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Moreno no teme que el PP andaluz pierda peso político en la remodelación de Feijóo

Un año después de su mayoría absoluta y tras casi cinco en el Gobierno, las protestas sanitarias y educativas cobran peso en Andalucía

El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, este viernes en la sede del Ejecutivo andaluz, en Sevilla, durante el acto conmemorativo del Día para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que se celebra este sábado.
El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, este viernes en la sede del Ejecutivo andaluz, en Sevilla, durante el acto conmemorativo del Día para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que se celebra este sábado.RAUL CARO (EFE)
Lourdes Lucio

La remodelación en el equipo de Alberto Núñez Feijóo “en absoluto” hace temer una pérdida de influencia del PP andaluz en la dirección nacional. Así lo ha asegurado este viernes el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, ante la próxima remodelación en la cúpula del partido, en la que no está claro si Elías Bendondo, persona de total confianza de Moreno, continuará de número tres como coordinador general del partido. Una indefinición que ha provocado la “incomodidad” de Bendodo, como ha avanzado este viernes EL PAÍS. “Núñez Feijóo tiene plena libertad para hacer el equipo que quiera”, asegura el presidente andaluz, “y cualquier ajuste lo hará pensando en el interés general del partido y Andalucía estará magníficamente bien representada”. Moreno ha negado que Bendodo le hubiera trasladado a él “en ningún momento su interés por abandonar su carrera política en Madrid”. Y añadió: “Tiene toda la ilusión y ganas de seguir trabajando junto con Feijóo con el que tiene plena sintonía”.

La remodelación en la dirección nacional del PP, con los encajes que eso implica, es otra de las preocupaciones a las que se enfrenta Moreno tras el maratón de elecciones en el último año y medio (andaluzas, municipales y generales). Transcurrido un año de legislatura, tras vencer por mayoría absoluta, las protestas sanitarias y educativas van en aumento, como la dedicación del presidente andaluz a la política nacional.

La semana próxima se enfrentará al debate de la comunidad en la que Moreno deberá rendir cuentas, cuando queda poco para que se cumplan ya cinco años de mandato (en enero). En este tiempo el presidente andaluz ha seguido casi al pie de la letra el Manual de Gobierno que dejaron los socialistas cuando se marcharon de la Junta. Se trata de una especie de enciclopedia virtual compuesta por varios tomos, una guía certera (hasta cierto punto y momento) de cómo gobernar una comunidad con más tamaño que seis países europeos y la más poblada de España, con 8,6 millones de habitantes. Tardaron en escribirla casi 37 años.

El PP también permaneció en la oposición el mismo periodo. Desde esa frustrante posición, a la que se acomodaron, los populares observaban cómo el PSOE andaluz iba cumpliendo años por sus aciertos y por la falta de una alternativa creíble, como bien diagnosticó el hoy presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, cuando asumió la dirección del PP. Él y su equipo han estudiado muy bien ese manual y lo siguen al pie de la letra, con algunas oscilaciones y desviaciones. Y los títulos de los 10 tomos de la Enciclopedia son:

Andalucía, ni más ni menos que nadie. Acuñado por el primer presidente electo de la Junta, Rafael Escuredo, alude al papel equilibrador de Andalucía en el sistema autonómico de la que se considera garante de la igualdad en el conjunto de España.

Andalucistas, pero hasta cierto punto. En Andalucía las fuerzas nacionalistas son testimoniales (e independentistas hay menos aún). El PSOE se encargó de absorber al Partido Andalucista, hasta dejarlo en los huesos, durante los inicios del proceso autonómico. Los andalucistas, que cometieron muchos errores, caían simpáticos, pero los andaluces no los votaban. Como partido murió. Curiosamente ha sido Moreno el que ha reivindicado su papel no se sabe si por convencimiento propio, pero es seguro que con la intención de rebajar el protagonismo de los socialistas en la construcción de la autonomía. Tanto socialistas como populares priorizan sentar a su líder nacional en La Moncloa.

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Proteger al presidente sobre todas las cosas. El presidente más longevo de la Junta, Manuel Chaves, tuvo el acierto de rodearse de una guardia pretoriana impecable e implacable en todos los ámbitos: partido, gobierno y grupo parlamentario. Moreno no acaba de cuajar un equipo tan sólido —más aún desde la salida de Elías Bendondo— ni crítico, algo básico para sortear el ensimismamiento del peloteo. A su alrededor abundan los imitadores de Pierre de Coubertin que creen que el lema olímpico se inspiró en él: Citius, Altius, Fortius. Chaves siempre eludió dar explicaciones en primera persona de la mayor catástrofe medioambiental de Andalucía (la rotura de la balsa con lodos tóxicos de Aznalcóllar); Moreno ha defendido en solitario y sin escudos su polémica decisión de ampliar regadíos en el entorno de Doñana, por ahora suspendida.

El ‘pionerismo’. Invento político autóctono que nació para adjetivar aquellas políticas sociales propias, diferentes y novedosas (el complemento con fondos propios de las pensiones no contributivas o la subasta de medicamentos, por ejemplo) para diferenciarse de las políticas de derechas. La imaginación se agotó un día, aunque los socialistas se miraban al espejo y seguían diciéndose: ¡Somos pioneros! El Gobierno actual también usa esa expresión que ni ahora ni entonces sirvió para sacar a la comunidad de la cola de las regiones europeas con mayor desempleo.

La confrontación. Este concepto surgió cuando Felipe González perdió las elecciones en 1996 y llegó José María Aznar. Este puso en marcha una política austera y agria con las demandas de Andalucía y los socialistas se dedicaron a culpar de cualquier traspié, propio o ajeno, al Gobierno central. Este tomo lo sigue el PP al pie de la letra: Pedro Sánchez es para el PP lo que Aznar fue para el PSOE.

El muro de contención. Este tomo es un refrito del primero (‘Andalucía, ni más ni menos que nadie’), redactado para los momentos en los que se negocia el reparto del dinero del sistema de financiación de las comunidades autónomas o reformas estatutarias. Consiste en proclamar en voz muy alta que Andalucía será el parapeto que impedirá reivindicaciones nacionalistas que supongan privilegios y desigualdades entre territorios.

La chistera-conejera. Instrumento muy útil para sorprender y romper la sensación de que el Gobierno está desaparecido porque en realidad está en otras cosas (mayormente en formidables peloteras nacionales del partido gobernante). Los conejos que salen de la chistera traen buenas noticias si se materializan (bonificación de las matrículas universitarias, compra de fincas para reforzar Doñana).

De cañerías, fontaneros y depuradoras. Estas herramientas tienen que estar siempre a pleno rendimiento para impedir que ocurran casos como el de los ERE. La Audiencia de Sevilla y el Tribunal Supremo condenaron a 15 ex altos cargos de la Junta (entre ellos dos expresidentes) por delitos de prevaricación y malversación por permitir, durante cerca de una década, un sistema fraudulento para distribuir ayudas sociolaborales.

La sucesión. Peliagudo asunto. Nunca hay que anunciarla antes de tiempo. Los delfinarios son el lugar más peligroso de los zoos políticos. Moreno ya ha dicho que en vez de dos legislaturas estará tres y que en Madrid no se le ha perdido nada. Tipo listo, aunque ya veremos.

No sea estupidísimo, es la gestión. Las mayorías absolutas no son eternas. Los latifundios electorales son pasajeros, aunque duren 37 años como en Andalucía. ¿Por qué duran 37 años, incluso menos? Por la gestión. Si obtener una cita en el médico de cabecera en menos de 48 horas no es posible, si acceder al especialista es escalar un ocho mil sin oxígeno y sin sherpas, si tardas más de ocho meses a una ayuda a la que tienes derecho, si cierran el aula de tu hija y la apelotonan en una clase con más alumnos, si perteneces al 38,7% de la población en riesgo de exclusión la bandera de la igualdad se deshilacha. La misma sordera que invadió al PSOE antes de que los andaluces le abrieran la puerta de salida.

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