Telefónica, que se formalizará en los próximos días con la entrega formal del acta. El conocimiento de que esta cabina era la última de ese modelo que existía en Barcelona se debe al trabajo de Anna Farré, antigua profesora de instituto y vecina del distrito del Eixample, que inició una campaña para preservarla. Ahora, la cabina se sumará a otros bienes del patrimonio histórico y urbanístico de Barcelona.

Con las clásicas puertas de aluminio gris claro y el aparato en tono azul cielo, como el rótulo sobre la puerta de la entrada, y con la mayor parte de su superficie acristalada, las tradicionales cabinas telefónicas han ido desapareciendo del paisaje urbano en los últimos años a medida que la telefonía móvil se ha convertido en el medio masivo de comunicación.

En el caso de Barcelona, la mitad de los 500 terminales no registran ni una sola llamada al año, según constató Telefónica en 2019, la empresa que mantiene la concesión de los terminales, para quien ahora una cabina es un negocio ruinoso, no solo porque no se utilizan, sino porque a menudo son objeto de actos vandálicos.

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