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Agricultores por vocación: “Hay que acabar con la competencia desleal de otros países”

Jóvenes de todo el país se forman en el programa Cultiva para paliar la falta de relevo generacional en el sector primario

Raúl Miguel y Miguel Gallego, agricultores de Zaragoza que se encuentran de intercambio en Jaén, en una imagen cedida.
Raúl Miguel y Miguel Gallego, agricultores de Zaragoza que se encuentran de intercambio en Jaén, en una imagen cedida.
Ginés Donaire

Desde el pequeño municipio de El Pla de Santa María, en la comarca del Alt Camp de Tarragona, Ramón Oliva, un agricultor de 35 años, ha llegado hasta el mar de olivos de la provincia de Jaén para empaparse de toda la cultura del olivar y el aceite de oliva. “¿Dónde mejor para aprender que en la tierra del olivo?”, se pregunta este oleicultor que, tras estudiar Ingeniería Agrónoma en la Universidad de Lleida, tuvo claro desde siempre dedicarse al campo, manteniendo así una larga tradición familiar.

Oliva es uno de los agricultores que participa este año en el Programa Cultiva, que financia el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación para luchar contra la principal amenaza del campo: la falta de relevo generacional. Según el censo agrario del Instituto Nacional de Estadística (INE), entre 2009 y 2020 los empleados agrícolas familiares del titular de la explotación se han reducido en un 50% en todo el país, y un tercio de los gestores de fincas agrarias superan ya los 65 años.

“Soy optimista de cara al futuro, pero es cierto que el Gobierno y las administraciones deben proteger más al sector primario y, sobre todo, que acabe con la competencia desleal de terceros países que introducen productos en nuestro país sin las medidas de seguridad alimentaria que sí cumplimos nosotros”, comenta Oliva, que está casado y tiene dos hijos y explota 50 hectáreas de viñedos y 30 de olivar, todas de producción ecológica. Además, cuenta con tres trabajadores fijos discontinuos a su cargo.

Cultiva es un programa de intercambio para jóvenes de la agricultura y ganadería que el año pasado llegó a más de 200 explotaciones agrarias de todo el país. Esta especie de Erasmus agrícola se ha ampliado a profesionales que se hayan instalado en los últimos cinco años como titulares de explotaciones con una edad inferior o igual a 40 años.

“Los jóvenes son quienes tienen la llave para encabezar el cambio estructural del sector agrario español. Pero necesitan apoyos para seguir trabajando y lograr el éxito en sus actividades. Y estos recursos formativos contribuyen a la adquisición y aplicación de conocimientos que, sin duda, mejorarán la viabilidad de las explotaciones agrícolas y ganaderas”, destaca Antonio Guzmán, gerente de Cooperativas Agroalimentarias de Jaén, la entidad que ha posibilitado las estancias formativas del programa Cultiva de cuatro jóvenes agricultores.

Otro de ellos ha sido Raúl Miguel que, junto a su colega Miguel Gallego, ha llegado desde Zaragoza a una explotación olivarera de Villanueva de la Reina (Jaén). También se trata de un agricultor vocacional, pero eso no le impide reflexionar sobre las causas que motivan la baja incorporación de activos al campo. “Las ayudas para los nuevos titulares de explotaciones llegan tarde y encima se les exige mucha burocracia que acaba por desmoralizar a los jóvenes”, indica Miguel, de 40 años, casado y con dos hijos y titular de una explotación extensiva de cereal, leguminosas, cebollas y 80 hectáreas de olivar de regadío. En Andalucía, la comunidad con mayor peso agrario, la consejera de Agricultura, Carmen Crespo, saca pecho al asegurar que esta región lidera el relevo generacional en España, con un 4,4% de agricultores y ganaderos de menos de 35 años, frente a la media nacional del 3,9%.

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Alicia Moya, una agricultora de 28 años de Alcalá la Real (Jaén), ha invertido el camino para formarse en el Programa Cultiva, con el apoyo de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA). En su caso, su estancia de aprendizaje la ha desarrollado en una explotación de ganadería vacuna de Aracena (Huelva). “La experiencia ha sido genial, porque te ofrece una perspectiva mucho más cercana del sector”, afirma esta joven que cultiva olivos, espárragos, pistacho y viñedos en su pueblo, parte como titular de explotación y otra parte arrendada. Ahora quiere adentrarse en la ganadería, quizás la actividad que acusa en mayor medida la falta de relevo generacional.

Las mujeres lo tienen más difícil

Alicia Moya, agricultora de la provincia de Jaén. / FOTO CEDIDA
Alicia Moya, agricultora de la provincia de Jaén. / FOTO CEDIDA

Pero las mujeres lo tienen más difícil para enrolarse en la actividad agraria y ganadera. “En nuestro mercado laboral persiste la brecha salarial que sufren un gran porcentaje de mujeres. Tenemos una mayor tasa de paro que los hombres con menos tasa de actividad, los contratos en precario tienen nombre de mujer”, señala María Inés Casado, secretaria de Igualdad de UGT Jaén. Desde el Área de la Mujer de COAG y la Confederación de Mujeres del Medio Rural (CERES) van más allá y denuncian que, según los datos publicados por el Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA), solo el 27,5% de las ayudas directas de la Política Agraria Común (PAC) es percibido por mujeres, y el 26,34% en el caso de las ayudas de Desarrollo Rural.

“La reproducción de los estereotipos de género que se imponen a las mujeres en el ámbito familiar y social no permite, en muchos casos, que las mujeres del campo puedan dedicarse a explotaciones con mayor superficie”, afirma Inmaculada Idáñez, presidenta de CERES, que alerta de que son muchas las mujeres que quedan fuera de las ayudas comunitarias.

Los jóvenes agricultores sí que muestran un compromiso generalizado hacia la sostenibilidad ambiental en el campo. “Los jóvenes somos los que más respetamos el medio ambiente y por eso apoyamos el Pacto Verde que está tan cuestionado desde otros sectores”, asevera el tarraconense Ramón Oliva, al que le preocupa sobremanera la calidad de los alimentos que se producen: “Sí que me da miedo que mis hijos puedan tomar en el comedor escolar productos si ningún control de seguridad alimentaria”.

Un ejemplo de compromiso con la sostenibilidad en la agricultura es la jiennense Noelia Rodríguez, responsable de la Granja de Vega de Torralba Bio, en las vegas altas del Guadalquivir. Ha sido agricultora tradicional, luego ecológica y finalmente se pasó a la biodinámica, una modalidad impulsada por Rudolf Steiner donde se sube el campo energético del suelo a la planta para que pueda expresar su máxima vitalidad. “Yo creo que es como el que nace torero, yo nací para esto”, ha manifestado Rodríguez, que es hija, nieta, bisnieta y tataranieta de agricultores y pastores.

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