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Detenida una banda de ‘rompecostillas’ por extorsionar a un directivo del Sevilla FC

La banda estaba capitaneada por Ivo el búlgaro, un viejo conocido de la policía acusado de delitos violentos. La trama estaba radicada en Madrid, pero extorsionaba empresarios por toda España

En la foto, Ivo el búlgaro en una imagen de archivo. En el vídeo facilitado por la Policía Nacional, secuencia de las detenciones por este caso.
El País

La Policía ha detenido a cinco personas en Madrid a las que acusa de encuadrar una organización criminal dedicada a la extorsión de empresarios y directivos por toda España para cobrarles deudas con métodos violentos. La investigación comenzó en junio, cuando un directivo del Sevilla Fútbol Club denunció que estaba recibiendo amenazas telefónicas en las que lo conminaban a pagar 500.000 dólares por un supuesto incumplimiento de un contrato con una promotora mexicana. La banda estaba supuestamente capitaneada por Beyhan Memzi Rafi, de 47 años, más conocido como Ivo el búlgaro, un viejo conocido de la policía que viene teniendo problemas con la justicia desde que hace años regentaba una empresa encargada de proveer de porteros y de vigilantes a muchas discotecas de Madrid. Ya entonces admitía encargos para cobrar deudas dudosas y era conocida la brutalidad de su banda de rompecostillas o rompehuesos, como el propio Ivo llama a sus colaboradores.

Seis meses ha tardado la Policía Nacional en dar con Ivo y cuatro de sus actuales socios, tres hombres y una mujer de varias nacionalidades. La nueva marca de los arrestados era una firma con apariencia legal de cobro de deudas, pero que empleaban para dar cobertura a sus métodos coercitivos para sacar el dinero a sus víctimas. Los agentes localizaron al extorsionador el martes pasado en un chalé de Aravaca (Madrid) y al resto de la banda en Las Rozas, un municipio de los alrededores de la capital,

La investigación arrancó cuando un directivo del Sevilla denunció que le reclamaban 500.000 euros que el club supuestamente cobró por adelantado por una gira por México en 2019, que no llegó a hacerse finalmente, cuando ya estaba en la presidencia del equipo José Castro. Los investigadores sospechan que la banda fue contratada por empresarios mexicanos para cobrar ese dinero, y que los de Ivo contactaron con varios directivos del Sevilla para ejecutar el cobro.

La policía localizó primero a los autores de las amenazas telefónicas, que resultaron ser Ivo y un socio de este de nacionalidad argentina. A ambos se les imputa la presunta participación en delitos de extorsión y pertenencia a organización criminal, además, un delito contra la seguridad vial y otro de tenencia ilícita de armas (en el registro fueron halladas dos pistolas) y contra la salud pública. Los arrestados almacenaban en casa gran cantidad de anabolizantes, debido a su afición por los gimnasios. El propio Ivo, pese a su corta estatura (mide 1,70 metros), luce fuertes bíceps y pectorales, y suele acompañarse de algún gigante fornido.

Los investigadores aseguran que los registros posteriores a la detención han permitido obtener información sobre “otras extorsiones que presuntamente se estaban llevando a cabo por todo el territorio nacional a diferentes empresarios y directivos, en las que se pudo comprobar que los dos arrestados se valían de la colaboración de terceros, otros dos hombres y una mujer que han sido detenidos igualmente.

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La presencia en la red de Ivo, pieza clave de la mafia búlgara en España, puso en alerta a los agentes sobre la violencia que la nueva banda podía llegar a ejercer sobre sus víctimas. En Madrid ya tuvo problemas con su firma de porteros, Apolo Check, que reclutaba a los más grandes y musculosos de los gimnasios de Madrid. En enero de 2009 fue asesinado su lugarteniente, Catalin Stefan, Cata, que era conocido por sus palizas sistemáticas para romper con cada golpe una costilla de su víctima. Ya en 2011 fue detenido e ingresado en prisión, después de que la policía descubriese que se dedicaba al cobro de extorsiones y peleas por venganza y que disponía de un conglomerado de sociedades mercantiles para lavar el dinero procedente de la venta del estupefaciente. “No somos ángeles, pero tampoco asesinos. Utilizamos la violencia que solo es necesario para garantizar la seguridad de nuestros clientes”, afirmaba en un perfecto castellano a EL PAÍS en 2011.

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