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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El terraplanismo entra en el Parlament

La Cámara está a punto de tramitar la reforma de la Ley sobre el derecho de las mujeres a erradicar las violencias machistas que se aleja de las mujeres y las niñas y se acerca a los postulados transgeneristas

Carmen Domingo
Manifestacion del Día internacional de la Mujer, en Barcelona.
Manifestacion del Día internacional de la Mujer, en Barcelona.MASSIMILIANO MINOCRI (EL PAÍS)

Que la Tierra es redonda no se discute, no hace falta ni conocer el juicio a Galileo… Eppur si muove. Sin embargo, la ciencia a veces desaparece y florecen negacionistas de lo empírico, terraplanistas que niegan la importancia de las vacunas o la existencia de dos sexos. Esto no pasaría de ser una anécdota si no fuera porque alguno de estos terraplanistas trabaja en nuestra administración y puede legislar. Pero vayamos por partes: ¿de qué estoy hablando?

El Parlamento de Cataluña está a punto de tramitar una reforma de la Ley 5/2008 sobre el derecho de las mujeres a erradicar las violencias machistas. En su momento fue la ley más avanzada de Europa en medidas de protección para mujeres y niñas. Sin embargo, la violencia ha aumentado, así pues, la propuesta de reforma, a iniciativa de Catalunya en Comú-Podem, parecía razonable.

La realidad es otra. Al comienzo del texto los comuns empiezan aclarando qué es ser mujer: “Las referencias a las mujeres incluidas en esta ley se entiende que incluyen también las niñas y las adolescentes transgénero y cisgénero, a las personas intersexuales, así como a las identidades no binarias o las que no se quieren relacionar con ningún espectro de género binario”. Sorprende pues que nos alejemos de entrada de lo que defendía la ley anterior: mujeres y niñas. No contentos con eso, más adelante, en el artículo 8, se explica que las medidas se extienden a “las mujeres transgénero, las personas intersexuales, así como a las identidades no binarias o las que no se quieren relacionar con ningún espectro de género binario”, en aras de “respetar la diversidad y disidencia de género”. Parece que quien quiera puede ser mujer a efectos de esta ley. Se desprende, además, que en la modificación se alinea la ley con los postulados transgeneristas que, sin base científica, dan credibilidad al género, cuando es una construcción social que solo sirve para oprimir a la mujer. Un tema del que, Ministerio de Igualdad mediante, parece que cierta progresía anda empeñada en hacer bandera, embarcada en legislar algo tan etéreo como un sentimiento en aras de la modernidad, sin darse cuenta de que al hacerlo se coloca junto al patriarcado reconociendo roles para lo masculino y roles para lo femenino.

¿Dónde quedan entonces las mujeres y las niñas en una ley en la que cabe todo menos la palabra mujer?

¿Dónde quedan entonces las mujeres y las niñas en una ley en la que cabe todo menos la palabra mujer? ¿Cómo erradicar, entonces, la violencia que sufrimos por nuestro sexo si la ley anda pendiente de otras realidades, otros colectivos y, lo que es peor, preocupada por voluntades y sentimientos? Si eliminamos lo esencial, a las mujeres, ¿no eliminaremos con ellas aquello en lo que se basan las políticas de igualdad, suprimiendo la efectividad de tales políticas? Sorprende, además, que se hable de transgénero, pero no de mujeres transexuales, aquellas personas nacidas varones y que tras un difícil proceso han modificado su apariencia física hasta adecuarla a la del sexo femenino con el que se identifican. En definitiva, ¿cómo una ley puede hablar de género cuando este es un constructo social que solo sirve para estigmatizar a las mujeres y no es científico?

Y en medio de todo este despropósito, lo más “extraño” es que en el deseo de ampliar la actuación contra la violencia machista que se ejerce sobre las mujeres, Catalunya en Comú hable de transgenerismo pero no de prostitución, ni pornografía, ni vientres de alquiler y, lo más sorprendente de todo, no mencione aquellos hombres que ejercen la violencia, lo que provoca la extraña sospecha de que existe un hilo conductor que une todos esos temas y que quiere proteger.

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Sufrimos discriminación, no por lo que sentimos, sino por lo que somos: hembras de la especie humana

Por eso, desde el feminismo no podemos callarnos, por nosotras y por nuestras niñas, porque no es posible cambiar el sexo, pero sí luchar contra el género, que es lo que sirve para jerarquizar los sexos, porque las mujeres sufrimos discriminación, no por lo que sentimos, sino por lo que somos: hembras de la especie humana. Porque si la ley no se dirige a la violencia que se ejerce contra las mujeres, sino contra “las mujeres transgénero, las personas intersexuales, las identidades no binarias o las que no quieren relacionarse con ningún espectro de género binario”, quizás los comunes legislan violencia intrafamiliar, o sea, la propuesta de Vox, que niega que el problema esté en el machismo y el patriarcado.

Tal vez la ley salga adelante, y es probable, como ha pasado en Reino Unido, que voten en su contra meses después, pero mientras tanto las feministas no dejaremos de alzar nuestra voz, porque, como dijo Galileo, eppur si muove.

Carmen Domingo es escritora y periodista.

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