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Ripoll y Puigcerdà se rebelan contra el abandono de sus hospitales

Los alcaldes de las zonas confinadas de Cataluña denuncian que el Govern impuso el cierre perimetral sin reforzar sus equipamientos sanitarios

Una ambulancia llega al hospital de la Cerdanya en Puigcerdà.
Una ambulancia llega al hospital de la Cerdanya en Puigcerdà.©Toni Ferragut (EL PAÍS)
Alfonso L. Congostrina

Una semana después de que la Generalitat cerrara perimetralmente La Cerdanya y el Ripollès, sus hospitales siguen derivando enfermos no covid a otros centros —algunos a más de 100 kilómetros— y la economía de estas zonas, donde el turismo de nieve es clave, se ha desplomado. Las críticas de los alcaldes, sobre todo de JxCat, apuntan a la consejera de Salud, Alba Vergés (ERC), a la que acusan de imponer un cierre perimetral sin haber invertido en sanidad, sin haber realizado pruebas PCR y sin reponer sanitarios en unos hospitales donde han caído decenas de profesionales contagiados por la covid.

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Jordi Munell es el alcalde de Ripoll desde 2011, concejal desde 1991 por CDC y líder de JxCat en su municipio. Su compromiso con el partido no le impide criticar abiertamente el cierre perimetral al que la Generalitat ha sometido a su comarca: “Esta decisión se ha cargado el sector turístico estas fiestas”. La situación a la que ha llegado la comarca era previsible según Munell: “El hospital de Campdevànol hace semanas que tuvo más de 30 sanitarios de baja y Sanidad no tomó ninguna medida efectiva para preservar el Ripollès. No hubo refuerzos sanitarios, ni ampliaciones provisionales del hospital… se optó por dejar pasar el tiempo y, después, aplicar una medida de cierre perimetral que nada tenía que ver con la sanidad”. Munell critica que una semana antes del cierre se realizó un cribado masivo de PCR pero solo en la capital de la comarca. “No se amplió al resto de municipios. Si lo hubieran hecho antes de decretar el confinamiento perimetral hubieran detectado a asintomáticos y habría habido tiempo para enviarlos a hacer cuarentena”, lamenta.

Joan Grané es el director gerente del hospital de Campdevànol. Advierte de que los datos de contagios en la comarca llevaban semanas siendo pésimos. “Somos sanitarios y nos protegemos, pero tenemos más riesgo que otras profesiones. Llegamos a tener 31 sanitarios de baja, hoy (martes) tenemos a 16, no estamos colapsados, pero los indicadores llevan un mes empeorando día a día”, lamenta Grané. Hace tres semanas que el hospital de Campdevànol dejó de admitir pacientes que no estuvieran contagiados por covid. “Los derivamos a los hospitales de Olot, Girona, Vic… de esta maneta dividimos nuestro hospital en dos. En una zona de 35 camas tenemos a los pacientes covid, donde hoy tenemos 22 camas ocupadas, y en la otra, 22 camas en una zona libre de covid para pacientes crónicos. Hemos conservado algunas unidades de hospitalización cerradas por si hay una avalancha de ingresos en cuanto pasen las fiestas”, resume el gerente.

El principal problema con el que se encuentra el centro es que cada vez que un sanitario enferma o tiene que guardar cuarentena no hay sustituto. “No hay personal, sobre todo faltan enfermeras. No hay ni aquí ni en ninguna parte de Cataluña”, denuncia. De momento suplen la ausencia de personal con horas extras.

El hospital de Cerdanya tiene problemas similares al de Campdevànol. El doctor Xavier Conill es el director adjunto de este centro transfronterizo. “Este martes tenemos 14 pacientes covid, un número similar al de los últimos días, y gracias al confinamiento perimetral no ha aumentado el número de urgencias al no haber movilidad en la población. Hay que tener en cuenta que en estas fechas hay días que si no hubiera habido el confinamiento se habría multiplicado por siete u ocho la población”, advierte. En el hospital de Cerdanya llevan días desprogramando intervenciones no urgentes. No hay UCI y los casos graves se derivan a Perpiñán (Francia) o Manresa aunque en la capital del Bages la sanidad está tan tensionada que acaban derivándoles al Parc Taulí en Sabadell. La covid también ha atacado a los sanitarios del hospital de la Cerdanya donde ayer nueve estaban de baja y la dirección reorganizaba los horarios de los empleados.

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Albert Piñeira es alcalde de Puigcerdà desde 2011 y líder de Junts en el municipio. “Tras el cierre perimetral los indicadores han mejorado. Ahora tenemos el miedo de que, pasado Reyes, el Govern decida medidas restrictivas para toda Cataluña y seamos doblemente castigados. Además, el 22 de diciembre se anunció de golpe un cierre sin contar con el territorio. Había muchas empresas, sobre todo de restauración, que ya habían comprado y les han causado un perjuicio económico”, lamenta Piñeira. El alcalde de Puigcerdà carga contra Salud y pide un “refuerzo asistencial” para toda la comarca. Piñeira también carga contra la consejería de Educación, también en manos de ERC: “El 14 de diciembre pedimos el cierre de los colegios e institutos ante la proliferación de contagios. No nos hicieron caso”. El primer edil concluye denunciando que las compensaciones económicas de la Generalitat son insuficientes.

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